No pensé bien las cosas, no pensé en cómo explicarle a Sandra que ahora soy una mujer. El timbre suena por segunda vez. "Hola, Omar, ¿estás ahí?" escucho la voz más madura de ella.
Rápidamente, con el modulador, grabo un audio que reproduzco: "Sí, ya salgo". Mientras el corto audio se reproduce, me quito el sostén y lo escondo debajo de la cama. Me pongo la sudadera más grande que tengo y grabo otro audio: "Sandra, he pasado por unos cambios. Cuando entres, no te espantes. Déjame explicártelo". Suena el audio mientras abro la puerta.
"Hola, ¿dónde está Omar? ¿Eres su novia?" me pregunta. "Sandra, este soy yo, Omar. Este es el cambio del que te quería hablar", digo tímidamente. "¡Omar! ¿Vas a dar la cara o seguirás con tu broma?" dice mientras gira la cabeza buscando.
"Sandra, de verdad soy yo. ¿Cómo puedo comprobarlo?" "Si es cierto que eres tú, muéstrame ese lunar cerca de la zona de la clavícula que parece una cara feliz". "¿Cómo es posible que recuerde eso?", pienso, mientras me quito la sudadera, dejando al aire libre mis pechos. Al ver esta escena, ella se sonroja y voltea la mirada. "Mira", le digo mientras señalo el lunar. "¿Ahora me crees?" Ella asiente. "Ahora déjame explicarte", digo mientras la paso a mi cuarto.
Brevemente le explico todo lo que ha pasado. Al terminar, ella se echa a reír. "JAJAJAJA, la señorita tiene una cita", las lágrimas salen de sus ojos por la risa. Pasa un momento y se calma, retoma la compostura y su cara cambia a seria. "¿Y eso qué tiene que ver conmigo?" dice, mientras parece evitar contacto visual por alguna razón. "Nada, no tiene nada que ver contigo, pero extrañaba a mi amiga". Mi voz se corta e incluso suena más femenina cuando estoy a punto de llorar. "La reclusión social en la que vivo fue a causa de alejarme de ti. No te estoy culpando ni mucho menos. Puede que no recupere los años que estuve solo, pero puede que podamos volver a ser amigos", digo y, al darme cuenta, ya estoy llorando a mares.
"Omar...", dice pausadamente. "Cuando te fuiste quedé devastada, eras como mi hermano y me abandonaste. Éramos tú y yo contra el mundo. ¿Por qué debería perdonarte?" "No hay razón, no tengo excusa por cómo actué. Pero si la razón es obligatoria, tendría que decir que realmente extraño a mi 'hermana'", le digo y veo cómo ambos estamos llorando.
Se levanta bruscamente, como si fuera a salir corriendo. Extiendo la mano para alcanzarla, pero regresa y me abraza. "No tienes idea de cómo te extrañé", llora desconsoladamente en mi hombro. "Los días eran tan solitarios. Dejé de escuchar la música que me recomendaste, me cerré a las personas, no las dejaba entrar tan fácil para que no me hirieran de nuevo. Eres un tonto". Al decir esta última palabra, me abraza más fuerte como si quisiera sacarme el aire, pero me suelta rápidamente y retrocede.
"Parece que hay que ponernos más al corriente", dice mientras saca el sostén que se asomaba por debajo de la cama. "Pero será otro día, es muy tarde y debo volver a casa". "Puedes quedarte, claro, si no te molesta", le digo mientras golpeo la cama indicándole que se siente. "Bueno", dice indecisa.
Pasamos la noche hablando, platicando de todos estos años. Ella me cuenta que nunca ha salido con nadie, cosa que me alegra por alguna razón. Ella me cuenta todo sobre lo que ha vivido, desde la carrera que estudió hasta su vida laboral.
Llegado un punto de la noche, ambos quedamos dormidos en posiciones extrañas. Siento que duermo con una sonrisa en la cara.
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Cambio de ser
General FictionOmar es un programador que ha renunciado a las relaciones personales debido a su ansiedad social. Recluido en su habitación y trabajando a distancia, ha aceptado su solitaria vida sin amigos, familia ni a quién acudir. Sin embargo, un día, al desper...