Grande

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Grande era el tamaño de la presión y expectativas que caían sobre Bradley, grande era su temor a perder a su padre, que este sucumbiera a su enfermedad y por fin se quedara sin el ser que mas a amado desde su infancia, ese que lo ha amado de la manera más dulce, incondicional y cálida que puede existir, grande es la esperanza que le embarga ahora que tiene amigos verdaderos, amigos que han visto su peor cara y no le han abandonado, grande es el nerviosismo que siente cada que reflexiona sobre sus propios sentimientos.

Bradley a pedido de la corte y por insistencia de su propio padre a inicios del semestre anterior comenzó con terapia y medicación, una de las razones por las que debía evitar el alcohol, un secreto que solo cuatro personas sabían, su padre, él y sus dos adorados compañeros de cuarto, Adam y Nathaniel, el resto lo desconocen, una de sus ventajas era que las propias reglas de su nueva fraternidad limitaban esa clase de consumos, porque… “Lideres y genios del futuro no deben joder su mente con porquerias”.

Asi que ahora que estaban en el encantador pueblo natal de Adam, los últimos días de su estancia, a las afueras de Charleston, en Baja California del Sur, era más cálido que el resto de los lugares donde habían estado hasta ahora, y Bradley se sorprendida de ver a Adam pasearse en camiseta sin mangas y con una camisa de franela tipo leñador encima completamente abierta, era como ver al estereotipo de películas cuando te ponen al chico granjero lindo.

Si, definitivamente le gustaba ver a Adam caminar, sonrió estúpidamente cuando lo vio pasar cargando unas cajas y esos músculos movieron elástica y sedosamente la piel bronceada sobre ellos, Nathaniel sentado a su lado le dio un golpecito con el índice en la barbilla.

-Cierra, o algo podrá hacer nido ahí…- se burló el rubio mirando a donde mismo que él.

-¿Qué?...- Parpadeo y capto que tenía media abierta la boca -Rayos, si, si, perdon- Bradley sintió como el calor invadía su cara, seguro sus mejillas si no es que toda su cara estaba roja.

-Tranquilo Bradley, no eres el único que ve a mister campirano asi, tienes buenos gustos, yo igual- le guiño un ojo y soltó una risita.

-Pero bajate de ese carro, yo tuve que bajarme también, Adam es… no se como decirlo, le desagrada el contacto con otros de forma sexual, supongo que por eso su único noviazgo que yo le conozco no funcionó- encogió los hombros y siguió mirando al chico ayudar a su padre.

-¿Qué hacen mis niños?- los dos dieron un rebote en aquel tronco caído que usaban de asiento y miraron hacia atrás, observando la figura del padre de Bradley caminar con una bandeja, Bradley se apresuró a ir ayudar a su padre.

-Yo lo hago- dijo tomando la bandeja de sus manos.

-Bradley no me voy a morir por cargar una bandeja, puedo hacerlo perfectamente- se rió al ver la cara de indignación de su hijo ante la palabra “morir”.

-No lo digas ni en broma papá- mientras Bradley se alejaba para ofrecer algo del té que había en la jarra sobre la bandeja a Adam, Bradley segundo se sentaba lenta y tranquilamente al lado de Nathaniel.

-Asi que…disfrutaban de la vista ¿no?- sonrió con un aire burlón, haciendo que la cara de Nathaniel se pusiera roja, y tosiera algo azorado.

-Se-señooor- la risa del padre de Bradley le hizo reír por igual, el hombre le dio un par de palmadas en la espalda.

-Niño no los juzgo, soy músico, acudí a escuelas de arte toda mi vida, crecí en la época del amor, la paz y la libre sexualidad, creeme la humanidad siempre dentro de su corazón a amado la belleza, no solo fisica, sino tambien del interior, el corazon no escoge a quien amar- encogió los hombros viendo a Bradley charlar con Adam a la distancia mientras le tendía un vaso de té.

31 dias MaxLeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora