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Con la cámara en mis manos, el entrenamiento a punto de comenzar y el perfecto lugar que tenía junto al banquillo del equipo, dejé que la magia actuara por sí misma. Enfocaba el objetivo de la cámara a los distintos miembros del equipo, ganándome sólo curiosas miradas por parte de todos los jugadores. Sabía que era una completa extraña allí, pero lo hacían demasiado obvio y me sentía incómoda. El entrenador también se dedicaba a observar todas las fotos que hacía, por lo que dirigí el objetivo de la cámara hacia él, robándole una foto y haciendo que acto seguido riera a carcajadas, haciendo que literalmente todo el equipo frenase todo lo que estaban haciendo para observarnos.

¡Más te vale que haya salido bien! Es la única foto que me han hecho en años.
—¡No tiene sentido alguno que el entrenador no tenga su hueco en el artículo!

Mi mirada volvió a dirigirse al campo a través del visor; todos se miraban entre ellos con un aura extraña, pero decidieron volver a lo que debían hacer. A veces sentía que era un deporte demasiado brusco, pero requería tantísima habilidad y fuerza que la idea de que era simplemente empujar y correr desaparecía de mi cabeza. Cada deporte era un arte, y podías comprenderlo mejor o peor, pero no criticarlo.

Si de algo me había dado cuenta en todo el tiempo que llevaba fotografiándoles era que Jay verdaderamente destacaba por sus habilidades y su liderazgo. Siempre encontraba el momento perfecto para mandar en la ofensiva y su recepción de balón era impecable. A veces me era difícil cambiar la vista de lugar, pero no era únicamente por lo atractivo que se veía, sino porque cada jugada era limpia, perfecta; era simplemente adictivo.

Jay juega muy bien, ¿verdad?—Me preguntó el entrenador de la nada, viendo que mis ojos se habían posado instintivamente sobre él.
¡Es genial! No sabía que podía ser tan ágil. ¡Se nota que le apasiona lo que hace! Es un deporte muy curioso.

El entrenador no pudo ocultar una sonrisa que quería salir de lo más profundo de su corazón. Sentía que por fin alguien valoraba el trabajo que estaba haciendo entrenando a esos chicos y por fin lo sentía admirado. Yo no era consciente de la alegría que aquello le causaba, sin embargo, me encargaría de mantenerla el tiempo que estuviera entrenándoles. Era un hombre lo suficientemente mayor como para jugar, pero suficientemente joven para seguir entrenando al equipo unos años más. 

El entrenador hizo sonar el silbato que colgaba de su cuello para llamar la atención de los jugadores; al parecer era el momento del descanso

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El entrenador hizo sonar el silbato que colgaba de su cuello para llamar la atención de los jugadores; al parecer era el momento del descanso. Bajé la cámara y por fin pude descansar de la presión que tenía sobre mis hombros para que la cámara no temblara innecesariamente. Estiré mi cuello y mis hombros mientras observaba cómo se acercaban al lugar donde se encontraba el entrenador sosteniendo con toda la fuerza que tenía una nevera llena de agua y cómo trataba de coger al mismo tiempo una cesta llena de toallas para que secaran el sudor. Al ver la forma en la que batallaba por llevar ambos objetos, decidí acercarme y tomar la cesta de toallas. El entrenador me sonrió, agradeciendo el gesto y yo por supuesto se lo devolví.

Comenzó a repartir botellas a todos y cada uno de ellos mientras los motivaba y los felicitaba por su esfuerzo. Yo iba justo detrás de él, repartiéndole una toalla en cuanto recibían el agua. Algunos me agradecían con una sonrisa, otros asentían, otros se inclinaban levemente, pero ninguno parecía atreverse a dirigirme ni una sola palabra. Quise pensar que el cansancio que tenían en su cuerpo era tal, que las palabras no salían de ellos; sin embargo, al llegar al quarterback del equipo, no sólo se encargó de hacer contacto físico con mi mano, sino que tras ganarse mi atención por aquel inocente roce, pude escuchar su voz.

—Gracias.

Fue breve pero suficiente. Una enorme sonrisa se plasmó en mi rostro al sentir que él de verdad parecía agradecido por la acción y no era una gratitud por compromiso. El entrenador golpeó la espalda de Jay, se notaba que estaba verdaderamente orgulloso de él, y justo tras aquel gesto, nos dirigimos de vuelta al banquillo. Sin que yo misma me diera cuenta, entretenida con las tareas del club y ayudando al entrenador en lo que los jugadores descansaban, los jugadores se reunieron alrededor de Jay.

¿Qué creéis que está planeando?—preguntó un corpulento chico de bajita estatura.
Yo creo que está intentando ganarse nuestra confianza para ver quién cae primero.—habló otro de ellos.
¿Por qué tienes que pensar así, Geonhak?—recriminó Jay.
Porque no es la primera vez, Jay. ¿O ya no te acuerdas de la chica que vino hace dos años? Empezó exactamente igual, tratándonos a todos bien y luego ¿qué hizo? Pensé que te acordarías.—volvió a hablar el bajito.
ChangBin, sabes de sobra que-
—Dejadlo, si a él nunca le va a molestar nada porque siempre acaba siendo la portada de la revista de la universidad.

Los puños de Jay se apretaron con fuerza. Él había sido perseguido hasta su casa, le habían tocado sin su consentimiento, le habían fotografiado incluso con su madre yendo a hacer la compra. Jay no tenía ni un sólo momento de respiro al día sólo porque despertaba curiosidad en todos, y si a eso se le sumaba que venía de Estados Unidos... Aquello era lo que hacía explotar aquella incógnita.

—Sólo pido que no la tratéis mal... Quién sabe si no nos da una grata sorpresa.

Cesó Jay, dando un enorme sorbo a un chorro de agua que salió apretando la botella y usando parte del agua helada para humedecer su cabeza y cuello con aquel gesto. Click, perfecto. Era la foto perfecta para el artículo perfecto. 



Don't Blame Me.- Park Jay y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora