Saber decir adiós

109 9 4
                                    

Pov Diana:

A pesar de las ventanas semi bajas podía vislumbrar el cielo gris de Londres, lluvioso, gélido, generando un ambiente lúgubre ideal por cómo me estaba sintiendo, por eso este siempre sería mí refugio

La ciudad, como si supiera o le interesará realmente un insignificante humano, imitaba cada uno de mis estados de ánimo, no tendría que haberme ido de aquí en primera instancia, pero tampoco podía quedarme

Volví a observar el techo de la habitación cuando un trueno resonó tan fuerte que daba la sensación que hasta las paredes temblaron, era una lluvia perfecta, ideal para no hacer absolutamente nada más que buscar figuras aleatorias en las manchas propias de la madera, disfrutando el silencio y la paz de una mente en blanco, bloqueando absolutamente todos mis pensamientos

Una habilidad sensacional que tengo, no quiero pensar, recordar, volver a enfadarme, no, cuando cruce esas puertas será diferente, pero ahora estoy aquí, en el sitio donde todos los problemas esperan en la puerta, no ingresan, por eso tampoco quiero salir, algo que al parecer pone inquita a mi compañera de cama

-Mira, tiene cara de perro – señale la mancha, virando el rostro para observar su cabello despeinado sobre la almohada, viendo hacia el otro lado, algo que desee vuelva a hacer cuando me miro fastidiada – tú también en este momento

Me gusta tentar al destino, ¿qué le puedo hacer?

- ¿Me pregunto por qué será? – apoyo los codos en la cama, incorporándose unos centímetros – será imposible quitar la silueta de mi cuerpo de este colchón, hace 4 días estamos en la misma posición, Diana, ya no siento los músculos

-Bueno, tienes una silueta muy bonita, no me molestaría que quede grabada en mi colchón – sonreí sugerente, colocando la mano en su cintura – créeme cuando te aseguro que puedo hacerte sentir todos los músculos de nuevo en dos minutos – ingrese la mano bajo su remera acariciando su piel, aunque deje de hacerlo cuando la golpeo

-No seguiré fomentando esto – se sentó en la cama, observándome seria – saldremos de aquí, Diana Prince

-Disfruta tu paseo, no cuentes conmigo – volví a recostarme, emitiendo un quejido adolorido cuando se sentó brusca sobre mi vientre, cortándome la respiración

-Necesitamos un poco de vitamina D

-Está lloviendo – replique, recuperando el aire

-Ver gente – prosiguió sin importarle mi aclaración

-Sal al pasillo

-Alimentarme de algo que no sea la comida del hotel – al parecer no estaba dispuesta a escucharme

-Pidamos a domicilio, estoy segura que esa asquerosidad grasosa de McDonald's llega hasta aquí – alce los hombros

-Diana Prince – advirtió señalándome seria antes de suspirar, dejándose caer – hace cuatro días que no salimos de aquí – acomodo la cabeza en mi pecho, bufando

-Casi una semana, sabes que no me gustan las cosas por la mitad, por lo tanto estaremos aquí hasta que eso se cumpla – emitió un quejido que se oyó bastante como el de un animal herido

-No me obligues a utilizar mis armas más poderosas contigo, Diana – advirtió, sonreí colocando las manos en su cintura

- ¿Ahora si quieres follar? – me incorpore apoyando los codos en el colchón, sin soltarla

-La respuesta a eso sigue siendo no – se removió, vire los ojos, alejando mis manos de su cintura

- ¿Qué hice para merecer esto? – fingí suspirar

FuneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora