Capitulo II

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Las calles estaban tan ruidosas como siempre y el calor era insoportable. Las capas solo lo empeoraban.

Sabrina camino junto a su primo hacia la taberna donde trabajaba Jacob. El sitio estaba lleno de gente a pesar de que apenas eran las diez de la mañana. Algunos iban con capas ocultando sus rostros y otros no.

Jacob estaba ahí atendiendo a varios clientes, la mayoría ya estaban borrachos.

Ella miró hacia el sitio donde había acordado con el hombre el dia anterior. El estaba ahí. Camino hasta la mesa en donde estaba el hombre y se sentó frente a el con Sam a su lado.

El hombre al igual que ellos llevaba una capa que no dejaba ver su rostro.

- ¿Pensaste en mi propuesta?- pregunto el Lord.

- ¿Cómo se que no me estás engañando? Me dijiste que eres un Lord ¿Por qué querrías salir de la buena vida?- cuestionó ella.

- Porque lo que hace el rey no está bien, cada día muere más gente inocente ¿Por qué no querría detener eso?.

- Sigues sin darme una razón para creerte.

Eso se escuchaba demasiado bueno y noble para ser verdad, la gente en realidad no es así y Sabrina lo sabe.

- No creo que me convenga traicionarte si aceptas, Ferranger

Varias personas se voltearon cuando escucharon el nombre.

Ella dejo escapar una risita que normalmente hacía que la gente quisiera salir corriendo. Y en efecto, los que habían mirado hacia ellos volvieron rápidamente a sus asuntos.

El Lord se tenso.

- Lamento decirle, Lord, que la única palabra en la que confío es en la de mi primo- dijo e inclino un poco la cabeza hacia Sam.

El hombre permaneció en silencio unos segundos, pensándolo.

- Mataron a mi esposa- dijo finalmente- Ella era de Terran.

Terran era uno de los reinos que había caído a manos del Rey.

- Se enteraron de que habían traidores en el castillo que ayudaban a los rebeldes y ella era una de las principales sospechosas- continuo el Lord- Un día me dijo que iba a casa de su madre y al día siguiente me llamaron para ir a su juicio y luego a su ejecución porque ella se estaba reuniendo con los rebeldes a los que ayudaba.

- ¿Y usted qué cree?- pregunto Sabrina.

- Creo que mi esposa era inocente, y que si de verdad estaba traicionando al rey entonces tenía motivos para hacerlo.

- ¿La hubiese ayudado?

Sam se movió un poco junto a ella.

Estaba haciendo demasiadas preguntas que no tenían nada que ver con el trabajo.

- No, porque fue su muerte lo que me hizo abrir los ojos- respondió el Lord.

Sabrina lo evaluó, su altura y su voz.

- ¿Cuántos años tienes, Lord?- No se escuchaba viejo, de hecho parecía muy joven. Sabrina había aprendido a notar esas cosas. Cuando una persona es joven y cuando no o cuando es un guerrero o una persona que nunca ha luchado en su vida.

- ¿Que edad tiene usted, Ferranger? Para muchos es un secreto.

- Y lo seguirá siendo.

Ella miró a su primo. Sintió cuando el dió un golpecito en su bota con la de el. Era un codigo que habían establecido, un golpe si, dos no.

Miro de nuevo al Lord.

- Aceptaremos- fue todo lo que dijo para dejarle el resto a Sam.

- Pero primero debemos dejar en claro algunas cosas- dijo su primo al Lord que se sorprendió ya que Sam no había hablado hasta ese momento- Uno: No matamos a niños. Dos: Eres nuestro cliente, no somos tus sirvientes ni tus esclavos. Tres: No nos involucramos en nada que se salga del trabajo no usas nuestro nombre para nada a menos que nosotros lo aceptemos ¿Entendido?

El Lord asintió y Sabrina le tendió la mano.

- ¿Hecho, entonces?

- Hecho- dijo el hombre estrechando su mano.

- ¿Cuál será nuestro primer trabajito?- pregunto ella con voz cantarina mientras soltaba la mano del hombre y juntaba las suyas frente a ella sobre la mesa entrelasando sus dedos.

- Matar a un Lord, está en la ciudad y sospecha de mis movimientos. Sale a muchas fiestas en todas partes durante la noche.

- Nombre.

- Lord George Bronton.

- Danos una semana, en una semana estará listo. Nos veremos aquí para que nos entregues nuestro dinero- Sam y ella se levantaron de la mesa. Sabrina se acercó un poco a él para susurrar- Nos vemos, Lord Traidor.

Eso fue una pequeña amenaza. Por si se le ocurría traicionarlos a ellos.

Salieron de la taberna sin siquiera volver a mirar al Lord.

No sé quitaron sus capuchas hasta que estuvieron bien adentrados en la ciudad y se perdieron entra la gente.

- No me has dicho todavía cuánto nos dará- le recordó Sam después de un rato. Ella sonrió.

- Ciento cincuenta monedas de oro por trabajo.

Su primo parpadeo asombrado.

- Es una buena cantidad.

- Lo es.

- Mañana haremos una pequeña búsqueda- Su primo sonrio de una manera que ella interpretaba como que la diversión estaba por comenzar.

Nieve y Tormenta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora