NARRA KANG:
—Querida, que bueno que llegaste —le dijo nuestro chófer a Su-Jin apenas esta se acercó a nosotros.
Por mi mente no dejaban de pasar millones de preguntas, todas relacionadas con ella. ¿Acaso esto era una coincidencia? ¿Por qué justamente su perro tenía que ser el mismo al que yo rescaté?
Dejé de pensar en eso y me centré en las acciones de la chica, quien reflejaba la preocupación de cualquier persona que tuviera a su mascota en tales condiciones. Ella se puso al día con lo que había pasado, tranquilizándose un poco cuando supo que su perrito ya había salido de cirugía. Le permitieron ir a verlo, pero siempre manteniendo el cuidado necesario.
Mis piernas ya no aguantaban un minuto más de pie, así que me senté entre el señor Chu y mi padre, sintiendo un alivio indescriptible al acomodarme sobre el asiento.
Y aparte de todo el cansancio que tengo, aún sigo en uniforme.
Parezco un personaje de un anime escolar, de esos que viven seiscientas aventuras con su ropa del colegio. La sangre del pastor alemán —llamado Romeo— manchaba mis prendas, exponiendo ese color opaco que adquiere tal sustancia al secarse.
En este momento de mi vida en el que puedo reflexionar, me pregunto... ¿Dónde a quedado la moral de nuestra sociedad? O sea, ¿qué clase de persona puede atropellar a un perrito y luego hacer como si nada, sin siquiera desmontarse de su vehículo para ver si todo está bien?
Apoyé mis brazos en mis rodillas y escondí mi rostro entre ellos, queriendo poner a descansar mis adoloridos ojos. El bullicio que producía esta clínica no me lo permitía. Levanté la mirada de entre mis piernas y observé el frente, en donde se encontraban Ash y Érick sentados en asientos plásticos. El rubio mantenía su mirada muy concentrada en el suelo, ignorando a la belleza de chica que tenía a su lado.
Ash, por otra parte, revisaba su célular constantemente, como si estuviera esperando un mensaje nuevo o algo así. Cuando —de una vez por todas— el móvil vibró, ella revisó lo más rápido que pudo. Pero por su cara de decepción, parece que no era el que quería.
Ahora que lo pienso, ellos dos harían una linda pareja; Erick tan divertido y cariñoso, y Ash tan narcisista y extrovertida. Debería echarle una mano a su posible romance, así que manos a la obra.
—Érick, —lo llamé para que me prestara atención— ¿cuando iremos a un parque de diversiones?
Él frunció el ceño, —¿Y ahora por qué ese tema?
—Es que ayer vi en las redes que acaban de abrir uno nuevo, y dijeron en los comentarios que la instalación además de ser enorme, tiene las atracciones más extremas y adrenalinosas de toda la ciudad —informé, aprovechando la oportunidad para hablar lo suficientemente alto como para que Ash me escuchara.
Y sí, lo hizo, pero no solo eso, también nos pidió que la dejáramos ir con nosotros —tal y como tenía en mente desde un principio—. Al ver lo emocionada que se puso mi hermana y el brillo en sus ojos al pensar en visitar ese lugar, el rubio no aguantó más y la dejó acompañarnos. Ella, casi por instinto, se alegró tanto que dio un pequeño saltito en su lugar para luego abrazar tiernamente a Erick.
Noté la llama que se formó en los ojos de papá al ver a su única hija pegarse tanto a un chico.
Ay papá, si tú supieras las cosas que tu "querida niña" hace cuando no la ves.
...
Ya habían pasado cuatro horas desde que salimos de la enfermería. Me encontraba en mi habitación y como de costumbre, ojeando un nuevo libro. Escuché mi teléfono vibrar desde la mesita al lado de mi cama, así que alcé el brazo y lo tomé para revisar si era un mensaje. Efectivamente.
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SOMOS UNO (#2SAGA: PRIMEROS AMORES)
Teen FictionKang acaba de desbloquear una nueva etapa en su vida: la preparatoria, un lugar en el que abunda el bullying, la violencia, el acoso y el desinterés. Él, tan reservado, tierno e inofensivo, se convierte en la víctima de Jung, el matón de la escuela...