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El choque de técnicas resonó en el Valle del Fin. El Rasengan de Naruto y el Chidori de Sasuke colisionaron con una fuerza devastadora, generando una explosión de energía que los dejó inconscientes. La lluvia comenzó a caer, mezclándose con la sangre y el sudor de los combatientes caídos.

Naruto yacía al borde de la muerte, su cuerpo exhausto y apenas respirando. En ese momento, dos figuras emergieron de las sombras. Zetsu, con su mitad blanca y negra, y un hombre enmascarado, conocido como Madara, observaban la escena con interés.

—Madara, este es el momento perfecto —dijo Zetsu con su voz dual, una mezcla de entusiasmo y malicia—. Naruto Uzumaki está al borde de la muerte. Si lo llevamos ahora, nadie lo sabrá.

Madara, con una voz profunda y autoritaria, asintió. —Sí, es hora de llevar a cabo nuestro plan. Naruto Uzumaki será una pieza clave en nuestro objetivo.

Se acercaron al cuerpo de Naruto con rapidez y precisión. Zetsu dejó un clon blanco en el lugar del verdadero Naruto, asegurándose de que el hueco en el corazón hiciera parecer que Sasuke lo había matado.

Poco después, Kakashi Hatake llegó al lugar. La escena ante él era desoladora: Sasuke inconsciente y Naruto aparentemente muerto. Con urgencia, se dirigió hacia Sasuke, agitando su hombro.

—¡Sasuke! —gritó Kakashi, su voz llena de desesperación—. ¿Qué has hecho?

Sasuke abrió lentamente los ojos, su visión borrosa. Al enfocarse en el cuerpo inerte de Naruto, su corazón se llenó de una profunda tristeza y culpa. Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos mientras el peso de sus acciones lo abrumaba.

—No... ¿Qué he hecho? —murmuró, cayendo de rodillas junto a Naruto—. He hecho lo que Itachi quería... Me he convertido en él.

Kakashi observó a su pupilo con una mezcla de decepción y compasión. Sabía que Sasuke estaba luchando contra un dolor interno insoportable. Sin embargo, la gravedad de la situación no podía ser ignorada.

—Sasuke, esto no puede continuar —dijo Kakashi con firmeza—. Este camino de odio y venganza solo te destruirá.

En ese momento, el dolor y el remordimiento en el corazón de Sasuke desencadenaron una nueva evolución en sus ojos. Frente a Kakashi, Sasuke despertó el Mangekyō Sharingan, una manifestación de su sufrimiento y resolución.

Sin decir una palabra más, Kakashi levantó el cuerpo de Naruto, cargándolo con cuidado. Sasuke lo siguió en silencio, su mirada perdida y llena de culpa. Ambos regresaron a la aldea, el peso de la tragedia colgando sobre ellos.

A la entrada de la aldea, Sakura los esperaba con ansias. Al ver a Sasuke, corrió hacia él, lágrimas de alivio corriendo por su rostro.

—¡Sasuke! —gritó, abrazándolo con fuerza—. No vuelvas a hacer eso, casi te pierdo.

Sin embargo, al notar la expresión vacía en los ojos de Sasuke y Kakashi, su alegría se desvaneció. Miró con preocupación al cuerpo que Kakashi llevaba.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, su voz temblando.

Al ver a Naruto, una sonrisa de alivio apareció en su rostro.

—¡Naruto! —exclamó—. Kakashi-sensei, despiértalo. Le debo agradecer por cumplir su promesa.

Kakashi bajó la mirada, incapaz de responder. La tristeza en su rostro era evidente. Sasuke, con voz entrecortada, habló:

—Naruto... no volverá a despertar.

Sakura parpadeó, confundida, sin entender del todo. Negó con la cabeza, como si pudiera rechazar la realidad.

—No... no puede ser —dijo con un hilo de voz—. No...

Kakashi se acercó y la tomó suavemente del hombro.

—Vamos, Sakura —dijo con un tono serio pero lleno de compasión—. Debemos aclarar esto con todos.

Llegaron a la oficina de la Hokage. Los genin, la Hokage Tsunade, Jiraiya, Gai, Asuma, Kurenai y otros shinobi de la aldea se habían reunido. Kakashi colocó el cuerpo de Naruto sobre una mesa, y el silencio cayó como una losa sobre la sala.

—Naruto está muerto —anunció Kakashi, su voz apagada por el dolor.

El impacto fue inmediato. Negaciones y expresiones de incredulidad llenaron la sala. Algunos shinobi comenzaron a murmurar entre sí, incapaces de aceptar la realidad. Jiraiya, serio e intentando mantener la compostura, miró directamente a Sasuke.

—Fuiste tú, ¿no es así? —preguntó con gravedad, sus ojos llenos de una tristeza contenida.

Sasuke asintió lentamente, apretando los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. No podía mirar a nadie a los ojos, el peso de la culpa lo aplastaba.

—Sí —respondió con voz temblorosa—. Fui yo...

Tsunade, llena de furia y dolor, avanzó hacia Sasuke con la intención de matarlo. Sus ojos ardían con una mezcla de rabia y tristeza.

—¡Maldito seas, Sasuke! —gritó, levantando el puño—. ¡Voy a matarte!

Antes de que pudiera golpearlo, Jiraiya la detuvo, sujetando su brazo con firmeza.

—Tsunade, no —dijo con calma, aunque su voz temblaba ligeramente—. Naruto no habría querido esto. Él habría dado su vida para traer a Sasuke de vuelta a la aldea. Si de verdad queremos honrar su memoria, debemos dejar a Sasuke con vida.

Sakura, atrapada entre la incredulidad y el dolor, miraba la escena con los ojos llenos de lágrimas. No sabía qué pensar. El chico que ella amaba había matado a su compañero de equipo. Ese chico al que Naruto le había jurado que traería de vuelta, solo para verla feliz. Naruto, que siempre la molestaba, que siempre intentaba conseguir su amor de maneras torpes pero sinceras, había muerto cumpliendo la promesa que le había hecho a ella.

Los pensamientos de Sakura se arremolinaban en su mente, una tormenta de emociones que no podía contener. Sentía una mezcla de culpa, dolor y rabia. Naruto no merecía esto. Él no merecía este destino cruel. Sakura recordó todas las veces que Naruto había sonreído a pesar de todo, cómo siempre había buscado el bien de los demás sin dejarse llevar por el odio.

Finalmente, los pensamientos de Sakura estallaron en un grito desesperado.

—¡¿Por qué no, Jiraiya-sama?! —gritó, su voz llena de dolor y rabia—. Naruto no merecía este destino. No lo merecía. Él era tu mejor amigo, Sasuke. Él era la única persona que compartía tu soledad, pero a diferencia de ti, él no se dejó llevar por el odio.

Con un movimiento rápido y lleno de rabia, golpeó a Sasuke en el rostro, derribándolo al suelo.

—Naruto debería estar vivo... y tú deberías estar muerto —dijo entre sollozos, su voz quebrándose con cada palabra.

Después de golpear a Sasuke, Sakura se retiró del lugar, sus lágrimas cayendo libremente mientras se alejaba. No podía soportar estar en el mismo lugar donde Naruto había sido declarado muerto.

La escena cambió a Naruto despertando, adolorido y vendado. Sus ojos parpadearon mientras intentaba entender dónde estaba. Al levantar la vista, vio una figura borrosa ante él.

—Por fin despertaste, Uzumaki Naruto —dijo una voz desconocida, resonando en la habitación oscura.

Naruto intentó moverse, pero el dolor lo detuvo. Su mente estaba nublada por la confusión y el miedo.

—¿Dónde... dónde estoy? —preguntó con voz débil.

La figura se acercó, revelando a un hombre enmascarado.

—Estás en un lugar donde tendrás una nueva oportunidad, Naruto —dijo el hombre—. Un lugar donde podrás ver la verdad sobre el mundo ninja.

Entre la Luz y la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora