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Gunwook estaba sentado en la sala, esperando el regreso de sus padres. Sabía que la conversación no sería fácil. Estaba sumamente nervioso, Gunwook nunca había fallado de esa manera académicamente, y no sabía cómo sus padres podrían reaccionar, pero sabía que no iba a ser bueno. En su mente repitió todas las afirmaciones y motivaciones que Gyuvin le dio de camino a casa, y reprodujo el abrazo que le dio al despedirse de él. Su corazón se sintió cálido.

Gunwook estaría bien.

Las puertas se abrieron y su madre entró, su rostro serio y preocupado. Se sentó frente a él, con los informes escolares y cartas del colegio en la mano.

— ¿Qué ha pasado contigo, Gunwook? —La voz de su madre resonó con desaprobación—. Tus notas han bajado, has faltado a varias clases y nos hemos enterado de que golpeaste a un compañero. ¡Y encima te escapaste del castigo!

Gunwook cerró los ojos, intentando afrontar lo que sabía que tenía que escuchar.

—No puedo creerlo, Gunwook —dijo su madre, frunciendo el ceño—. Sabes lo importante que es tu educación. ¿En qué estabas pensando?

Gunwook sintió cómo las palabras lo atravesaban como cuchillos. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, pero las mantuvo a raya, tratando de contener la tormenta interna.

—Solo nos preocupamos por ti, Gunwook. Queremos que seas alguien en la vida, que tengas éxito —continuó su madre, sin notar el dolor en los ojos de su hijo.

Finalmente, el dique emocional se rompió. Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Gunwook mientras levantaba la vista, su voz temblorosa al principio, pero ganando fuerza con cada palabra.

— No les importa cómo me siento —reclamó, su voz quebrándose—. ¡Solo les importa cómo me desempeño! No saben cuántas veces he llorado, cuántas veces he ido a la enfermería por caer enfermo del estrés.

Su madre quedó en silencio, sorprendida por la explosión de Gunwook. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras continuaba.

— ¡No entienden lo difícil que es para mí! Siempre están hablando de mis notas, de mis deberes, pero nunca se preocupan por cómo me siento. ¡Estoy cansado, estoy exhausto y no puedo más!

El silencio cayó pesado en la habitación. Su madre lo miró, atónita y paralizada, procesando las palabras que acababan de escuchar. Parecía que la verdad la golpeó como si fuese algo que nunca le había pasado por la mente.

La madre de Gunwook fue la primera en romper a llorar completamente, llevándose una mano a la boca mientras se acercaba a su hijo.

— Yo... Lo siento mucho, hijo —dijo su madre entre sollozos—. Yo no sabía.

— Te fallé, —agregó, su voz cargada de arrepentimiento—. Solo quería lo mejor para ti

Aunque su dolor no desapareció mágicamente, Gunwook sintió una chispa de esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió escuchado.

Su madre se acercó a él lentamente, entonces lo abrazó. Se abrazaron en el medio del salón, unidos por el dolor y la promesa silenciosa de que en un futuro la comunicación y el apoyo emocional sería tan importante como cualquier éxito académico.


ᓚᘏᗢ


paso a paso

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