Sabrina esperaba en la oscuridad de un callejón mientras escuchaba el bullicio de la ciudad. Intento ignorar el horrible olor a vomito y sudor de los borrachos que estaban ahí.
La torre del reloj sonó anunciando el medio día. Uno de los borrachos se despertó por el sonido y se levantó para luego irse dando tumbos.
Ella sabía que probablemente no era un borracho, sabía que podría ser un espía del rey o de alguien más. Había espías en todos lados, en cada esquina o callejón de la ciudad. Miro alrededor en busca de un indicio de alguno aparte de los borrachos tirados en el suelo.
La figura de un hombre alto con capa apareció en el callejón. No tuvo que verle el rostro para saber que era su primo Sam, la persona a la que ella estaba esperando.
Su figura con esa capa, su altura y su complexión musculosa intimidaba a cualquiera. Sabrina por el contrario no podía provocar eso ya que era muy bajita, tenía un cuerpo delgado y con buenas curvas. Si alguien la veía sentía atracción no miedo ni nada parecido.
O eso era hasta que la veían sin la capa o la conocían mejor, era entonces que ella podía intimidar a cualquiera con solo una mirada.
Observo detrás de Sam para asegurarse de que nadie lo hubiese seguido. Tenían que estar siempre alerta, si la ciudad era peligrosa los barrios bajos de esta lo eran aún más. Nunca sabes cuando va a estar alguien escuchando detrás de una pared.
- ¿Y?- exigió ella cuando su primo estuvo lo suficientemente cerca.
- Rechace- respondió el mientras examinaba el callejón de la misma forma que ella- Me pareció que ofrecía muy poco por el trabajo.
- ¿Cuánto?- pregunto un poco irritada por haber tenido que esperar tanto para nada.
- Diez monedas de plata por escoltar a su hijo a la ciudad vecina.
Ella bufo.
- Se nota que valora a su hijo
Ambos trabajan de una forma que pocos podían. Asesinos, escoltas, ladrones... Lo que el cliente quisiera con tal de que hubiera buena paga. Y eran los mejores. No había nadie en la ciudad que no conociera sus nombres. En el país. En el continente entero.
Era difícil para muchos trabajar como ellos lo hacían. No todos sabían cerrar bien la boca o no hacían bien el trabajo y eso hacia que los clientes buscarán a personas como Sam y Sabrina, personas que no fallaban.
- Creo que hubiese ofrecido lo mismo por una mosca- cuando Sam dijo eso otra figura con capa apareció en la entrada del callejón. Sabrina sonrió un poco y miro a su primo- ¿Cuando exactamente hablaste con Jacob?- pregunto su primo cuando escucho alguien se acercaba.
Ella simplemente se encogió de hombros y camino hacia el hombre que se había detenido a cierta distancia de ellos.
Cuando estuvo frente a el pudo ver sus ojos cafés y su claro cabello castaño. El chico le sonrió.
- Nos vemos en casa. Me largo antes de que puedan hacerme vomitar- les dijo Sam mientras pasaba junto a ellos para irse.
Sabrina se rió y su primo le hizo un gesto de despedida con la mano.
Jacob se inclino hacia ella para besarla.
Ella no tenía idea de que eran pero ya llevaba tiempo. El sabía todo sobre ella y no parecía molestarlo. Se habían conocido porque el era amigo de Sam y trabajaba en una taberna que su primo frecuentaba mucho. Ella había puesto límites y barreras y Jacob las había aceptado, sabía de lo que ella era capaz y lo había aceptado.
A veces se preguntaba porque y no sabía si considerarlo idiota o valiente por no huir sabiendo todas las cosas horribles que ella era.
- ¿Podemos ir a la granja? Tengo hambre- dijo cuando el se separó un poco.
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Nieve y Tormenta
FantasyLas malas decisiones son comunes cuando vives en un mundo lleno de sombras y secretos que más que perderte podrían ahogarte. Porque la oscuridad, aunque te esconde, puede ser sofocante y nadie puede vivir por siempre en ella. Los secretos, aunque...