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Habían pasado cinco largos días desde aquel desafortunado incidente. Durante los primeros días, Gyuvin hizo intentos persistentes para acercarse a Gunwook, con una mirada preocupada y triste que reflejaba su anhelo por volver a tener a su amigo cerca. Sin embargo, el auto desprecio de Gunwook actuaba como una barrera que lo mantenía distante, a pesar de la tormentosa sensación de dolor en su interior.

Día tras día, Gunwook seguía tratando a Gyuvin con indiferencia, alimentando su propia autodegradación. Esta actitud pareció herir profundamente a Gyuvin, quien finalmente dejó de intentar hablarle, respetando el espacio que su amigo había pedido.

Gunwook pensó que al eliminar distracciones y salidas de su vida estaría más concentrado en sus estudios. Pero, irónicamente, su concentración se desmoronó por completo. Su mente no podía dejar de divagar, siempre pensando en lo mucho que extrañaba a su mejor amigo, desde las cálidas sonrisas hasta los reconfortantes abrazos que solían ser su refugio.

Cuando la voz de su mamá lo llamó para ir a comer, Gunwook salió de su habitación por primera vez en varias horas. Se sentó en el comedor, pero no tenía apetito, a pesar de que lo único que había ingerido ese día era café, un poco de agua y una bolsa de snacks.

Un persistente dolor de cabeza mantenía a Gunwook distraído durante la cena, sumido en sus propios pensamientos y preocupaciones. No estaba realmente presente en la conversación que sus padres sostenían hasta que su mamá llamó su nombre varias veces, buscando captar su atención. Entonces, su mamá le comentó: —Recibí una llamada de uno de tus profesores.

Gunwook empezó a prestar atención, sintiendo sus hombros tensarse, nervioso ante lo que vendría. —Me preguntó si estás teniendo problemas y si estás bien, ya que tus notas están bajando—, le dijo su mamá después.

Una cosa que Gunwook no le había comentado a sus padres era que el día anterior, el docente encargado de terapia en la escuela lo había llamado a su oficina, buscando averiguar sobre su salud mental debido a un notorio cambio en sus calificaciones. Era algo que nunca le había pasado a Gunwook, el presidente de clases.

Gunwook se quedó callado, pues no sabía cómo excusarse sin explicar profundamente lo que realmente le pasaba.

El papá de Gunwook comenzó a mirar a su esposa expectante, y la mamá de Gunwook no esperó a que su hijo respondiera para preguntarle: — ¿Es cierto que tus calificaciones están bajando?

Y aunque Gunwook estaba acostumbrado, no pudo evitar notar que la primera preocupación de su mamá fueron sus calificaciones y no su estado emocional.

Rápidamente les dijo que sus profesores estaban exagerando, que solo había sacado uno o dos puntos menos de lo habitual, y forzando una sonrisa tranquilizadora les dijo que no prestaran atención a eso.

Solo así la cara de sus padres volvió a la vida. —Sabía que no tenía por qué preocuparme. Mi niño siempre ha sido el mejor—, dijo su madre con una sonrisa.

—Gunwook es un genio innato, no es un problema para él, es mejor que no nos preocupemos, amor —, dijo su padre con una sonrisa orgullosa, antes de proceder a entablar una conversación con su esposa, recordando los momentos en que Gunwook logró cosas destacadas en su infancia.

Cuando sus padres cambiaron de tema, el cuerpo de Gunwook se relajó, a excepción de las expectativas que cada vez se sentían más pesadas en sus hombros.

De ninguna manera podía permitirse fallar académicamente. "No puedes tener más errores", repetía en su mente. El peso de la excelencia que siempre se esperaba de él lo podía abrumar, pero era una carga que debía llevar.


ᓚᘏᗢ

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