Capítulo 16

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Natasha Hold


Llegamos a mi tienda favorita, miré por los percheros en busca de algo bonito. No quería ir muy provocadora, a si que buscaba algo muy normal. Perdí de vista a Cristian, fruncí el ceño pero seguí buscando. Encontré un vestido color menta de tirantes un poco gruesos, de largo mas o menos hasta la mitad del muslo, pensé que era perfecto y decidí probármelo. Eché una vista por encima a la tienda en busca de Cristian pero no le vi por ningún lado. Estaba caminando hacia los probadores cuando noté una mano bajar por mis caderas haciendo que me sobresaltara. Cristian.

- ¿Donde estabas? - pregunté

- Buscándote vestidos - bajó la mirada tratando de señalar algunas prendas que llevaba en el brazo.

Cogí sus elecciones y entre al probador mientras Cristian esperaba detrás de la cortina. Me probé el de color menta, pero Cristian se burló de mi diciendome que parecía una abuela sacada de la silo, a si que me probé uno de los suyos. Había 3 de colores neutros, uno blanco con la espalda al aire, otro negro sin mangas y otro color gris un poco más suelto y más largo. Odiaba ese color gris asi que lo tiré por encima de la cortina haciendo que Cristian riera. Me probé el blanco, era ceñido al cuerpo hasta medio muslo, con un gran escote haciendo que se marcara más mi pecho. Era de media manga también ceñido a los brazos y con la espalda al aire. 

Suspiré abriendo la cortina. Los ojos de Cristian se abrían como platos.

- ¿Tan bien me queda? - dije riendo al ver la reacción de el chico.

- Sí - dijo - Me encanta - añadió

Solté una carcajada mientras me sonrojaba.

- Te queda perfecto - dijo bajando la vista hacia mis caderas. - No me había fijado en tus curvas.

Me sonrojé a un más.

- Bueno, ¿me pruebo el negro? - pregunté

- No, quedate con este - dijo asegurado.

- ¿Seguro? - pregunté

- Sí - sonrió.

- Vale - dije mientras cerraba la cortina.

Al final compré el blanco, el que tanto le gustaba a Cristian. Era la hora de comer ya, a si que fuimos a la zona de restauración y pedimos una pizza margarita para los dos en un restaurante italiano. Seguidamente pedimos la cuenta y me dejó en casa. Me dijo que a las 8 pasaría a por mi. Solo tenía 2 horas a si que volé hacia la ducha. Después me sequé el pelo, y me lo alisé totalmente, lo tenía largo y me caía hasta debajo del pecho. Me maquillé un poco y me puse el vestido con unos tacones color salmón no muy altos. Me llegaban mensajes de Cristian y tenía algunas llamadas perdidas de el, pero no contesté. Leí algunos mensajes.

Date prisa. -

Lo sé, ya estoy preparada. - respondí


Llegó la hora y Cristian vino a buscarme, iba guapísimo aunque sencillo, con unos vaqueros negros muy ajustados y una camiseta blanca de manga corta. Me esperaba enfrente de mi casa apoyado en su coche. ''Tiene pinta de malote'' Recordé. Reí ante ese pensamiento. Cristian me miró y sonrió acompañado de un:

- Estas preciosa.

- Gracias - sonreí

Me abrió la puerta del coche y seguidamente subió el. Condujo hasta la casa de Paul, un amigo de Cristian. Se juntaba con populares, el en sí era popular en el instituto. Me sentía rara allí. Entramos a esa casa y parecía una fraternidad pero no, los padres de Paul no estaban en casa durante un mes y Paul decidió liarla. Cristian empezó a saludar a mucha gente, y yo estaba muerta de la vergüenza.

- Necesito ir al baño - susurré un poco alto ya que la música estaba muy alta.

- Voy contigo - me respondió en mi oído.

Note su caliente aliento en mi lóbulo y me dio un escalofrío. Ese chico me tenía loca.

Subimos las escaleras hasta en segundo piso y entramos en un baño. Cerró la puerta con pestillo.

- ¿Puedes mirar hacia la puerta? - pregunté sarcásticamente.

- Claro - se giró

No tarde un segundo en terminar y tiré de la cadena. Me miré al espejo retocándome un poco el pelo.

- Estas preciosa joder - dijo detrás mía mientras me agarraba por mis caderas

Me sonrojé.

- Tu también - dije - Joder - añadí

Reímos los dos y me giré hacia el. Bajó la manos por mis muslos y me empezó a besar el cuello, ahí perdí toda la noción del tiempo. Subió por mi mandíbula y llego hasta mis labios. Nuestras lenguas batallaban un gran duelo, mientras que subía el vestido por mis caderas. ''Joder '' suelta.


Cristian AnthonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora