Intenté darle forma a mi cabello, pero cada vez que pasaba el peine por un mechón, el dolor en la cabeza se acentuaba. Tal vez, mientras estaba distraída, podría ignorar el dolor, pero ahora que estoy más calmada, el dolor ha regresado y es más intenso.
Decido ir a la cama; estas ojeras no ayudan con mi apariencia.
Todo el día he vestido el sostén rojo, pero para dormir más cómoda decido quitármelo, así puedo descansar a gusto. Apago la luz y no tardo en dormir y empezar a soñar.
"Perdóname, Omi, no puedo estar contigo de esa forma. Me agradas mucho y de verdad te aprecio, pero no te puedo ver de otra manera", dice Sandra, sin cara, con la voz entrecortada.
No puedo hablar, así que ella continúa, "Nos conocemos desde hace mucho tiempo, es como si básicamente en todos mis recuerdos importantes estuvieras ahí, y te amo, te amo como un hermano. Hemos crecido juntos; algunos días tú ibas a mi casa y pasábamos todo el día juntos, como si viviéramos en la misma casa. Gracias a ti creé mis gustos musicales", continúa, y las lágrimas empiezan a rodar por sus mejillas, que ahora son visibles. "Siempre dijiste que no encajabas con tu familia por ser 'diferente'. Cuando decidías que estar con ellos no era cómodo, las puertas de mi casa estaban abiertas para ti. Mi familia era como la tuya, y puede sonar egoísta y mal, pero me alegraba de cierta forma. Estar tanto tiempo contigo era genial, y de verdad me gustaría poder sentir lo mismo por ti. Por más que intento forzar la idea en mi cabeza, no logro imaginarme siendo tu novia. No puedo mentirte y decirte que sí cuando no me siento de la misma manera. Lo siento de verdad, no puedo salir contigo", termina de decir, ya con lágrimas brotando a chorros. Ahora puedo ver su cara completa, pero es como si sus ojos fueran sustituidos con dos cascadas que brotan sin parar.
"Omar, di algo, por favor, lo que sea, pero háblame. No te quedes en silencio de esa forma. Si te preocupa que esto pueda afectar de alguna manera nuestra amistad, no te preocupes, no pasará. No dijiste nada malo. Aprecio mucho tus sentimientos y de verdad significan mucho para mí, pero por favor, no dejemos de ser amigos", dice con la voz tan entrecortada que apenas puede articular palabras completas.
"¿Qué esperabas...?", sale de mi boca. "¿Qué esperabas que respondiera o pensara después de soltarme ese monólogo tan cliché de 'te quiero como hermano'? ¿Esperabas que las cosas fueran mejores?", cada palabra que sale de mi boca es más fuerte. "Pues déjame aclararte algo 'hermana'", digo burlón y haciendo comillas con las manos, "Solo empeoraste las cosas. Solo me hiciste recordar más todas las cosas por las que me enamoré de ti. Claro que siempre que me sentía fuera de lugar y acudía contigo, a pesar de ser polos opuestos, me sentía bien. Eras mi zona segura, y ese acercamiento que tuvimos toda la vida, ¿Qué acaso no fueron señales? ¿Entonces malinterpreté todo? ¿Eso querías decir? Que si eso es el caso, me quedó muy claro", termino de hablar, dándome cuenta de que le estaba gritando.
Ahora puedo ver su cara completa, esta roja por llorar tanto, su cara es de visible dolor, observo un poco y me doy la vuelta, salgo del lugar donde estábamos. Puedo escuchar que sigue gritándome que vuelva, pero yo estoy muy lejos en ese momento.
"Creo que sería mejor que dejemos de hablar", le envío un último mensaje y bloqueo su número. Dejo de ir a la escuela y pierdo el año, para iniciar el siguiente ciclo escolar viviendo solo, lejos de este lugar.
El sueño se desvanece. Despierto con lágrimas en los ojos, que seco rápidamente.
Me estiro un poco y me percato de que ahora tengo una cita con un hombre y bragas femeninas puestas.
"¿Qué carajo me pasó?", digo para mí mismo, mientras entierro mi cabeza entre las almohadas intentando olvidar mi sueño y esa "cita".
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Cambio de ser
General FictionOmar es un programador que ha renunciado a las relaciones personales debido a su ansiedad social. Recluido en su habitación y trabajando a distancia, ha aceptado su solitaria vida sin amigos, familia ni a quién acudir. Sin embargo, un día, al desper...