Un instante de pasión

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Capítulo 18

Ya habían pasado dos horas, dos eternas horas en lo que lo único que sintió fue un dolor demoledor. Ya no puede identificar donde le duele, si en su corazón, si en su alma -si es que tiene una- o en su cabeza.

Comienza a creer que todo su cuerpo le duele.
Desea que sea la clase de dolor físico que aprendió a soportar en la KGB, pero no. A este dolor no le enseñaron a ignorarlo y por eso siente que le afecta aún más.

Llegó al hotel y lo único que hizo fue tirarse a la cama a llorar, sin siquiera sacarse su abrigo o botas, llorar era lo único que la consolaba y por ende olvidó todo lo demás.

¿Qué acaba de hacer?

Arruinarle la vida a Barton, probablemente. No es capaz de imaginárselo, o no quiere. La única imagen mental que podría crear la espía es de él sufriendo por culpa de ella y eso terminaría por matarla de pesar.

Mantiene la mirada en el techo como hace veinte minutos.
Siente que la tormenta se va, pero ahora tiene que lidear con los desastres que dejó ésta.

Mira el reloj. Las doce de la noche. Sabe que es tarde, pero llama a Hill con la intención de averiguar si Barton está en la base.

Treinta minutos pasaron y Natasha se para en frente de la puerta con el número 104 grabado en ella. Hill le había pasado la dirección del hermoso hotel dónde Barton decidió pasar el resto de los días que le quedan en París.

Levanta la mano con la intención de llamar a la puerta, pero siente como el corazón le sube hasta su garganta. Retiene el llanto con todas sus fuerzas.

Respira profundo, toma fuerzas de donde no tiene, y toca la puerta dos veces.

Los pensamientos salen disparados de su mente.

Es muy tarde ¿Y si está durmiendo y no me abre?
Ni siquiera pensé en que le voy a decir.
¿Y si se enoja? ¿Si me dice que me odia, que no me quiere ver más?
Me va a echar de su habitación.
¿Qué le voy a decir?
No me va a perdonar.

Nadie responde. Primero se pregunta si está en la habitación correcta, y después de chequear el mensaje de Hill para corroborar, vuelve a tocar la puerta.

Seis segundo después, la puerta se abre lentamente.

Natasha siente su cuerpo inmóvil de la nada cuando ve a Barton parado del otro lado del umbral.

Ambos están iguales. Ambos tienen los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, ambos están desarreglados, y a los dos los invade una tristeza imposible de evadir. La única diferencia entre los dos es que Barton está vestido con su pijama, una remera violeta manga corta y un pantalón negro.

Los dos llevan la carga de una larga y horrible noche en los hombros.

Sorprendido, confundido e impactado, así es como se describiría a Barton ahora. No esperaba verla a Natasha, por lo menos no por un largo tiempo.
Él también está paralizado detrás de esa puerta.

Y finalmente Natasha reacciona. Empuja la puerta sin tanta brusquedad y entra a la habitación de Barton sin pedir permiso. Se para en medio de ésta y en tan solo unos segundos le echa un vistazo. Todo está en perfecto orden, es una habitación hermosa y grande, amueblada a la perfección y llena de decoraciones de diferentes tonalidades de blanco. La gran cama que está apoyada contra una pared tiene los mismo colores blancos de la habitación y esta deshecha solo de un lado, el lado donde Barton estaba durmiendo.

Misión 100 | ClintashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora