Capitulo 28

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Alexio.

En la mañana cuando desperté lo primero que veo es el hermoso rostro de mi Ara. Es tan hermosa que no puedo creer que sea nuestra compatible, estoy seguro de que ninguno de nosotros se merece a esta mujer.

Nunca pensé que estar con ella se sintiera de esa manera tan dulce, tan pequeña entre mis brazos, tan frágil. Me sorprendió mucho que ella quisiera que yo fuera el primero, pensé que no me soportaba, siempre estamos peleando y eso me enloquece.

Es tan linda, de carácter fuerte y me vuelve tan loco cuando se revela y nos desafía, ninguna mujer nos había desafiado como ella lo hace y nunca antes había tenido tanto miedo de perder a alguien. Si a Cort se le hablara con ella estoy seguro de que nos dejaría y no puedo permitir que ella nos deje y menos por culpa de ese imbécil.

Decido prepararle el desayuno para traerlo a la cama, no me he portado de la mejor manera con ella, pero me es tan difícil acercarme a ella. Tengo mucho miedo de quererla y que desaparezca un día.

Mejor me levanto y preparar su desayuno y me dejó de pensar tantas estupideces.

Cuando salgo de mi habitación me encuentro con Conan y Cain los dos están hablando bajo y ya me puedo imaginar de lo que están hablando y presiento que a la hermosa mujer que está durmiendo en mi habitación no le va a gustar.

—No quiero hablar de eso—no tengo cabeza para esto—No ahora después lo resolveremos.

—¿Pero vamos a hacer algo verdad?—pregunta Conan.

—Si Conan vamos a hacer algo—contesto, pero no ahora. Ahora solo quiero disfrutar de mi compatible un poco más antes de que se enoje.

***

Le preparé algunas frutas con un batido de frutilla que he descubierto, es su favorito.

—Ara, cariño despierta—toco su rostro intentando despertarla—Despierta niña.

—Ya te he dicho que no soy una niña bruto—sabía que eso iba a molestarla, es tan predecible.

—Te preparé el desayuno. 

Abre sus hipnóticos ojos y una pequeña sonrisa aparece en sus tentativos labios.

—¿Para mí?

—Si cariño.

—Gracias, gruñón.

Ara se sienta en la cama y besa mis labios, es un beso rápido, pero es la primera vez que ella se acerca a mí.

—De nada nena.

—¿Tú ya desayunaste?

—No, todavía no.

—Ven y desayunamos juntos.

Me es imposible decirle que no, ella es mi debilidad y lo peor es que ella sabe que es nuestra debilidad.

Cuando intento tomar un pedacito de sandía cortada aleja la fuente de mi alcance.

—No me vas a convidar estaba.

—Yo quiero darte de comer—ella nunca deja de sorprenderme—¿Me dejas?

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