Fuga

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Era el último día de estancia de Max y compañía en casa de Bradley. La atmósfera era tranquila y relajada hasta que una visita inesperada perturbó la paz: el abuelo de Bradley, Braden Potentado, apareció sin previo aviso.

Bradley sintió un nudo en el estómago al verlo. No quería lidiar con su abuelo en ese momento, especialmente porque sabía lo que vendría: otra ronda de presión para que volviera a Nueva York. Braden, con su usual porte autoritario, no perdió tiempo y se dirigió directamente a su nieto.

-Bradley, empaca tus cosas. Nos vamos a Nueva York- Antes de que Bradley pudiera responder, su padre, Bradley Cremanata II, se interpuso. Su figura frágil pero determinada bloqueó el camino entre Braden y su hijo.

-Basta, Braden. Después de todos estos años, ¿no has aprendido que no puedes controlar a otros a tu antojo? Imponerte sobre los deseos de los demás. Mairi sufrió mucho por esto-  La mención de su madre hizo que Bradley prestara atención. No recordaba haber oído a su padre hablar tan directamente sobre el pasado.

-Tu madre y yo nos conocimos en la universidad- comenzó Bradley II, su voz cargada de emoción y firmeza.

-Ella era brillante, talentosa, pero siempre bajo la sombra de las expectativas de tu abuelo. Braden nunca me aceptó como su esposo porque era el único que lo desafiaba, que impedía que se impusiera sobre los deseos de Mairi- Bradley miró a su padre con nuevos ojos. Nunca había escuchado esta historia completa.

-Cuando Mairi murió, Braden vio la oportunidad de arrinconarte a ti, Bradley. Te usó como lo hizo con ella, para mantener su control. Permití que te llevará a Nueva York porque sabía lo que era capaz de hacer. Quería protegerte, aunque eso significara estar lejos de ti. Fue una decisión que tomé porque tú, cuando eras pequeño, querías alejarte de esta casa y de este pueblo. Te sentías culpable por lo que pasó con tu madre y no querías estar aquí- Braden, furioso, interrumpió.

-Eso es irrelevante. Bradley, empaca tus cosas. Estamos yendo al pueblo por unas cosas y cuando vuelva, quiero que estés listo- Sin decir más, Braden salió de la casa.

Bradley II, que había estado de pie como una barrera protectora, sintió que las piernas le flaqueaban. Justo cuando parecía que iba a caer, Bradley y Adam lo sostuvieron y lo ayudaron a sentarse en un sillón cercano.

-Pensé que nos mataría a todos- bromeó débilmente el padre de Bradley, dejando escapar una risita cansada.

Max, que había observado todo en silencio, estaba impresionado por la valentía del padre de Bradley. Miró a Bradley y pudo ver la mezcla de emociones en su rostro: asombro, respeto, y una nueva determinación.

-Papá, no voy a irme con él. Este es mi hogar ahora- dijo Bradley con firmeza, mirando a su padre y luego a sus amigos, quienes lo apoyaban silenciosamente.

Adam y Nathaniel intercambiaron miradas, ambos sintiendo la tensión y el alivio en el aire. Max se acercó a Bradley, colocando una mano en su hombro.

-Estamos contigo, Bradley. No tienes que hacer esto solo- Bradley sonrió, sintiendo una ola de gratitud y fuerza gracias al apoyo de sus amigos. Mientras se preparaban para lo que pudiera venir, supieron que enfrentarlo juntos hacía toda la diferencia.

La tensión en la casa de Bradley era palpable tras la confrontación con su abuelo. En ese momento, Bobby, siempre con un enfoque inesperado para resolver problemas, propuso una idea audaz.

-¿Y si nos fugamos?- sugirió, con una chispa de aventura en los ojos.

-Nos lleva-amos a Bradley y a su papá-a a otro lugar mientras el abuelo no está-a. Podemos ir a Spoonerville, a casa de los Goof- Los ojos de Bradley se abrieron con sorpresa, pero una sonrisa comenzó a formarse en su rostro al considerar la posibilidad.

31 dias MaxLeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora