Capitulo 42

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El sol comenzaba a esconderse en el horizonte, tiñendo el cielo con matices dorados y rosados. Desde la terraza, la ciudad de Desembarco del Rey parecía un océano de luces titilantes, pero mis pensamientos estaban lejos de las murallas y los tejados. Hoy, mi atención estaba completamente centrada en el patio interior del castillo, donde los jóvenes príncipes jugaban, sus risas resonando por los pasillos.

—Visenya, ¿te unirás a nosotros? —la suave voz de Helaena me sacó de mis pensamientos.

Asentí con una sonrisa, bajando la mirada hacia Helaena, que siempre parecía irradiar una calma serena. Helaena estaba cerca de los príncipes, observándolos con una expresión dulce mientras Aegon y Aemond se lanzaban una pelota de cuero entre ellos, su energía desbordante.

—¿Qué es lo que juegan hoy? —pregunté mientras caminaba junto a ella hacia el centro del patio.

—Aemond y Aegon inventaron un juego, aunque creo que las reglas cambian cada pocos minutos —respondió Helaena con una leve risa.

No pude evitar sonreír también. Aegon, con su cabello rubio despeinado, estaba claramente en su elemento, desafiando a Aemond a un juego que implicaba lanzarse la pelota con la mayor fuerza posible. Aemond, más pequeño y delgado, mantenía una mirada concentrada, determinada a no dejarse vencer por su hermano mayor.

—¿Crees que podríamos unírnosles? —pregunté a Helaena, quien levantó una ceja, sorprendida.

—Por supuesto, pero prepárate para una competencia feroz —advirtió con una sonrisa juguetona.

Nos acercamos a los muchachos, quienes al vernos se detuvieron de inmediato.

—¡Visenya y Helaena! —gritó Aegon, su voz llena de emoción—. ¿Van a jugar con nosotros?

—Así es —respondí con una sonrisa—. Pero, ¿puedes explicarme las reglas?

Aegon se cruzó de brazos y adoptó una pose pensativa, mientras Aemond ya estaba lanzando la pelota al aire, impaciente.

—Las reglas son simples —empezó a explicar Aegon—. Tenemos que lanzar la pelota y evitar que el otro la atrape, pero si la atrapas, puedes hacerle una pregunta al que la lanzó, y esa persona tiene que responder con la verdad.

—¿Y si no responden? —inquirió Helaena, con una chispa de diversión en sus ojos.

—Entonces pierden y tienen que correr alrededor del patio tres veces —respondió Aegon con una sonrisa de autosuficiencia.

—Me parece justo —dije, dispuesta a aceptar el desafío.

Nos posicionamos en un cuadrado improvisado, y el juego comenzó de nuevo. La pelota voló de mano en mano, mientras cada uno de nosotros hacía todo lo posible por atraparla. Aemond, con su agilidad, logró sorprender a Aegon en más de una ocasión, mientras Helaena y yo nos apoyábamos mutuamente, riendo cada vez que uno de los chicos cometía un error.

La luz del sol se desvanecía lentamente, y pronto la única iluminación provenía de las antorchas encendidas en el patio. El aire se llenaba del sonido de nuestras risas y las voces emocionadas de los príncipes.

—¡Te atrapé! —gritó Aemond, sosteniendo la pelota con fuerza mientras miraba a Aegon con un destello travieso en sus ojos—. Ahora tienes que responder mi pregunta.

Aegon frunció el ceño, pero aceptó su destino.

—Pregunta lo que quieras.

Aemond lo pensó por un momento, luego preguntó:

—¿Es verdad que le temes a las serpientes?

Aegon abrió los ojos de par en par, claramente sorprendido por la pregunta. Por un instante, pareció considerar mentir, pero luego dejó escapar un suspiro.

Survivor [Aemond Targaryen Y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora