El gigante dobla la esquina. Sus pasos son pesados y provocan un pequeño terremoto cada vez que tocan el suelo.
Extiende la mano y arranca otra chimenea.
Harry se pone de pie, apretando con más fuerza su varita. Para su sorpresa, Ginny se pone a su lado. Hay un brillo casi maníaco en sus ojos.
—¡Ginny, no! —le dice, pero ella solo levanta una ceja.
—Como si pudieras detenerme —siseó, y luego apuntó su varita hacia la criatura.
Harry mira hacia atrás para pedirle a Severus que tal vez le ordene a la chica que regrese, pero lo sorprende mirando la espalda de Ginny, con una expresión extraña en su rostro. En lugar de estar enojado, Snape parece casi triste por un momento, pero sucede demasiado rápido para que Harry lo comprenda realmente.
Puede sentir que el hombre quiere mirarlo. Su mirada vacila en el suelo frente a los pies de Harry, luego mira hacia arriba y sus ojos se encuentran durante medio segundo, pero luego Snape baja la mirada de inmediato como si lo hubieran sorprendido mirando algo que no debía.
Harry quiere llamarlo por su nombre, sentarse y hablar, abrazarlo, besarlo, pero no puede. El mundo real los ha alcanzado demasiado rápido.
Ese frío se apodera de Harry de nuevo. La comprensión también se apodera de él. Sí, en efecto, Ginny Weasley y Harry Potter. Una pareja así tendría mucho más sentido, ¿no?
Al momento siguiente, el gigante balancea su mano sobre su cabeza y él tiene que concentrarse en la pelea.
Él y Ginny levantan sus escudos. La chimenea sale volando hacia ellos en pedazos y, al impactar, se hace añicos por completo.
Ginny no duda ni un segundo. Levanta los ladrillos y los lanza de vuelta uno por uno. Su puntería es impecable y cada uno de ellos cae sobre el gigante con un golpe fuerte, pero causa poco daño a la criatura de piel gruesa.
Harry saca todo su arsenal. Le dispara hechizo tras hechizo, pero nada parece penetrar la pesada capa. Su Sectumsempra le hace sangrar, pero no son más que pequeños rasguños que parecen enfadar aún más al gigante.
Él emite un rugido enorme y ensordecedor que hace temblar todos los cristales de los marcos, luego, con pasos lentos, se arrastra hacia su pequeño grupo.
—¡Harry, necesito más tiempo! —grita Snape desde atrás.
Harry conjura un escudo justo en frente del gigante. El flujo continuo de magia, como un patronus, parece mantener alejada a la criatura, pero no dura ni un instante. Cuando el gigante presiona contra él con todas sus fuerzas, se hace añicos con el sonido de los cristales al romperse.
—¡Otra vez! —ordena Ginny, con sus ojos marrones iluminados por la determinación.
Harry levanta su varita nuevamente y esta vez ve a Ginny hacer lo mismo. En el momento en que el hechizo sale de su boca, escucha a Ginny gritarlo también con intensidad detrás de cada sílaba.
Esta vez, el escudo crece hasta convertirse en un muro casi invisible entre ellos, que se extiende de un lado a otro de la calle.
El gigante avanza, sus puños del tamaño de un coche se agarran al escudo, pero este resiste. Ginny suelta una risita de alivio y Harry le sonríe.
El gigante vuelve a rugir, sintiendo la misma molestia que sentiría una mosca molesta que se niega a irse. Le da una patada al escudo y Harry siente el poder de este resonar en la magia, pero logran mantenerlo alejado.
Al gigante no le gusta nada no poder pasar. Arranca un trozo de una casa hecha de piedra y madera gruesa con la misma facilidad con la que un niño agarra un trozo de un castillo de arena y luego lo arroja al escudo.
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De todos modos, estaremos muertos en un año ( snarry)
RandomNo basta con que Harry haya estado atrapado en Grimmauld Place durante casi un mes, ahora su cuerpo de dieciocho años elige el peor momento para descontrolarse. No está seguro de cómo manejar la situación solo, por lo que debe buscar ayuda del único...