info: Theo y Aileen no son particularmente amigos cercanos hasta que una tormenta la aterroriza y Theo debe llevarla a su habitación. Se desata el escándalo.
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warnings: historia larga
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La noche comenzó a caer en medio de una tormenta y, a través de los grandes ventanales que daban al lago, podías ver a las escuelas de peces nadando más abajo para esconderse entre las algas y el barro debajo de la mazmorra. Envuelta en una gran manta de lana de cabra color crema y con una camiseta de algodón marrón y tu bata forrada de verde, encontraste calor junto al fuego crepitante mientras te apresurabas a terminar tu tarea de Pociones, consciente de que nunca la terminarías para el lunes, cuando era debido. Las velas de vainilla y manzanilla se encendieron solas alrededor del largo salón común y su aroma se mezclaba con el olor de la madera quemada, añadiendo a la sensación envolvente de hogar.
Un relámpago cayó sobre el lago, el primero de lo que serían muchas veces esa noche, y esperaste ansiosamente el trueno que se aproximaba. Pasó de un gemido a un rugido, tan fuerte que sacudió la sala común, y las dos botellas de vidrio verde colocadas sobre la elaborada repisa de piedra de la chimenea se balancearon entre sí con un silencioso «¡tintineo!», como si hicieran un brindis. El estrés se apoderó de tu mente, y mientras contemplabas alejarte de las ventanas, no podías encontrar en ti mismo el deseo de levantarte. Casi congelada por la fonofobia, así como por tu completa mortificación ante la idea de que alguien desagradable pudiera descubrir este miedo, garabateaste distraídamente sobre tu pergamino de tarea.
Cuando otro relámpago tocó el lago, la entrada de la sala común se abrió y la voz siempre familiar de tu amiga más querida, Pansy Parkinson, y algunos de tus otros compañeros de casa perturbaron el espacio en su mayoría silencioso. Con la mirada fija en tu tarea, no te diste cuenta de que se abrían paso a través de los pisos de mosaico plateado verde intenso y brillante hasta que Theodore Nott te empujó con demasiado cariño hasta el borde del salón en el que estabas y te robó la mitad de la manta mientras se sentaba. Los truenos volvieron a rugir en la atmósfera sombría y cargada de tormentas, dos veces más fuertes que la conversación de los grupos, y tu cuerpo se tensó.
A medida que Theo se acomodaba, te lanzaba una sonrisa incómoda como una rápida disculpa por invadir tu burbuja personal.
Los dos no eran amigos, solo amigos de amigos, y no era por otra razón que la conveniencia del grupo que alguna vez estuvieron en compañía del otro. De vez en cuando, había un período libre que ambos pasaban en la biblioteca y quien hubiera llegado primero renunciaba al otro y se sentaban juntos, pero solo hacían su tarea en silencio uno frente al otro. Nada de charlar, nada de socializar, ni siquiera un '¿qué te parece el clima?' Sin embargo, estabas de acuerdo con esto, ya que tanto Theo como tú eran personas privadas. O, al menos, fingiste estar de acuerdo con el acuerdo tácito.
