Sabrina estaba sentada sobre la rama de un árbol mientras observaba a Licia y Jacob alimentar a los cerdos y gallinas. Tenía un trozo de madera en manos y una daga con la que le daba forma a la madera.
Había pasado una semana desde que fueron a la reunión de los Lores, el hombro de Sam ya había sanado y el quería volver a trabajar con el Lord pero Sabrina no.
No después de ver cómo el la protegía y escuchar el impacto de la flecha en su cuerpo.
No después de que casi mataran a Sam por su culpa.
No después de que sus pesadillas empeorarán y viera a Sam morir en ellas junto a sus padres. Cada que cerraba los ojos veía las que se habían convertido en las dos peores noches de su vida.
Suspiro y miro las nubes, el día estaba caluroso algo común en casi todos los lugares de Larcrom. No era como Alyrende, un paraíso congelado.
- Sabes que pasara si alguien te ve haciendo eso ¿no? -le dijo su primo que se había subido a la rama que estaba por encima de ella.
Sabrina miró la figura de madera en la que había grabado el escudo de Alyrende.
Era un lobo, mirando a sus cachorros que jugaban en el bosque, los vigilaba desde el cielo. El lobo tenía una diadema.
- Probablemente me quemen o algo así.
- O te lleven al lago Cadiary en invierno y te dejen congelando en el.
El lago Cadiary era un lago de Alyrende, se encontraba en el bosque que rodeaba Kidares, la ciudad donde se encontraba el castillo Lurbram. A la gente de Alyrende que iba contra el rey los llevaban a ese lago y los lanzaban a él con grandes cadenas para que murieran congelados.
Sabrina solo miro el trozo de madera antes de meterlo a su bolsillo y empezar a bajar del árbol.
- Sabrina...
- No vas a convencerme- le dijo ella y cuando estuvo en el suelo fue hacia el camino del bosque que guiaba hacia las afueras de la ciudad. Tenían ese camino para que no los vieran salir de la granja cada que Sabrina y Sam hacían sus trabajos.
- ¿A donde vas?- le pregunto Sam, comenzando a seguila.
- Quedate, Sam.
Lo escucho detenerse y pudo sentir su mirada pesarle, el sabía a donde iba.
Ella camino entre el bosque mientras un montón de cosas pasaban por su mente y luego de entrar a la ciudad no fue a los barrios bajos como siempre, sino a uno de los barrios más finos de la ciudad.
Se detuvo frente a una casa y lo pensó un momento antes de tocar la puerta.
Una mujer mayor le abrió, la señora le hizo mala cara pero la dejo entrar.
- En la sala- le dijo la anciana y Sabrina entró allí.
Estaban varios hombres y mujeres, prostitutas la mayoría. Claramente todo estaba decorado de manera muy fina, vino caro, copas de plata y algunas cosas de oro. Todo muy refinado.
Pero la gente que estaba ahí no era ni la cuarta parte de refinada que el lugar.
Sabrina se acercó a una mesa vacía en el fondo, había un juego de ajedrez encima. Se sentó y miro las piezas.
Su mente iba de un lado a otro, pensando en en lo que debía hacer ahora.
Aceptar de nuevo un trabajo del Lord sería una estupidez. Para aceptar ir contra el rey se debía ser muy estúpido o querer morir.
Ella ya había demostrado suficiente estupidez por toda su vida.
Pero tenían que irse no solo de Dirnalia o Larcrom, sino de Ilcim, todo el continente era un peligro para ella y su familia, el dinero que tenian no seria suficiente. Jacob le había dicho que usarían el dinero que el tenía guardado pero aun así no sería suficiente, no sabían con qué problemas podían toparse por el camino.
Tenían cuatrocientas setenta monedas de oro y Jacob tenía doscientas monedas de plata, pero eso podía volverse nada si se les presentaba algún inconveniente, ya sea que se enfermarán, que en algún barco quisieran cobrarles de más, que al llegar a otro continente les cobrarán más por ser de Ilcim... Todo podía salir mal si no se aseguraba de tener el dinero suficiente.
- ¿Analizando tus próximos movimientos en la vida con piezas de ajedrez?
Escucho que le decía una voz familiar, ella alzó la vista hacia el portador de esa voz.
- El juego es más fácil que mi vida.
- No seas ridícula, Sabrina. Tienes una vida buena para tener ser una chica joven que vive de matar y robar- dijo el mientras se sentaba frente a ella.
- Está no es la vida que quiero.
- Ni la que mereces, pero es la que tienes.
- No, ciertamente no merezco esta vida, sino una peor.
- No te dejes llevar por lo que te dice la vieja loca de tu tía si eso es lo que pasa.
Ella pasó la mano por su cabello y suspiró.
- Yo... Sam casi muere por mi culpa.- le dijo.
- Ah, ya. Eso fue lo que te dijo tu tía- dedujo el mientras se llevaba la botella que tenía en la mano a los labios.
- Pero es fue lo que pasó, el se metió en medio y una puta flecha le dio en el hombro. Si le hubiese dado en otro lugar estaría muerto, y aún así el idiota quiere seguir trabajando en contra del rey.
El la miro con sus oscuros ojos grises.
- Siempre pensé que eras mas valiente que Sam...
Ella estuvo a punto de soltarle todas las maldiciones que se le vinieran a la mente.
- ...pero en realidad siempre ha sido así. Sam es más valiente que tú cuando realmente importa y tú te acobardas. El lucha por protegerte aunque esté en la peor situación y tu sales corriendo cuando las cosas se ponen realmente feas. Te escondes.
- Yo...- quiso decirle que no era cierto pero el era la persona que más la conocía después de Sam- ¿Que hago, Federic?
- Deja de ser cobarde, tú no vas a venir aquí a mentirme y decirme que trabajaste con ese Lord solo por el dinero, tú deseas con todas tus fuerzas que el rey caiga. Piensa en que este trabajo es en beneficio de ese deseo y que si haces las cosas como te enseñe vas a irte de este maldito lugar y volverás el día que el rey ya no tenga el dominio de todo.
- Ese día no llegará.
- Entonces no vuelvas pero tienes la oportunidad de irte de este nido de arañas y lo harás. Vete- le dijo mientras se levantaba y le daba otro trago a su botella.
Sabrina alzó sus cejas. Federic hizo lo mismo.
- ¿Que esperas? Vete ya.
- Pero...
- Ve, busca a Sam y hagan ese ultimo trabajo para que puedan irse.
Ella se quedó callada un momento mientras lo veía.
- ¿Por qué, Federic? ¿En qué te beneficia esto?- le pregunto, no entendía porque el quería que se fuera si su estancia aquí podía beneficiarlo.
- Ayy, Sabrina, siempre has sido tan ciega...- suspiro- Anda, vete y no le des tanta importancia a lo que te dice Licia.
Sabrina lo miro unos segundos más antes de levantarse.
- Adiós, Federic.
- Despídete desde ahora pero si tienes la oportunidad de venir de nuevo antes de irte no dudes en hacerlo- le dijo sonriendo.
- No aceptaré ese trabajo- le dijo y luego se fue.
Pensó en lo que su maestro le dijo, quizás debía hacerle caso. Camino un rato por las calles.
Lo que Federic le dijo si se había echo un espacio en su mente y ahora de verdad lo estaba considerando aunque no le agradaba que la estuviera haciendo cambiar de opinión, además de que eso no era buena idea. Estaba loca por siquiera considerar de nuevo ir contra el rey pero quería irse, allí se sentia encadenada a algo que ni siquiera entendia que era.
Luego de pasar al menos dos horas caminando por ahí volvió a la granja por el mismo camino que se había ido.
Al llegar todos estaban en la cocina, como siempre. Miro a Sam.
- Tenemos que buscar a ese Lord.
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Nieve y Tormenta
FantasyLas malas decisiones son comunes cuando vives en un mundo lleno de sombras y secretos que más que perderte podrían ahogarte. Porque la oscuridad, aunque te esconde, puede ser sofocante y nadie puede vivir por siempre en ella. Los secretos, aunque...