35. Final.

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Mis manos sudaban más y más a medida que me acercaba al club de fútbol. Justo en la puerta pude divisar a una persona que miraba a todas partes de forma casi ansiosa. Pensé que sería alguien que se había perdido en el campus o algo así, pero al acercarme más logré reconocer esa sonrisa. Jay se encontraba en la puerta del club, esperándome con un par de rosas en su mano que no dudó en entregarme una vez estuve frente a él. Una risita nerviosa abandonó mis labios en el momento en el que finalmente las tuve en mis manos y las acerqué a mi nariz para oler su suave aroma.

He hablado con el entrenador para que nos deje el día libre para... Ya sabes, para la cita.—rascó su nuca.
¿De veras?—abrí la boca sorprendida.
—Así es, vámonos antes de que se nos haga más tarde.

Extendió su mano hasta que tomó firmemente la mía, haciéndome sentir un mar de mariposas en mi vientre. La última vez que había sentido su mano tomar la mía de una forma tan honesta fue en nuestra primera "cita". Caminaba detrás de él, observando como tiraba de mi mano para llegar a su destino cuanto antes. Ciertamente, su comportamiento me estaba haciendo sospechar, pero algo en mí quería darle ese voto de confianza de que en realidad esta vez todo iba en serio.

Parecía estar muy seguro de adónde me llevaba, y casualmente tomaba la misma dirección para ir al parque donde tuvo aquella enorme pelea con BeomGyu. ¿Pretendía pelearse de nuevo? Había comenzado a entrar ciertamente en pánico, por lo que decidí preguntarle directamente.

¿Dónde vamos, Jay?
—Al parque.
—se encogió de hombros mirándome, como si no fuera obvio.
Hasta ahí puedo llegar...—rodé los ojos.
Vamos a hacer un pícnic.

Su expresión cambió a una emocionada sonrisa y mi rostro palideció un poco al escucharle. ¿Un pícnic? Ni siquiera llevaba ropa lo suficientemente cómoda... ¡No importaba! Sólo quería estar con él.

No traigo nada de comida, ni manta, ni nada por el estilo...—mi tono se volvió pesado.
No te preocupes por eso.—dio un suave apretón en mi mano.—yo lo tengo todo preparado para que el día salga como mereces. 

Había extendido la manta en el césped

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Había extendido la manta en el césped. Se encontraba apoyando su cabeza sobre mis piernas mientras yo tomaba un zumo de manzana. La naturaleza a nuestro alrededor se encontraba silenciosa, sólo se escuchaba a los pájaros cantando y, de vez en cuando, la armónica risa de Jay resonando en mis oídos. El cielo estaba anaranjado; la luz del sol nos estaba regalando una hora dorada en un día dorado para ambos. Fue en esa espléndida hora cuando Jay decidió levantar su cabeza de mis piernas y observar la naturaleza que nos rodeaba, bueno... Y a mí.

Estiró su brazo para tomar su mochila y la posó justo donde segundos antes había estado su cabeza. Me sorprendí ante aquel gesto y pensé que quizá mis piernas no eran de lo más blandito y cómodo para posar la cabeza. Le miré esperando su siguiente acción con curiosidad y él señaló la mochila con un gesto de cabeza.

—Tengo una sorpresa para ti, tienes que mirar dentro de la mochila.

¿Una sorpresa? Deslicé la cremallera de la mochila de un lado a otro y la abrí de par en par para observar lo que contenía. Estaba confusa; parecía ser un álbum de fotos, pero Jay y yo no teníamos ninguna fotografía juntos. Le miré por unos instantes con desconfianza, pero... él se veía tan feliz y orgulloso que no pude evitar contagiarme de sus positivas emociones.

Al abrirlo, lo primero que encontré fueron fotos mías del primer día en el club. Justo bajo la foto había un pequeño papel con la fecha y un pequeño comentario sobre aquel día: «a nadie le caías bien, pero yo quise darte una oportunidad :)» Reí al recordar aquel problemático día y seguí pasando las páginas una a una, leyendo todo lo que tenía por decir y por supuesto viendo lo mismo que él: «tu sonrisa es más bonita cuando la llevas puesta». En ese momento no podía borrarla.

Poco a poco las fechas se iban acercando al presente, lo que indicaba que no había más fotos. Traté de hacerlo más largo, frenando en la penúltima página para comentar lo tierna que me había parecido la idea y que yo misma tenía un álbum así con recuerdos del club, pero Jay parecía estar demasiado nervioso como para responderme algo más allá que una sonrisa y no podía entender el qué.

Mis dedos deslizaron la última página, mostrando una foto del mismísimo día anterior. Ese mismo día en el que me encontraba siendo ser la persona más feliz del mundo por ser la "real y única". Mis ojos escanearon la foto por unos segundos y con mi pulgar di una última caricia al mensaje que había escrito Jay justo bajo la imagen.

"Tu sonrisa ha crecido desde el primer día que llegaste al club... ¿Dejarías que este idiota cuidara de tu sonrisa por el resto de tus días?"

Le miré con los ojos abiertos como platos. Él parecía esperar una respuesta clara, pero su declaración definitivamente no lo había sido. No quería sonar desesperada, pero sonaba a una declaración de amor. Cerré el álbum rápidamente y me incorporé en mi sitio.

¡¿Es una declaración de amor?!—pregunté con las mejillas rojizas.
¡¿No es obvio?!—respondió pestañeando seguido.
¡¿Me estás pidiendo que sea tu novia?!—exclamé por última vez.
¡Sí! ¡Sé mi novia real y única!

Dejé escapar un pequeño grito de emoción y me lancé a sus brazos, siendo recibida por un fuerte abrazo. Parecía haberlo estado esperando desde que abrí la primera página y finalmente tenía el consuelo que sus nervios necesitaban. Me separé unos milímetros de él sólo para usar mi diestra para acunar su rostro y volví a acabar con esa distancia que nos separaba en un tierno y suave beso en el que ambos suspiramos llenos de paz. Ambos habíamos estado añorando esa cálida sensación.

Park JongSeong, sí quiero ser tu novia.
—Oh, Lord, save me, my drug is my baby, I'll be usin' for the rest of my life.

Don't Blame Me.- Park Jay y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora