Colin Brandom

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Capítulo 3

Los primeros rayos del sol le dan de lleno a la cara de Natasha. Arruga su frente y cierra con más fuerza los ojos, pero de todos modos ya está despierta. Un día largo la espera.

Durante la noche se había puesto a acomodar su ropa, a estudiar sus archivos del invento de Levvi y a esconderlos luego, y por supuesto, siguió investigando sobre Melissa, la mujer que capta la atención de Natasha, pero no pudo encontrar nada, solo ruega que S.H.I.E.L.D. consiga información de ella pronto.

Se tapa la cara con las sabanas de seda blanca y suplica poder dormir aunque sea una hora más. Pero no puede. El despertador suena y la obliga a levantarse maldiciendo en su lengua natal.
El trabajo de Nataline está por comenzar.

A paso lento se dirige al baño, se da una ducha rápida, se peina su hermoso cabello rojo con un peinado recogido y se maquilla un poco. Cuando termina se dirige al gran armario, y elige para hoy una camisa blanca, una pollera negra bien al cuerpo y unos zapatos de tacón negros con detalles dorados. Ya está lista. Se sonríe al espejo y baja rápidamente a la cocina para desayunar.

—Buenos días, Nataline. —le saluda Carmen, que está en una esquina lavando los platos. —Tu desayuno está en la mesa.
Natasha mira la mesa y ve sobre esta su desayuno, uno muy completo.
—Gracias, Carmen. —dice ella mientras camina a la mesa. Mira a Claude con la intención de agradecerle a él también, pero lo nota muy concentrado leyendo un libro viejo. La mira a Carmen —¿Qué le pasa?

—Hoy el señor Levvi le pidió que cocine algo especial esta noche, la señorita Melissa va a invitar a un amigo a cenar.
—Ah, ya veo... —comenta y le da un trago a su jugo de naranja.
Natasha se dedica a estudiar la cocina, esta vez es más fácil ya que la luz del día la ilumina completamente.
Es bastante grande, con muebles de la mejor madera, muy bien equipada y completa. El toque que más le gusta a Natasha es que tiene un gran ventanal en una de las paredes, que revela el hermoso patio trasero de la casa, lleno de plantas y árboles.

—Buenos días, Nataline. —la saluda Levvi, mientras baja de la escalera. Natasha junto a los guardaespaldas de Levvi lo estaban esperando a metros de la puerta de entrada.
—Buenos días, señor. —responde ella con una sonrisa.

—¿Lista para empezar el día?

—Lista.
El guardaespaldas de Levvi, John, es el primero en salir, seguido luego por Nat y Levvi.

Se suben a un auto negro, muy espacioso y se ponen en marcha hacía el consultorio de Levvi.
Eso Nat lo recuerda, esta en los archivos que estudió, Levvi tiene un consultorio privado en un edificio en el centro de Paris, donde atiende a mucha gente por día.
Durante el viaje, Levvi no paraba de hacerle peticiones y de recordarle cosas a Natasha, que ella apresuradamente las anotaba en la agenda, y piensa mientras tanto como resolverlo.
Es muy buena, lo admite. Piensa que si no hubiera sido un experimento de la KGB, o si no estuviera trabajando para S.H.I.E.L.D sería una muy buena secretaria.
—No olvides de llamar cuando lleguemos a la señora Bofuand, y recordale que su turno pasa para la otra semana. —recita Levvi sin quitar la mirada de la ventana, mientras Natasha no para de escribir.—Y haceme acordar que vaya a comprar un traje para la fiesta de gala que tengo la otra semana. Eso es todo, por ahora.

—Muy bien, señor. —Dice Nat mientras escribe. Cuando termina, deja la lapicera sobre la agenda y dirige la mirada a la ventana. La gran torre Eiffel pasa delante de ellos. Ella habrá estado mirandola muy fascinada, porque esto le llama la atención a Levvi.
—¿Te gusta París? —le pregunta.

—Me encanta.

—Se te nota.—dice él con una pequeña sonrisa.

—Me gustaría vivir toda mi vida acá.

Misión 100 | ClintashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora