Me besó, me besó lento y apasionadamente, mi vestido estaba arremangado hasta mis caderas y el seguidamente me lo subió hasta llegar a quitármelo. Llevó sus manos a mi pecho y me sobresalté.
- ¿Lo.. lo vamos a hacer aquí? - pregunté asustada.
- Si tu quieres vamos a mi casa mejor - respondió - donde este una cama que se quite un asiento incomodo del coche - Reímos.
Me puso el vestido y me sentó en el copiloto. Puso la mano en mi muslo y empezó a acariciarlo. Hubo silencio todo el camino.
Llegamos a casa, subimos directamente a su habitación, como el dijo, teníamos algo pendiente. Me tumbó en la cama y seguidamente me besó, empezó quitándome los tacones y tirándolos a alguna parte de la habitación, dios sabe donde.Me bajó la cremallera del vestido y besó mis costillas mientras me quitaba el vestido. No pude evitar soltar un pequeño gemido. Llevaba ropa interior muy básica, no tenía pensado nada de esto, a si que no iba preparada para nada. Empezó a acariciarme los muslos mientras me besaba rápidamente. Ahí di gracias a dios que me había depilado antes de venir. Me sentía rara, nunca había sentido nada de esto, solo con Cristian. Pase las manos por debajo de su camiseta, noté sus abdominales y le quité la camiseta. Seguidamente bajé a los pantalones y los desaté rápidamente y el se levantó.
- ¿A donde vas? - susurré apenas sin aliento
- A quitarme los pantalones - sonrió
Era de noche y de luz solo quedaba la luz de la luna y era suficiente.
Se tumbó encima mía solo en boxers, apoyado en su brazo y el otro hacía círculos suaves sobre mi abdomen. Arqueé la espalda ante ese movimiento. Seguidamente me empezó a besar el cuello lentamente, me levantó para colocarme y poder quitarme el sujetador.
- ¿Puedo? - dijo llevando las manos al cierre de aquel.
- Claro - dije.
No tardó ni 2 segundos, parecía que tenía ya experiencia en eso. Me miró y estudió mi rostro.
- ¿Que pasa, Nat? - me preguntó.
- Nada - le respondí.
- Dímelo, se que mientes.
- Es que... Tu tienes mucha experiencia y ...
- ¿ Y que? - me interrumpió.
- Y estaba pensando en todas esas chicas...
- Oh, Natasha. Esas chicas no importan, la única que importa en mi mundo eres tu.
- Te quiero Natasha - dijo bajando su boca por el arco de mis pechos.
- Te quiero Cristian - dije susurrando.
Bajó hasta mis muslos y puso las manos a los lados de mis caderas, cogió la tela de mi ropa interior y me las quitó lentamente.
- Madre mía Nat - dijo mientras sacaba algo del cajón de su cómoda.
Tenía que decírselo pero no sabía como. Estaba asustada.
Se puso el condón y me colocó las piernas.
Mierda, se lo tengo que decir.
Noté su piel contra la mía, era el momento de decirlo.
- Cris..Cristian - tartamudeé
- Dime - dijo separándose unos milímetros de mi.
- Soy..
- ¿Eres que?
- Soy... Virgen - le dije con la voz temblorosa - Lo siento - añadí.
Mis ojos me traicionaron y empecé a llorar, estaba asustada.
- Nat - quitó las manos que ocultaban mi rostro y me alzó la barbilla.- No te preocupes, no sabía que eras virgen, pensaba que con ese cuerpo...
Me sonrojé.
- Lo siento Cris, debería de habértelo dicho. Soy patética.
- ¡Eh! Retira lo que has dicho. No eres patética, ni mucho menos. Yo te quiero virgen o no.
- Cristian - le dije - eres increíble.
- La increíble eres tu y el afortunado soy yo por tenerte conmigo.
Me agarro las caderas y me abrió un poco las piernas.
- Entonces, ¿quieres hacerlo?
Asentí.
- ¿Segura? Supongo que te dolerá.
Asentí.
- No se si...
- Cristian, hazlo.
- Nat, si te pasara algo me sentiría fatal.
- Hazlo.
Entonces noté su miembro en mi, era una sensación extraña, y el dolor era aguantable. El me miraba y su mirada transmitía relajación aunque sabía que el seguramente estaba más nervioso que yo.
- Joder Nat - dijo mientras se acercaba a mi cuello - ¿Estas bien?
- Sí - apenas pude soltar alguna palabra.
- Me voy a mover, ¿vale?
Asentí cerrando los ojos.
El está tenso, pero sigue siendo increíblemente desagradable.
El calor que transmitía Cristian borraba todo el dolor que sentía.
- ¿Te duele?
- Un poco, pero supongo que es normal, ¿No?
Rió y me besó lentamente.
- Si te duele demasiado, me lo dices y paro - dijo
- Esta bien - tartamudeé seguido de un pequeño gemido.
- Joder, podría pasarme horas follandote.
Entonces noté un escalofrío por todo mi cuerpo.
- Voy a.. - gimió - ¡Joder..!
Me ruboricé.
Cayó sobre mi, y las gotas de sudor caían por su rostro.
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Cristian Anthon
RomantizmSoy como un libro. Aparentemente aburrido. Fácil de echar a un lado. No te das cuenta si esta o no; pero una vez que lo abres, te das cuenta por cada pagina, que esconde un secreto, que no soy como pensabas y que soy mucho mejor de lo que las person...