Capitulo 13

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Dos Meses Después.

Veo de reojo a Bella que mira el paisaje. Hoy es sábado, y vamos a ir a su casa; ella se quedará ahí. No quería, pero debía aceptar porque Bella está muy apagada. Ya no sonríe mucho como antes, y quiero que lo haga. En estos últimos meses, me he dado cuenta de que cometí un error muy grave. Dañé a Bella. Me dejé llevar por mis sentimientos sin pensar en ella, mis celos, y eso nubló mi mente tanto que llegué al punto de lastimar a la persona que más amo.

Tomo la mano de Bella, lo cual ella me mira y sonríe. Sin embargo, fue una sonrisa falsa, y eso de alguna forma me revolvió el estómago de los nervios. No quiero dejarla en su casa, quiero que esté conmigo, pero debe volver. Su madre le ordenó, ya que ella tiene casa y no tiene por qué ir a quedarse en casa ajena, y no tuvo más remedio que volver.

—-Hoy estás hermosa, como siempre, mi vida.

-—Gracias... -—fue cortante, sin mirarme.

Mi estómago se revuelve aún peor, y los nervios me van a matar.

¿Si llegamos a su casa dejará de hablarme? No, no puede ser. Tengo que hacer algo. ¿Pero qué? Una salamandra, sí, eso es lo que me falta para que su madre y abuela puedan aceptarme y Bella me quiera más. Ella valora cada esfuerzo que hago por ella. Fue por eso que aceptó ser mi novia y por lo cual se quedó callada por lo que le hice esa noche. Mierda, esa noche estuvo genial. No puedo olvidarme de nada, es como si fuera una película y ningún detalle se me olvida.

-—Bella, mejor vamos al centro de la ciudad. Tenemos que comprar algo para comer en tu casa, ¿qué decís?

-—Bueno, podemos comprar ravioles y carne...

-—Sí, llevaremos una sorpresa a tu casa. El invierno llegó con todo este año, así que adivina qué es.

-—¿Una estufa?

-—No, te doy una pista: lleva leña y va dentro de la casa.

-—Carlos, si es una salamandra no puedo aceptarlo. Ya has hecho mucho por mí, tengo tres maletas: dos con ropa y una maleta completa de cremas y mis productos de higiene... entiende que me siento una carga.

-—Bella, ya lo hablamos, no importa. Solo quiero que tengas lo mejor, eres mi novia, me gusta consentirte, además es porque te amo.

-—Y... cuando terminemos, ¿te llevarás la salamandra?

¿Qué? ¿Por qué dice eso? ¿Acaso piensa terminarme?

Apreto su mano por la rabia que siento al imaginarme que ella me termina yéndose con alguien más.

-—Ah, Carlos. —-gime asustada y dolorida.

-—No quiero que pronuncies esas palabras, no terminaremos nunca. Cuando cumplas tus 25 años, nos casaremos.

-—L-Lo siento, no lo volveré a decir.

Suelto su mano y la mia la pongo en el volante del auto, para luego mirar sus piernas y cuerpo. Luce tan sexy con su ropa ajustada a su cuerpo. Trae puesto unas botas de tacón alto y grueso negras, un jean Oxford negro y una polera de cuello gris. Su cabello hermoso está suelto, podría jurar que el auto solo huele a Bella, dulce y rico.

Bajamos del auto estacionado y caminamos las calles del centro. Nos detuvimos en una tienda donde vi una salamandra, la compré, y el vendedor dijo que nos la llevaría esta tarde, con la dirección que le envié. La casa de Bella aún no se termina; tengo planeado que sea de dos pisos porque ella lo quería así, me lo contó una vez.

Cumpliré sus sueños.

Fuimos al supermercado y compramos ravioles, carne, frutillas y postre para terminar la cena. Bella quería ir por un alfajor o una caja, y la dejé, aunque me sentí ansioso al dejarla ir.

ArabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora