Rápido

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Velocidad, la vida siempre tenía ese toque de adrenalina cuando la vives rápido, y ya fuera sobre sus patines, la bicicleta o la patineta, Max disfrutaba de ir rápido, sentir el aire golpear su rostro, era como una energía efervescente que subía por todo su cuerpo.

El problema es que desde hace unos días su corazón se había propuesto a jugar a las need for speed cada que se topaba con esa persona, y martilleaba tan fuerte y tan rápido que en ocasiones pensó seriamente que moriría.

Sus ojos se toparon de nuevo y su corazón desbocado casi lo mata una vez más por lo rápido que palpitaba, era un asco, no, no un asco, ¿oh si?, pero como no caer por esos preciosos ojos azules, tan intensos, tan resplandecientes, que en ocasiones pensaba que valía la pena morir después de verlos, la razón de no hacerlo… perder la oportunidad de verlos de nuevo.

Cansado se dejó caer en aquella banca del parque cerrando los ojos cansado y derrotado, el sonido y la sensación de alguien sentándose a su lado le hizo abrir perezosamente su ojo sin mucho ánimo, seguro sería PJ o Bobby, pero no, para su sorpresa no era ninguno de los dos, ahí sentado, estaba nada más y nada menor que él poseedor de aquellos fascinantes ojos azules, el único e inigualable Bradley Cremanata III, lo observó por detrás de su párpado a media asta esperando ver qué movimiento haría, este parecía nervioso, manoteaba delante de su pecho como si se planteara algo en un monólogo en mudo, noto como le miraba de reojo sin percatarse que le observaba, lo escucho carraspear, seguro quería llamar su atención con un deliberadamente fingido disgusto respondió.

-¿Qué quieres Bobby?- mintió para que Bradley sintiera que esperaba a alguien más y no lo había notado ahí sentado, abrió del todo sus ojos y encontró al Cremanata mirándole como un conejo encandilado frente a los faros de un autobús, a nada de morir de un infarto.

-Oh, Brad… ¿Qué?- dijo con medida aspereza ellos no eran amigos por más que ahora su corazón fuera tan rápido y a toda potencia contra su pecho, de hecho desde lo de los juegos extremos no se hablaban mucho, y solían evitarse, pero algo pasó que los había llevado a esto.

-Tu… tu paraguas- fue lo que Bradley dijo poniéndolo entre ambos y suspiro separando la boca de nuevo, se pasó las manos por el cabello.

-Gracias, te-te debo una- y ahi estaban esos hermosos ojos que habia podido ver tan de cerca y a detalle ese dia que una lluvia repentina cayo sobre la universidad, francamente Max no se habia preparado con un paraguas, ventajas que tu padre trabaje en la universidad y sea tan protector le llevaron a tener aquel paraguas en el momento indicado, mientras la lluvia caia a cubetazos sobre el recinto vio como Bradley llegaba a aquella puerta cargado de libros y la computadora portatil en la mochila miro con cara de frustracion hacia el exterior, y sin siquiera darse cuenta le habia ofrecido llevarle hasta su proxima aula de clases, el mayor lo habia mirado con completa sorpresa, y le hizo la advertencia que si era una broma y alguna de sus cosas siquiera llegaban a mojarse un poco lo cazaría por la universidad para patearlo por la rampa de patinaje mas alta del lugar, Max no pudo evitar reir por esa advertencia y su corazón latio rapido, muy, muy rapido por primera vez, y se encontro admirando no solo esos ojos preciosamente azules enmarcados en pestañas negras, largas, rizadas y tupidas, eran unos ojos que cualquier chica podria envidiar, era una mirada perfecta, hermosa, pero no solo sus ojos le llamaron, fue todo Bradley.

Estando asi de cerca y sin discutir podia admirarlo detalladamente, su postura recta creando esa deliciosa curvatura en su espalda baja marcando el asenso de su trasero, una cintura estrecha que realzaba un pecho mas ancho que resaltaba ante su forma de mantenerse en pie y andar.

Sus caderas hacian un cadente bamboleo al hacerlo, algo que pocas veces observo, al llegar al otro edificio la despedida rapida de Bradley le sacó de su contemplación, el sin pensar le entrego el paraguas y corrio rapido hacia el edificio mas cercano gritando un “Lo necesitas mas, quedatelo”, y ahi estaban ahora, con Bradley devolviendolo dos dias despues.

Mientras su corazón declaraba que esa velocidad era aterradora, tortuosa y deliciosa a la vez, Max decidió sacar algo de valor.

-Te invito una hamburguesa- fue lo que logro decir…

***Continuará***

31 dias MaxLeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora