Creep (2)

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Al llegar al centro comercial, repaso lo que vine a comprar: necesito una pequeña escalera para alcanzar espacios más altos y comprar ropa de HOMBRE a mi medida.

Mientras camino, veo una tienda de lencería con maniquíes en el escaparate. No está en mis planes comprar ropa interior de mujer, pero el morbo de ver el cuerpo de una mujer en esos conjuntos (mi cuerpo) me gana. Entro en la tienda y una empleada se me acerca.

"Buenas tardes, ¿busca algo en especial?", me pregunta.

Le enseño el conjunto que vi en el escaparate y ella dice: "Claro, en un momento se lo traigo. ¿Podría decirme su talla de pecho, por favor?"

"¿Talla de pecho?" Pregunto, completamente perdido.

"Sí, ¿cuánto mide su pecho en centímetros? ¿O prefiere que la mida?", explica.

"Sí, por favor", confirmo, sin saber exactamente a qué se refiere. Ella va a buscar algo y me siento un poco incómodo, pero decido enfrentar las consecuencias de mi curiosidad.

A los dos minutos, ella vuelve con una cinta métrica. "¿Podría quitarse la sudadera, por favor?"

"No traigo nada más por debajo", le digo mientras el sudor frío recorre mi espalda. Ella, con cara de intriga, me invita a pasar a un vestidor. "Ok, aquí puede quitarse la sudadera, por favor."

Me quito la sudadera, dejando al descubierto mis pechos envueltos en la venda. La cara de duda de la trabajadora es muy notable.

"Me da pena que se noten mucho", murmuro.

"Entiendo. A veces, que se noten los pechos puede ocasionar miradas desagradables. No se preocupe", dice mientras cambia a una expresión de comprensión. "Si gusta, me voltearé mientras usted se quita la venda para tomarle las medidas."

Actuando casi automáticamente, hago lo que me dice. Al terminar de quitarme la venda, ella pasa la cinta métrica por mi pecho desnudo con sumo cuidado y delicadeza.

"75 cm. Iré a buscar el conjunto para que se lo pruebe. Espere un momento", dice.

Mientras espero el conjunto, me siento semidesnudo en el probador y diferentes emociones raras llegan a mí. Me reprocho por mis malas decisiones.

Pasan unos cinco minutos que se sienten como horas, hasta que la trabajadora llega, deja el conjunto y con una sonrisa me deja solo en el vestidor.

Si ya pasé por toda esta vergüenza, al menos me probaré el conjunto y disfrutaré verlo. Me quito el resto de la ropa y, al verme desnudo en el espejo del probador, puedo apreciar que este nuevo cuerpo no es nada feo. Está algo descuidado, con unos kilos de más que resaltan una pequeña pancita, pero se ve muy bien.

Primero me pongo las bragas, que abrazan mi cintura y trasero de una manera increíblemente cómoda. Es tan fresco que ahora entiendo por qué son así las trusas femeninas. Luego coloco el sostén, que no sé cómo abrochar, pero de alguna manera logro ponérmelo. La forma en que levanta mis pechos y los resalta se ve muy bien, y, de alguna forma, el dolor que sentía en la espalda empieza a relajarse un poco. La imagen frente al espejo muestra a una mujer muy bien parecida; la mujer en la que me había convertido se veía increíble en este conjunto.

La diversión se acaba rápidamente cuando los pensamientos empiezan a apoderarse de mi cabeza. "Pero si soy un hombre, debería excitarme ver a una mujer vestida así, no sentirme bien vistiéndolo. Esto es antinatural", me digo, y me quito el conjunto más rápido de lo que me lo puse. Con la cara completamente roja, me visto de nuevo, devuelvo el conjunto a la chica que me ayudó y salgo corriendo.

"¡Amiga, detente!", escucho detrás de mí a la empleada. "Por cómo vistes y la venda que traías en lugar de sostén, puedo asegurar que te incomoda tu cuerpo. Sé lo que se siente. Si estos conjuntos no son para ti, deberías probar con un conjunto deportivo a tu medida. Estos ajustan más e incluso hay unos que ocultan mejor que la venda. En este mismo centro comercial hay una tienda deportiva; deberías ir a verla", dice con una sonrisa y vuelve a la tienda.

No sé cómo sentirme con esta situación, pero ahora, con la cabeza fría, no entiendo qué estaba haciendo. No sé cómo la idea de probarme el conjunto llegó a parecerme buena.

Intento ignorar todo lo que pensé cuando tenía el conjunto puesto e ignorar la vergüenza por la que acabo de pasar. "Ni loco me compro un sostén", pienso y sigo mi camino.

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