1- Capítulo.

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Valentín miraba por la ventana del avión mientras el sol comenzaba a ascender sobre el horizonte. El amanecer teñía el cielo con tonos de naranja y rosa, reflejándose en sus ojos claros. A pesar de estar acostumbrado a estas vistas impresionantes, siempre encontraba un momento para apreciarlas. Estar en el aire le daba una sensación de libertad que ninguna otra cosa en su vida podía igualar.

El Boeing 787 Dreamliner estaba listo para despegar, y como piloto al mando, Valentín sentía la familiar emoción de una nueva jornada de vuelo. Su uniforme impecable resaltaba su postura atlética y su cabello castaño claro estaba peinado hacia atrás, dándole un aspecto profesional y confiable. Sin embargo, detrás de esa fachada segura, Valentín escondía un secreto: la filofobia, el miedo a enamorarse. Desde que había perdido a sus padres a los veinte años, había cerrado su corazón, temiendo el dolor de otra pérdida.

Mientras tanto, en la cabina de pasajeros, Violeta ajustaba su uniforme de azafata y verificaba que todo estuviera en orden. Alta, de cabello negro azabache y ojos profundos, su apariencia contrastaba con su naturaleza reservada. Desde pequeña había luchado con la ansiedad social, y aunque su trabajo como azafata la exponía constantemente a interactuar con extraños, había aprendido a mantener una fachada serena y profesional.

Era su primer vuelo asignado con el capitán Valentín, de quien había oído hablar mucho entre las compañeras de trabajo. La mayoría comentaba sobre su destreza como piloto y su atractivo físico, pero también había rumores sobre su carácter reservado y distante. Violeta se sentía intrigada, pero al mismo tiempo, su ansiedad la empujaba a mantener la distancia.

-Buenos días, Capitán -saludó Violeta con una voz firme, ocultando su nerviosismo.

Valentín se giró y la observó por un momento, evaluando a la nueva integrante de su tripulación. Asintió levemente en reconocimiento.

-Buenos días, Violeta. Espero que tengamos un buen vuelo.

La formalidad en sus palabras no dejaba entrever ninguna emoción, y Violeta sintió una mezcla de alivio y curiosidad. Sabía que no sería fácil romper la barrera que él parecía haber levantado, pero algo en su interior le decía que había más en Valentín de lo que se veía a simple vista.

Durante el despegue, Valentín se concentró en los controles, su mente entrenada repasando cada detalle del procedimiento. El ruido de los motores llenaba la cabina mientras el avión se alzaba en el aire, y pronto alcanzaron la altitud de crucero. Una vez estabilizados, Valentín permitió que su mente vagara por un momento.

"¿Qué será lo que la hace tan seria?" pensó, recordando la breve interacción con Violeta. Había algo en su mirada que le parecía familiar, un indicio de lucha interna similar a la suya. Pero sacudió la cabeza, recordándose que no debía involucrarse emocionalmente. El trabajo era su santuario, el único lugar donde podía mantener el control.

Violeta, por su parte, se ocupaba de las tareas de la cabina, siempre consciente de los pasajeros y sus necesidades. Se movía con gracia, su sonrisa amable aunque ensayada. Su mente, sin embargo, volvía una y otra vez al capitán. "¿Por qué será tan distante?" se preguntaba. Había una barrera invisible entre ellos, una que ella también sentía la necesidad de proteger.

El tiempo pasó lentamente mientras ambos realizaban sus labores con la precisión y eficiencia que se esperaba de ellos. Pero en los momentos de quietud, cuando los pasajeros dormían o estaban absortos en sus actividades, ambos se encontraban observándose desde la distancia, sin saber que compartían la misma curiosidad y una lucha interna similar.

En una de esas pausas, mientras Valentín estaba en la cabina de mando revisando los instrumentos, Violeta entró con una bandeja de café. Sus ojos se encontraron brevemente, y hubo un momento de silencio cargado de una tensión desconocida.

-Gracias, Violeta -planteó Valentín, tomando una taza.

-De nada -respondió ella, evitando su mirada pero sintiendo su presencia de manera intensa.

El vuelo continuó sin contratiempos, y a medida que las horas pasaban, ambos se encontraban reflexionando sobre sus propias vidas. Valentín pensaba en su infancia, en cómo sus padres siempre le apoyaron en su sueño de volar, y en el vacío que dejó su partida. Violeta, por su parte, recordaba cómo sus padres sobreprotectores siempre intentaron controlar su vida, aumentando su ansiedad en lugar de aliviarla.

La jornada de vuelo terminó sin incidentes, y al aterrizar, ambos sentían un agotamiento que iba más allá de lo físico. Valentín apagó los motores y exhaló profundamente, agradecido por otro vuelo exitoso.

-Buen trabajo, equipo -anunció, intentando sonar más accesible.

Violeta le sonrió tímidamente y asintió. Aunque no había sido más que un primer encuentro, ambos sabían que algo había cambiado. Quizás, pensó Valentín, no sería tan malo dejar que alguien entrara en su vida, al menos un poco. Y Violeta, mientras recogía sus cosas, se preguntó si este viaje sería el comienzo de algo más que solo trabajo.

Mientras el avión se vaciaba de pasajeros y la tripulación realizaba sus últimos deberes, Valentín y Violeta se encontraron de nuevo en la cabina.

-Fue un buen vuelo -expresó Violeta amablemente, con una sonrisa brillante, intentando iniciar una conversación.

-Sí, lo fue -respondió Valentín, permitiendo una leve sonrisa. Interiormente se hallaba cansado por el vuelo y, por otra parte, nervioso ante la presencia de la mujer de cabellos oscuros.

Había una comprensión tácita entre ellos, una aceptación de que ambos tenían sus propias luchas y secretos. Pero por ahora, eso era suficiente. Un paso a la vez, se decían a sí mismos. Después de todo, a veces los comienzos más inesperados son los que llevan a las historias más memorables.

Y así, con una última mirada compartida y una ligera inclinación de cabezas, Valentín y Violeta se despidieron por el día, dejando atrás el avión pero llevando consigo una chispa de curiosidad y posibilidad que ni siquiera ellos mismos podían negar.

Una Vida Junto a Ti|+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora