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Capítulo uno

Yoongi Min de tan solo veintiocho años había experimentado el miedo varias veces en su vida, pero esta hizo que todas las otras veces palidecieran. El sabía que en todos los trabajos se corrían riesgos. Conducir era peligroso, un coche te puede golpear al cruzar una calle e incluso podrías morir desangrado si te cortas con los cristales rotos de una ventana.

"Así es la vida". Se había convertido en su lema. Pero realmente nunca creyó que su trabajo sería realmente peligroso. En realidad no. ¿Qué cosa le podía pasar sirviendo comida y bebida? Hizo una lista mentalmente.

Podría resbalar y caerme o quemarme con la comida caliente. En el peor de los casos alguien podría dispararme en una fiesta pandillera. Pero esas posibilidades eran casi nulas cuando vivías en una pequeña ciudad en el norte de California.

Sin embargo... estaba aterrorizado. Ni en un millón de años, incluso con su salvaje imaginación, se había visto en esta situación.

El se quedó inmóvil, no importaba cuán fuerte le gritara interiormente a su cuerpo que se diera la vuelta y que corriera. No. Su cuerpo se negó a responder. Todos sus mejores intentos de enfrentarse a cualquier cosa, habían huido con su coraje. Se quedo inmóvil como una estatua. Con la boca abierta, pero sin gritar. Ni siquiera gimió. Nada. Su corazón latía con rapidez y casi no podía respirar. ¡Esto es una mierda!

Había oído que tu vida pasaba ante tus ojos cuando estabas a punto de morir. El no la estaba viendo. No. Sus ojos permanecían fijos en la mirada de un enorme hombre-bestia que le gruñía.

Él no era un hombre del todo, tenía dientes afilados y sus gruñidos eran parecidos a los de un animal. Era hermoso y al mismo tiempo era feroz. Era muy musculoso y media casi dos metros. Sus brazos eran extremadamente musculosos y su pecho era muy ancho. Su piel tenía un bronceado dorado, pero era su pelo el que lo hacia tan hermoso. Era de un color rojizo- anaranjado con mechas rubias. Le llegaba hasta los hombros. Su rostro casi parecía humano. Sus ojos eran del color del oro fundido, con súper-largas pestañas y tenían la forma de los de un gato. Su nariz era ancha y mas plana de lo que había visto nunca. Su pómulos eran prominentes y su mentón fuerte y cuadrado. Sus labios carnosos estaban separados y revelaban sus dientes blancos y puntiagudos.

-"Aléjate de él Yoongi" le grito su jefe, Ted Armstrong. -"No hagas ningún movimiento brusco y ven hacia mí. Hazlo ahora."

¿Espera que me mueva? Comenzó a respirar de nuevo cuando sus pulmones se quejaron de la falta de oxígeno. Quería girar la cabeza para mirar a Ted, pero no pudo. No podía apartar

la mirada del enorme hombre-bestia que lo estaba acechando con esos grandes y hermosos ojos de gato. Estaba enojado y le estaba gruñendo.

-"Maldita sea, Yoongi. Retrocede lentamente. Mira al suelo y ven hacia mí. Puedes hacerlo".

Ojalá pudiera hacerlo. Su cuerpo se negaba a cumplir sus órdenes. La única parte de su cuerpo que se movía era su pecho, al respirar.

-"Jungkook" dijo otro hombre en voz alta.- "Cálmate y aléjate del doncel. No te esta retando. Esta cagado de miedo."La nueva voz tenía un tono fuerte, profundo y parecía enfadado.

El hombre-bestia gruñó otra vez y dio otro paso hacia Yoongi.

Quería correr, pero parecía que sus piernas estaban clavadas en el suelo. Trató de apartar la mirada de esos ojos dorados, pero no pudo romper la conexión. Todo el mundo había oído hablar de las nuevas especies. Cualquier persona que hubiera leído un periódico o hubiera visto la televisión sabía que los humanos que habían trabajado en Industrias Mercile habían experimentado con ellos. Y que los sobrevivientes de las instalaciones habían sido liberados. Mierda, pensó. Obviamente es una nueva especie.

000☆KookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora