Creep (3)

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No estoy seguro de cuánto disminuyó mi estatura después del cambio, así que me dirigiré a una de esas máquinas que miden y pesan, las que están en todos los centros comerciales, para quitarme la duda.

Me subo a la máquina, pongo la moneda y espero. "1.58 m de altura y 50 kg", leo en la pantalla. "De 1.72 m y casi 60 kg a esto... sí, hay mucho cambio, aunque el menor de los cambios", bromeo conmigo mismo, mientras recuerdo que ya no tengo a mi "amigo" y tengo que ahora dos senos.

Toda mi casa estaba diseñada para mi antigua estatura, así que ahora debo conseguir una pequeña escalera para poder vivir más cómodamente. Encuentro una de plástico que parece resistente, la compro y me dirijo a una tienda departamental donde venden ropa barata, la misma donde he comprado mi ropa desde hace unos años.

Entro y me dirijo automáticamente a la sección de hombres. De camino, paso por la zona de mujeres y veo un bonito vestido color rojo. Antes de que la curiosidad me gane de nuevo y tenga que enfrentar la vergüenza, sacudo la cabeza y sigo adelante.

Ya en la sección de hombres, tomo un paquete de cinco bóxers talla chica y tres pantalones de deporte también talla chica, junto con dos sudaderas más cortas de lo que compraba antes, pero que aún quedarán holgadas sin verse mal.

Me dirijo al probador, entro en una cabina y empiezo a probarme las prendas una por una. Veo que todo me queda. "Parezco uno de esos estereotipos de lesbiana de la televisión", me río por la curiosa situación. Me pongo mi ropa de nuevo y salgo de la cabina.

Al salir, choco con alguien. "Perdón, no me fijé por dónde iba", levanto la cabeza y veo a un tipo de unos 1.80 m y robusto entrando en la cabina que acabo de dejar. "Amiga, este es el vestidor de hombres", me señala un letrero que efectivamente indica que me equivoqué de lugar.

Siento que mi cara se pone completamente roja y solo salgo corriendo del vestidor. Voy a la caja a pagar y me apresuro a salir antes de toparme con ese tipo otra vez.

Con todas mis cosas, regreso a mi casa. "Nunca me había sonrojado tantas veces en un día; hasta me están doliendo las orejas, las siento calientes". Qué día más raro e incómodo.

Sin mirar atrás, me cubro la cabeza y regreso a mi hogar.

Cambio de serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora