Dana
12 de febrero, 2024A dos días de San Valentín y con una fiesta que preparar en Kaplan Music para la fecha me encuentro en el centro comercial con una Ellen muy embarazada de seis meses.
Y una pancita que la hace ver tan tierna.
¿Qué hacemos en el centro comercial? Buscamos nuestra ropa para ese día, y de paso los regalos que haremos. Resulta un poco irónico que a ella sólo le quede por encontrar el presente de Daniel y a mí el de Alex.
Que cosas.
—¿Qué planeas comprarle?—me pregunta y la miro.
—No lo tengo muy claro aún, pero sé que no puede ser nada para el pobre gato, que más de una vez me ha aclarado, vive en su casa sin su consentimiento.
Ella se ríe (como si hubieses sido broma) y yo sigo mirando a mi alrededor pensando en qué podría regalarle.
Vamos Dana, lo conoces bien. No puede ser tan difícil.
Y ahí es cuando me rio de mi misma y me doy unas palmaditas condescendientes en la espalda. Que no es tan difícil... rio para no llorar.
Ustedes dirán: chica, un libro.
Y lo pensé, pero me di cuenta en cuanto puse un pie en la librería, que no tenía ni idea de qué libro comprar. Así que lo descarté.
Quiero comprarle algo especial...
Que tierna.
Porque somos amigos. Y los buenos amigos se encargan de estas cosas.
Claro. Pues a Fred y Ash bien que les compraste un par de suéteres.
Paso frente a un par de tiendas de artesanía, ropa, accesorios, joyería... pero nada me convence y aún cuando Ellen consigue el regalo para mi hermano y ambas tenemos nuestra ropa para San Valentín en mano yo sigo sin tener un regalo para Alex.
Sin embargo, es de camino a casa, mientras le escribo a Gina para preguntarle si va a llegar para cenar hoy (pareciéramos un matrimonio y todo) que sin darme cuenta: en un segundo estoy caminando y al siguiente mi trasero está pegado al suelo.
La razón: un perro callejero que se metió en mi camino.
—Cada día estoy más ciega—me digo a mi misma (aunque tenga cero problemas en la visión y más en la concentración) mientras le doy un vistazo al animal frente a mí.
Porque vamos, ciega o estúpida tendría que ser para no haber notado a semejante animal. Un Golden Retriever que me llegaría a las rodillas si estuviera de pie y no tendida en el piso aún. Está sucio y algo flaco (imagino debido a su falta de correa o algún dueño gritando su nombre) pero aún así es hermoso y se mantiene de frente a mí, mirándome fijamente.
—¿Y tú cómo te llamas?—oficialmente acabo de volverme loca, hablando con un perro, tirada en medio de la acera y tocando su lomo todo sucio.
Y mientras tanteo su pelaje en busca de alguna placa que no encuentro se me ocurre que a lo mejor ya tengo el regalo perfecto para el señor "odio los gatos".
******
Verán, viéndolo desde perspectiva, tal vez esto no fue muy buena idea.
En primer lugar y más importante: no sé si en realidad a Alex le gusten los perros, porque asumí que si no le gustaban los gatos así sería, pero a lo mejor simplemente es alguien que no compagina con los animales.
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Siempre a las 9:00
Short StoryDos polos opuestos se atraen, al menos eso dice la ley física que todos conocemos. Tal vez por esa ley es que él parecía una nota que ella necesitaba aprender y ella, una sinopsis atrapante que te deja con ganas de saber más para él