Adam se ha ido, dejando atrás su perfume, el cual me provoca sensaciones inexplicables, pero cálidas en el estómago. Pero no puedo perderme en mis pensamientos con la cita cerca; debo salir y comprar algunas cosas para verme bien el domingo.
Sin aguantar las ansias, regreso a mi habitación. Llevo puesta la misma ropa desde hace rato; espero que Adam no tenga ideas equivocadas sobre mi higiene. Me cambio rápido. No hay gran cosa que pueda vestir para llevar al centro comercial, necesito actualizar mi guardarropa con ropa más adecuada para mi cuerpo. Pero eso será después; por ahora, debo enfocarme en qué vestiré en la cita.
Me pongo la ropa más decente que encuentro, me peino un poco, tomo mi dinero, y al intentar salir la cabeza me empieza a dar vueltas y un dolor punzante me desbalancea casi tirándome al suelo. Había olvidado por completo que recién tuve una caída. Debo ir con cuidado, sigo algo aturdida después del golpe.
Más calmada, salgo de casa y me desvío de mi ruta habitual para no pasar cerca de donde trabaja Adam. No quiero preocuparlo, pero especialmente quiero evitarlo por lo mientras después de ese beso en la mejilla que aún me avergüenza. Tomo una ruta alternativa y llego unos 20 minutos más tarde al centro comercial.
Recuerdo que hace unos días vi un bonito vestido rojo.
Llego a la tienda y pido el vestido en talla chica. Es de un corte fresco, con la parte de abajo que llega por debajo de las rodillas, pero es algo entallado, lo que resalta mis atributos. Me miro al espejo y veo cómo mis pechos sin sostén se notan bajo el vestido, mis caderas se ven muy bien y el trasero se marca de una manera provocativa. Me veo excelente.
El vestido es de un tono rojo vibrante, con un pequeño escote que enmarca mis clavículas y deja entrever un poco de mi busto. La tela es suave y se ajusta perfectamente a mi cintura, destacando cada curva. Mis pechos, libres y firmes, se ven sensuales bajo la tela, con los pezones ligeramente marcados. Mientras me giro frente al espejo, el vestido se mueve con fluidez, acariciando mis piernas y dándome una sensación libre y sensual. "¿Me pregunto si a Adam le gustará?", pienso, y mi cara arde de nuevo. "¿Es la primera cita y ya estoy pensando en eso? Puede que incluso sea mucho para una primera cita." Pero antes de arrepentirme, cuento hasta tres en mi cabeza, me cambio de ropa y salgo a la caja para pagar el vestido. "Sea mucho o no, quiero que Adam me vea con esto puesto."
Pago el vestido, salgo de la tienda y con paso apresurado, quiero volver a casa para seguir preparándome para la cita. Al caminar, paso frente de esa tienda de lencería. "Si iré con este vestido, ¿no será mejor usar algo adecuado?", pienso mientras entro en la tienda.
"Bienvenida, ¿puedo ayu...? Oh, hola. Eres tú de nuevo. ¿Vienes por el conjunto que te probaste la vez pasada?", dice la misma empleada del otro día. Parece que me recuerda. "La otra vez no te sentiste tan bien con él puesto, pero puedo asegurar que se te veía muy bonito." "Necesito un consejo," le digo mientras discretamente le muestro el vestido. "Quiero usar algo que vaya con este vestido. ¿Podrías recomendarme algo?" Su mirada brilla y dice, "Claro que sí. Talla chica, busto 75 cm, aún lo recuerdo. Puedes esperarme en el vestidor 2 mientras traigo algunas cosas que puedan combinar." Asiento y camino al vestidor.
Mientras estoy sentada esperando, sigo pensando en ese beso en la mejilla y en lo que pudo haber desencadenado. Sonrío mientras sigo absorta en mis pensamientos, hasta que llega la empleada. "Mira, tengo estos dos. Puedes probarte ambos si gustas. Estaré en el piso de ventas por si necesitas algo." "Gracias," digo tímidamente.
Observo los dos conjuntos: uno negro y uno rojo oscuro. El negro es más atrevido, con encaje y más revelador, mientras el rojo es más casual, creo. Me pruebo ambos.
Primero, deslizo el conjunto rojo sobre mi piel. El sujetador se ajusta perfectamente, levantando y dando forma a mis pechos de una manera que nunca había experimentado antes. La tela suave y delicada acaricia mi piel, y los tirantes delgados se apoyan cómodamente sobre mis hombros. Me miro al espejo y veo cómo el conjunto resalta mi figura, haciendo que mis pechos se vean más firmes y mi cintura más definida. El encaje en el borde añade un toque elegante y femenino.
Por el momento, me quito el rojo y lo dejo a un lado para probarme el negro, que causa una visión completamente diferente. Este es mucho más atrevido, con encaje transparente y con varios detalles. El sujetador tiene copas más reveladoras, que muestran más piel. El encaje es suave, pero a la vez firme, lo que levanta y resalta mis pechos, se ve increíblemente sexy. La braga a juego tiene un corte alto que acentúa mis caderas. Me miro al espejo y veo una versión de mí misma que nunca pensé ver antes: una mujer sensual y deseable.
Una imagen rápida de Adam viéndome usando este conjunto cruza por mi mente. Lo imagino quitándome el vestido para luego observarme y halagar mi aspecto. Siento su mirada recorriendo mi cuerpo, sus manos deslizándose lentamente por el cierre del vestido mientras lo baja, luego como pasa las yemas de sus dedos por mis curvas, sus manos jugando con el encaje del conjunto, acariciando mis pechos aun cubiertos, para luego bajar hasta acariciar fuertemente mi trasero. No puedo evitar pensar en esto. No quiero que sea únicamente un pensamiento, quiero que pase. Esta vez, no me siento avergonzada, sino decidida.
Salgo del vestidor decidida a comprar ambos, el rojo para uso cotidiano y el negro para la cita. Pido a la empleada otro juego del rojo. "Me alegra que se decidiera y que ya no se sienta incómoda con ellos. Hoy se ve menos tímida," dice mientras escanea mis productos. "Sí, igual siento que algo ha cambiado, como si fuera una nueva persona, como si finalmente me sintiera cómoda en mi cuerpo, como si finalmente fuera yo..." Ella sonríe, "Me alegro mucho por usted". Pago los conjuntos y salgo de la tienda.
Apresuro el paso para llegar a casa y, como niño con juguete nuevo, sin aguantar la emoción, modelo frente al espejo mi vestido con el conjunto negro debajo. El encaje del sujetador negro se asoma a través del escote del vestido, los tirantes finos apenas visibles sobre mis hombros. La braga se marca visiblemente en el vestido, y esta realza mis caderas, haciendo que mi trasero se vea más redondeado y tentador. Giro frente al espejo, observando cómo el vestido acaricia mi piel y cómo la lencería resalta cada una de mis curvas.
No puedo esperar a por esa cita.
ESTÁS LEYENDO
Cambio de ser
General FictionOmar es un programador que ha renunciado a las relaciones personales debido a su ansiedad social. Recluido en su habitación y trabajando a distancia, ha aceptado su solitaria vida sin amigos, familia ni a quién acudir. Sin embargo, un día, al desper...