Salieron en la mañana como Sabrina le dijo a Jacob que harían. Fueron lo suficientemente lejos para que cualquiera que los hubiese visto de verdad creyese que iban a otra ciudad.
Cambiaron sus caballos por otros en una granja y volvieron, está vez no con las ropas de viaje sino con los trajes de cuero negro que utilizaban para trabajar.
A veces se preguntaba si estaba loca por llamar a eso un trabajo.
Entraron a la ciudad sin problemas y nadie noto sus armas además de la espada, el arco y el carcaj con flechas que iban a sus espaldas.
Los guardias tampoco hicieron caso de las capas que no dejaban ver sus rostros.
Nadie notaba esas cosas porque todos los días entraban y salían personas así, incluso más sospechosas de lo que ellos se veían.
Inspeccionaron las calles y dejaron los caballos a cuatro cuadras de la calle que usarían.
- Me iré para seguirlo hasta aquí. Cuando esté en el sitio atacas, yo lo haré después, mantén los ojos abiertos mientras estás sola- le dijo su primo.
- Dejaré un mensaje.
Para su sorpresa Sam no dijo nada y solo asintió antes de bajar del techo en el que se encontraban.
Faltaban solo diez minutos para las ocho. Sabrina espero oculta entre la oscuridad de la noche.
El olor a pan le llegó desde la panadería de la otra calle. A veces le sorprendía lo desarrollado que estaba su sentido del olfato.
El de Sam también era así, le había dicho una vez que ella lo había mencionado.
Se escuchó el ruido que hacían los cascos de los caballos y las ruedas al pasar por la calle, entonces un lujoso carruaje doblo la esquina.
Sabrina se aseguró de que la calle estuviera completamente sola y cuando el carruaje estuvo lo suficientemente cerca ella tomo su arco y una flecha antes de saltar.
El carruaje se detuvo. Una flecha atravesó la garganta del conductor sin dejarlo decir una palabra.
Sam salió de un callejón cercano y Sabrina fue al carruaje.
Abrió la puerta y tomo una de las dagas que tenía oculta, corto la garganta del Lord, un hombre obeso y de poco cabello, antes de que este pudiera entender lo que pasaba.
Miro a la joven a su lado y estuvo a punto de dejarla ir cuando se percató de que su capucha había caído dejando ver su rostro.
- Lo siento, cariño, pero nadie que ve el rostro de Sabrina Ferranger vive para contarlo- dijo antes de cortar su garganta también.
Tomo un poco de la sangre y empezó a escribir su mensaje en la puerta del carruaje. Sam espero detrás de ella.
Se escucharon cascos de caballos cuando ella ya había terminado el mensaje.
Corrieron a las casas y subieron a los tejados . Los caballos doblaron la esquina por donde había venido el Lord. Sam y ella empezaron a correr y saltar de tejado en tejado.
Los caballos se detuvieron y se escucho como uno de los guardias empezaba a dar ordenes, luego un grito:
- ¡Allá están!
Sabrina empezó a correr y saltar mas rápido entre los tejados, Sam le seguía el paso. Los soldados montaron sus caballos y cabalgaron tras ellos.
- ¡Tu capucha!- Le grito Sam. Ella volvió a ponérsela rápidamente.
Bajaron de los tejados en el sitio donde dejaron los caballos y los montaron, cabalgaron tan rápido como los caballos podían ir. Flechas empezaron a volar en su dirección.
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Nieve y Tormenta
FantasyLas malas decisiones son comunes cuando vives en un mundo lleno de sombras y secretos que más que perderte podrían ahogarte. Porque la oscuridad, aunque te esconde, puede ser sofocante y nadie puede vivir por siempre en ella. Los secretos, aunque...