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En cuanto el entrenamiento terminó, ayudé al entrenador a recoger los materiales. No era mi deber, pero era plato de mal gusto dejarle todo al hombre que tenía cierta edad. Recogíamos los conos, las cintas, las pesas... Y los malditos sacos de placajes. 22 kilos con los que trataba de caminar mientras frenaban mi paso al golpear en mis piernas. El entrenador solía reírse cada vez que me veía luchando con esos sacos, y aquella vez no fue excepción. La verdadera excepción fue que el peso me lo robaron de las manos rápidamente. Seguí con la mirada aquella ancha espalda que reconocía perfectamente y me quedé estática en mi lugar... GeonHak estaba actuando completamente distinto y eso me preocupaba, o más bien dicho, me confundía.

Jay se quedó mirando a GeonHak sin articular ni una sola palabra y se acercó rápidamente a mí, posando su mano en mi espalda mientras me empujaba suavemente hacia la salida. Yo giraba mi cabeza para ver si tenía lugar de despedirme del entrenador o de GeonHak, pero ninguno giró su vista hacia nosotros, por lo que seguí adelante. Caminamos durante unos minutos, comentando apenas un par de cosas que llamaban nuestra atención, hasta que finalmente entramos en la cafetería. Observando todo con detenimiento, me acerqué hasta la barra junto con Jay, encontrándome con la grata sorpresa de que detrás se encontraba HeeSung lavando unos vasos. Le sonreí con alegría al encontrarlo allí y me senté en la barra frente a él.

¡Hola, qué de tiempo!—me saludó con entusiasmo.
No esperaba encontrarte aquí.—admití sonriendo.

HeeSung resumió la situación con un "hay que trabajar para tener algo en la vida" y yo simplemente le di la razón. Carraspeé dudando un poco antes de presentarle a Jay, hasta que, sorpresivamente, Jay y HeeSung chocaron sus manos.

—Hacía tiempo que no venías por aquí.
—Ya sabes... Been training hard.

Ambos chicos rieron, dejándome con la boca completamente abierta. ¿Se conocían? No lo esperaba para nada, definitivamente los creía suficientemente distantes por el hecho de pertenecer a clubes diferentes; sin embargo, fue una muy grata sorpresa.

—HeeSung, cuando puedas... Un frapuccino caramelo con café y extra de nata, y...—me miró unos segundos.
Un café helado con vainilla, por favor.
—Marchando, enseguida.

Jay visualizó la cafetería para encontrar un lugar donde sentarnos. Se acercó hacia mí, quedando lo suficientemente cerca de mi oreja para darme escalofríos y me señaló una mesa con el dedo.

—Ve a coger esa mesa, enseguida voy con los cafés.

Asentí girándome para dirigirme a aquella mesa. Entonces se escuchó la puerta abrirse y por las puertas asomó un rostro bastante familiar, tanto para mí como para HeeSung: JungWon había entrado a la cafetería con una gran sonrisa en su rostro, sus dos hoyuelos asomando y su mano moviéndose violentamente para saludarme. Se acercó rápidamente a mí y enhebró su brazo con el mío. El que parecía ser el gerente o jefe salió de una oficina y se acercó a JungWon, saludándolo con un beso en la cabeza.

¡Pensé que llegarías más tarde!
—Nos han dejado salir antes, papá.

Mi boca se abrió en una enorme "O" mientras HeeSung parecía pestañear a cámara lenta para asumir lo que acababa de escuchar. JungWon dirigió su mano libre hacia mí y me señaló dando pequeños saltitos sobre su sitio.

Papá, ella es mi compañera de clase, _______.
—¿En serio? ¡HeeSung, no cobres sus pedidos! Invita la casa.

Una vez sentados el uno frente al otro en la mesa, me miró fijamente, dándole un sorbo a su café

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Una vez sentados el uno frente al otro en la mesa, me miró fijamente, dándole un sorbo a su café. Yo le miraba tensa, no entendía a qué venía aquella mirada envuelta en un incómodo silencio. Jay carraspeó y entrelazó sus manos, posándolas sobre la mesa.

—Te concedo una entrevista sobre mi vida.

Yo fruncí mi ceño ante aquello. ¿En serio la cita era para eso? ¿De verdad quería que hablara de su vida en una revista que leería todo el mundo? ¿De qué servía entonces el secretismo que había querido mantener todo ese tiempo? Me crucé de brazos, negando con la cabeza.

Si lo que querías era llamar la atención de esas chicas y completar todas sus preguntas sobre ti de forma indirecta a través de mí sólo para hacerme quedar en un mal lugar, lo siento, pero me voy.

Me levanté de mi sitio, dispuesta a irme con el orgullo y la ilusión algo rotos. Acomodé la mochila sobre un hombro y tomé el café en la otra para llevarlo conmigo. Jay dejó escapar una risita y me agarró del brazo, imposibilitándome el moverme a no ser que le empujara el brazo. Jay tiró suavemente de mí hacia él, haciéndome quedar justo a su lado.

¿Y una entrevista personal? ¿Te suena más claro así?
—¿Personal...?—ladeé mi cabeza sin entender cuál era su objetivo.
—Para ser del club de periodismo te veo muy poco avispada... _______, quiero abrirme a ti, quiero que sólo tú me conozcas.

Le miré fijamente unos segundos, dejando la mochila nuevamente en el suelo y el café en la mesa. Me senté donde estaba anteriormente y Jay se cruzó de brazos, acomodándose en el respaldo de la silla.

—Bien, entonces, permíteme presentarme de nuevo... Soy Park JongSeong, el quarterback del club de fútbol americano, pero puedes llamarme Jay. 

Tu nombre es lo que tú decidas, yo voy a llamarte mío.

Don't Blame Me.- Park Jay y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora