El Lord estaba frente a la taberna. Sabrina camino hasta el hombre con Sam a su lado.
- Pensé que no te encontraríamos aquí- dijo ella cuando estuvieron cerca.
- Con tu mensajito de ayer las cosas se han puesto peores y el rey los está buscando.
- Nos está buscando, no se te olvide incluirte, Lord.
Era cierto, la seguridad estaba más reforzada que antes, hasta les preguntaron sus nombres y dónde vivían a pesar de que eran los guardias del día anterior.
- Es mejor que nos vayamos- dijo el Lord.
Ellos lo siguieron todas las calles que camino hasta detenerse frente la casa de uno de los hombres más ricos de la ciudad.
El Lord tocó la puerta y una mujer de mediana edad que debía ser el ama de llaves le abrió. El se quitó la capucha pero Sabrina no pudo ver más que su cabello rubio un poco largo ya que estaba de espaldas a ellos.
La mujer asintió mientras abría la puerta del todo para dejarlos entrar. Los guío a una sala En el segundo piso donde estaban dos hombres cerca de una mesa y tres guardaespaldas con ellos.
Dos de los guardaespaldas no llevaban capas que ocultan sus rostros, esos estaban detrás de un hombre que tenía al menos cincuenta años.
El otro guardaespaldas si llevaba una capa que lo cubría.
Sabrina supo de inmediato que el era más peligroso que los otros dos.
El a diferencia de los otros dos, que eran todo músculos, era delgado. No es que no tuviese músculos, solo que su complexión era como la de Sam.
Ella sonrió.
O bien era un guerrero que sabía entrenarse o un asesino que en qué estado debía estar para su trabajo o... Bueno, lo mejor era averiguarlo.
El Lord se detuvo frente a la mesa en medio de la sala, ellos se detuvieron justo detrás de el.
- No esperábamos que vinieras, Dalan- dijo el hombre que tenía unos cincuenta. Sus ojos marrones parecían demasiado astutos para el gusto de Sabrina.
- Tuve algunos inconvenientes pero pude venir- contesto Dalan.
- Mi querido socio, el dueño de la casa, no está evidentemente pero nos ha prestado su casa para tener está reunión así que sentemonos.
Ella observo como los guardaespaldas se movían a los lados del hombre mientras el se sentaba. El otro hombre, que tenía entre unos treinta o treinta y cinco años, también pero el hombre que iba con el no se movió, al igual que ellos.
Sabrina lo miraba y podía jurar que el le devolvía la mirada.
- Entonces vayamos directo al grano para no abusar de la generosidad de tu socio, Garnard- dijo Dalan mientras se sentaba con los otros.
- Tu convocaste está reunión, Dalan. Dinos lo que quieres- Garnard hizo un gesto con la mano para indicarle que hablara.
- Es sobre los rebeldes, ellos...
- No ayudamos a los rebeldes tan directamente como tú, Dalan- lo interrumpió el otro hombre que no había hablado hasta ese momento.
- Brajam tiene razón, además se dice que un Lord trabaja con los Ferranger y que ese mismo Lord encontró a una de las princesas perdidas. Supongo que ese Lord eres tu, ¿no?- dijo Garnard mientras veía a Sam y luego a ella.
- No he encontrado a ninguna de las princesas y tampoco me he aliado con la reina de Terran. Eso es lo que dicen según me he enterado.
- Pero no niegas que trabajas con los Ferranger- eso fue más una afirmación que una pregunta de parte de Garnard y su tono hizo que Sabrina centrará más su atención en el.
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Nieve y Tormenta
FantasyLas malas decisiones son comunes cuando vives en un mundo lleno de sombras y secretos que más que perderte podrían ahogarte. Porque la oscuridad, aunque te esconde, puede ser sofocante y nadie puede vivir por siempre en ella. Los secretos, aunque...