Capitulo XI

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-¡Sam!

El grito que salió de la garganta de Sabrina fue doloroso y desgarrador mientras oía el sonido de una flecha impactar en el cuerpo de su primo.

El recuerdo de la noche en que murieron sus padres vino a ella y su corazón se apretó de una forma dolorosa mientras el miedo se apoderaba de su cuerpo impidiendo a su mente reaccionar.

Sintió que su mundo se detenía, que dejaba de girar por unos segundos hasta que lo oyó decir:

- Estoy bien, estoy bien.

- Muévete, idiota- le dijo con voz quebrada mientras lo tomaba del brazo y empezaba a correr hacia cualquier lugar lejos.

El la siguió pero lo oía quejarse.

Aún no había visto dónde le había dado la flecha pero no podía verlo en ese momento o entraría en pánico.

Flechas y dagas seguían siendo lanzadas a ellos y una le dió en la pierna pero no le dió importancia mientras seguía corriendo.

Se metieron en un callejón y Sabrina se apresuró hacia una alcantarilla.

- Entra- le dijo a su primo y el le hizo caso.

Se quedó escuchando unos segundos antes de girarse hacia Sam y empezar a revisarlo.

La flecha le dió en el hombro.

- Hay que sacarla.

- No aquí.

- ¿Y donde más? ¿O irás a casa con eso y que los guardias te pregunten por qué tienes una flecha en el hombro?

Sam puso los ojos en blanco pero se inclino un poco hacia ella.

Sabrina tomo un respiro antes de buscar un pañuelo en su bolsillo, vio el lugar donde estaba clavada la flecha y sintió ganas de vomitar.

Había visto cosas peores antes pero no en el cuerpo de Sam y las veces que había pasado algo así antes había terminado vomitando de verdad.

Dió pequeños toques cuidadosos alrededor de la herida antes de tomar la flecha.

- Hay voy.

- Espera...

Lo siguiente que escucho fue su grito ahogado cuando la saco y puso el pañuelo rápido sobre el lugar.

- Vas a estar bien, vas a estar bien...

- Voy a estar bien, Sab. He pasado por cosas peores.

Ella sintió sus ojos arder y bajo la mirada antes de empujarlo sin importarle que estuviera herido.

- No vuelvas a hacer eso, Sam Ferranger. Nunca. Jamás en tu puta vida- dijo molesta, dolida pero también aliviada.

- No lo prometo.

- La próxima vez que lo hagas voy a matarte con mis propias manos- las lágrimas resbalaban por su rostro mientras veía a cualquier lugar que no fuera el.

- Sab...

- No lo hagas, Sam. No te atrevas a hacer eso otra vez. ¿Por qué no solo bloqueaste la puta flecha con algo?

- No iba a darme tiempo de buscar una daga para bloquearla.

- Te odio, maldito idiota.

- No estarías llorando si me odiaras.

- Lo que me hace llorar es el horrible olor que hay aquí, no tu.

-Como digas.

Ella se limpio las lágrimas.

- Ya vámonos.

Salieron de la alcantarillas y caminaron por la ciudad por una media hora, sin capas. Solo estaban paseando para la vista de todos pero en realidad estaban despistando a cualquier espía.

Sam mantenía su herida con un pañuelo tapada debajo de su traje pero tuvieron que irse antes de que terminara desangrandose.

No fue sencillo salir de la ciudad ya que Sam tenía mal estado y tuvieron que decirle a los guardias que lo hirieron en una pelea.

Cuando llegaron a la granja el ya estaba un poco débil y Sabrina tenía que ayudarlo para que no fuera a caerse.

Liria y Jacob estaban en la cocina, cómo siempre, con rostros preocupados. Licia palideció al ver el estado de Sam.

- Siéntalo, rápido.

Ella lo dejo sobre una silla mientras retrocedía un poco. El miedo que tenía antes había pasado pero seguía estando preocupada.

Licia empezó a atenderlo.

Sabrina observo el proceso en silencio. Sentía ganas de vomitar mientras pensaba en que eso había sido su culpa, ella no había notado la flecha y Sam la protegió con su cuerpo.

- Fueron ustedes ¿verdad? ¿Ustedes eran los que estaban reunidos con unos rebeldes?.

Al parecer Licia y Jacob ya se habían enterado, aunque no era una información verdadera pero si similar a lo que pasó. Traidores, rebeldes. Ya ni siquiera se veía la diferencia, todos tenían un mismo objetivo en común.

Sabrina no dijo nada, solo se quedó viendo el hombro de Sam que ahora estaba correctamente vendado y su herida estaba limpia.

Sintió que Licia se acercó y ella la miro, su rostro estaba lleno de rabia.

Su mejilla ardió cuando su tía le dió una fuerte bofetada.

Sabrina no reaccionó, solo volvió a mirarla con una expresión vacía aunque dentro de ella habían un montón de emociones.

- Esto es tu culpa.

- Lo sé- respondió con una voz vacía, monótona.

- ¿Eso es lo único que dirás? ¿Lo sé? ¿Ni siquiera una disculpa? ¡Sam pudo haber muerto por tu culpa y a ti no te importa! ¡Eres una egoísta, Sabrina! ¡Tu...!

- ¡No fue su culpa!- intervino Sam- Ella...

- Cállate- le dijo Sabrina a su primo- Licia tiene razón.

Miro a su tía, a Jacob y luego a Sam.

- Las personas como Licia de alguna forma nunca se equivocan- les dijo antes de irse a su habitación.

No lo decía por rabia, de verdad creía que su tía tenía razón.

Licia le dijo que iba a terminar arrastrándolos a todos con ella y ahora Sam estaba herido. Si la flecha hubiese dado en otro lugar Sam podría estar muerto y sería culpa de ella.

Y esa no era la única cosa de la cual ella era culpable.

Nieve y Tormenta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora