NARRA MIN-JI:
Anduve por las calles de la ciudad hasta llegar a mi casa, allí subí a mi habitación, me quité el uniforme y entré a la ducha lo más rápido posible; no me gustaba sentir mi hermosa piel sucia.
Cuando el agua descendió sobre mi cuerpo, aproveché para echarle un vistazo. Mis senos, ni muy grandes ni muy pequeños. Mi cintura, curvilínea. Mi abdomen, ligeramente marcado. Y mis piernas, claramente ejercitadas dos años en el gym. ¡Soy bella! ¿Por qué a Kang no le importa?
Terminé de bañarme y me sequé, apresurándome en vestirme para la noche que me esperaba junto a mis primas. Habíamos quedado en ir a una cafetería para hablar sobre todos los chismes de la escuela y de paso tomarnos fotos aesthetics. No pasó ni un segundo cuando escuché el timbre resonar por toda mi casa, ya habían venido a buscarme.
Bajé las escaleras y corrí hacia la puerta delantera, pero mi padre se me adelantó y la abrió él. Y ahí, frente a mí, estaban mis únicas pero muy problemáticas primas: Mine y Any. Mi padre me dedicó una última mirada, como diciendo: "pórtate bien". Solté una carcajada, me despedí de él y las chicas y yo emprendimos nuestro viaje a la cafetería.
—¿De qué hablaron tú y Kang hoy? —me preguntó Any, sin el más mínimo esfuerzo de ocultar su interés.
—Digamos que ofendí a su novia y luego lo ofendí a él —admití.
—Ah, con que es eso... ¿Y aún te gusta ese chico?
Negué con la cabeza.
—¿Por qué no?
—Porque no me hace caso, ahora solo quiero... —apreté mis dientes y puños, empezando a ponerme furiosa— Hacerlo pagar...
—Uh, esto se pondrá interesante —comentó Any, torciendo una sonrisa y dándole un codazo a Mine.
Ignoré eso y seguí caminando, viendo a lo lejos la cafetería a la que nos aproximábamos. Una vez en el interior de esta, hicimos nuestro pedido, seleccionamos una mesa libre y nos sentamos a conversar. Al poco rato nos trajeron la comida.
Dos horas pasaron como si nada, entre charla y charla ni cuenta nos dimos. Me puse de pie para ir al baño y retocar mi maquillaje, pero en las afueras del local escuché sonidos de golpes, como si hubiera alguna pelea. Procedí a observar sigilosamente lo que pasaba, asomando mi cabeza por una puerta trasera que descubrí en ese momento.
Aquellos ruidos eran causados por un enorme, gordo y agresivo chico de cabello y ojos negros. Lo reconocí al instane. Era Jung, el matón de primer año. He escuchado muchas cosas sobre él, entre ellas que tiene fama de crear problemas, y ahora lo confirmo.
Él estaba parado frente a otro chico, este último arrodillado, repleto de moretones y con muchísimas lágrimas recorriendo sus mejillas. Detrás de la víctima habían dos muchachos, quienes le sujetaban los brazos para que no escapara. Jung le dedicó una mirada fría y se inclinó hacia delante, quedando a pocos centímetros del llorón.
—Ahora que estás recapacitando, responde: ¿me ayudarás a torturar a Kang?
El chico arrodillado se negó rápidamente, sin decir ni una palabra y apretando sus párpados, a lo que su agresor perdió la paciencia y le brindó un puñetazo en la mejilla, tan fuerte que resonó en todo el callejón el ruido del impacto.
—Parece que aún no lo entiendes.
Después de decir eso, él agarró al lastimado chico por el cabello, levantándolo del suelo y obligándolo a ponerse en pie.
—¡Está bien, esta bién! ¡Haré lo que me pides, pero por favor para!
Jung sonrió satisfecho y empezó a soltar lentamente sus mechones, para luego dejar descansar su adolorida cabeza. Observé cómo volvía a inclinarse hacia él, pero esta vez para susurrarle algo que no llegué a escuchar. Tras eso, el más bajo asintió y se fue corriendo lo más rápido que pudo. Ninguno de los matones lo persiguió, así que presentí que ya le habían permitido irse.
—Jung —le habló uno de sus cómplices.
—¿Ahora qué, idiota?
El "idiota" tragó grueso, como si él también le tuviera miedo. Se llenó de valor y lo soltó, aunque tartamundeando, —¿D-de v-verdad vamos a torturar a Kang?
Hubo silencio, muy típico en tal situación. Ya me dolían las piernas por estar agachada mientras contemplaba todo esto, pero no iba a dejar que mi incomodidad me evitara saber más.
—Sí —terminó respondiendo Jung.
—¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Y cómo lo haremos?
—No estés de preguntón. Sobre aquello, aún no lo sé, pero ya se me ocurrirá algo. Hasta ese entonces tenemos que seguir amenazando a más personas para que colaboren con nosotros.
Con que aún no tienen un plan exacto, ¿eh? «pensé, formulando una gran idea.
Decidí ya no ocultarme más, poniéndome recta sobre mis pies y atravesando el espacio de la puerta que conducía al callejón. Como era de noche y no había mucha luz en donde yo me encontraba, ellos no notaron mi existencia. Decidida, me recosté a la pared más cercana, cruzándome de brazos antes de llamar su atención con mi magnífica voz.
—Creo que los puedo ayudar.
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SOMOS UNO (#2SAGA: PRIMEROS AMORES)
Teen FictionKang acaba de desbloquear una nueva etapa en su vida: la preparatoria, un lugar en el que abunda el bullying, la violencia, el acoso y el desinterés. Él, tan reservado, tierno e inofensivo, se convierte en la víctima de Jung, el matón de la escuela...