cap. 30

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Llegamos al estudio y nuevamente Antonio me llevaba cargando mientras Abraham llevaba mis muletas, gracias al tráfico que había llegarían tarde, pero quisieron ver si podían lograr disminuir su tiempo de retardo

—¡Llegamos!.— gritó Abraham cuando entramos en el estudio

Ahí estaban mis otros compañeros de equipo, Ámbar al verme se acercó así que Antonio me bajó con cuidado

—Pero miren a quien tenemos de regreso.— sonrió falsamente —¿Qué haces aquí? Por lo visto aún no te recuperas así que este sigue siendo mi equipo.—

Cuando veníamos para acá aproveché para enviarle mensaje a la jefa, la había citado en el estudio para poner mi queja, ella había accedido a verme así que sería cuestión de minutos para tenerla aquí

—No es tu equipo.— se metió Antonio

—Tú cállate y ve a cambiarte, no puedes ensayar así.— le ordenó —Y tú también.— señaló a Abraham

Ambos chicos suspiraron resignados, tomaron unas pequeñas maletas que tenían con sus cosas y salieron, por ahora era mejor que siguieran cumpliendo con las órdenes

—Y ustedes dos.— señaló a los otros integrantes del equipo —Vayan a darle 15 vueltas al estudio.—

—Pero si llegamos antes que tú.— se quejó Velkis y Ámbar la miró mal —Está bien, ya nos vamos.—

Y sin más también salieron dejándome sola con aquella rubia. El ambiente se había vuelto incluso incómodo, podía percibir que la vibra de los demás chicos ya no era la misma, como si Ámbar les hubiera quitado el amor por el baile

—Llevas poco tiempo de capitana y lograste lo que yo no pude.— dije y me miró orgullosa —Los apagaste.— su sonrisa se borró

—No tienen por qué disfrutar el baile, tienen que hacerlo perfecto porque es su trabajo.— se cruzó de brazos —No sé por qué discuto contigo si ahora no eres nadie.—

Recargué mis muletas sobre una pared y di pequeños brincos hasta llegar a una silla que tenían en una de las esquinas del lugar, necesitaba sentarme, ella me siguió

—Sé lo que hiciste.— dije, pero ella parecía ni siquiera inmutarse —Por tu culpa estoy así.—

—No es mi culpa, es culpa del imbécil de Antonio.— aún lo negaba así que la miré mal —Debería agradecerle, cuando te sacó de la jugada me hizo un favor.—

—Ambas sabemos que lo de Antonio no fue un accidente.— hablé —Él podrá ser distraído, pero jamás haría algo tan imprudente.—

Ella aún mantenía un semblante duro, como si realmente no le importaran las acusaciones en su contra

—Tienen grabado todo.— confesé y solo eso bastó para borrar su expresión confiada —¿Sabes que pasará cuando se lo cuente a la jefa? Primero te burlaste del nombre que escogió alguien importante para ella y después causas un accidente donde la empresa perdió bastante en mi tratamiento, mi sueldo y todo eso.—

Pareció pensarlo un poco hasta que de un momento a otro se arrodilló, yo la miré confundida

—No puedes decir nada.— rogó juntando ambas manos

—Por dios Ámbar, levántate.— pedí rápidamente, mi idea no era humillarla, solo quería un poco de justicia pero no así

—Tú eras la capitana, el equipo te amaba y después cuando trajiste a tu novio lograste acaparar más atención.— dijo sin levantarse del suelo —Sé que estuve mal, pero quería un poco de lo que tú tenías, mi idea era que Antonio se lastimara porque él ya tenía lastimado el tobillo, así no tendrías pareja y eso te quitaría protagonismo en las coreografías, pero se salió de control.—

Escucharla confesar todo no me hizo sentir más molesta, me hizo sentir un poco frustrada por todo, ¿si hubiera logrado lastimar a Antonio sería mi culpa?

—Ámbar, te justificaste y en ningún momento me pediste perdón.— hablé, no quería sonar tan amable, quería sonar firme —Dañarme a mí es algo, pero querer dañar a un amigo mío es incluso peor, no te quiero arruinándoles el baile a los demás, no te quiero cerca de la gente que quiero y menos sabiendo que eres capaz de lo que sea por conseguir lo que quieres.—

Ella se levantó y regresó a tener una vibra dura, como si esa ligera humillación solo hubiera sido actuada

—Deja de actuar como la niña buena, no eres correcta.— exclamó —Ese juego solo te lo creen Abraham, Antonio y el teto de tu novio.—

Por fin el enojo empezó a manifestarse dentro de mí

—¿Qué dijiste?.— cuestioné queriendo reafirmar lo que había escuchado

—¿La caída te dejó sorda?.— cuestionó sarcástica —Dije que los únicos que te creen tus jueguitos son Abraham, Antonio y el idiota de tu novio... ¿O le dije teto?, no recuerdo, pero puedo compensarlo con otros insultos.— dijo sonriendo arrogantemente

Sabía que estaba mal dejar que sus comentarios me afectaran o me hicieran enojar, pero se estaba metiendo con Aldo... además todos sabían que yo no era la mejor balanceando mis emociones

—Lávate la boca cuando hables de mi novio.— murmuré molesta

—¿Te molesta algo tan soso? ¿No has visto que hay gente que habla peor de él?.— cuestionó orgullosa de haber encontrado algo que me haría enojar —No es por chismosa, pero vi algunas cosas que dicen sobre él...—

Ella seguía hablando e insultando a Aldo con cada palabra que decía, lo que soltaba se ponía cada vez peor así que apreté mi puño bastante molesta













(......)

—¡Hermanita, volvimos y...— la voz de Abraham me regresó a la realidad

Todos estaban en la entrada del lugar, hasta la jefa. Ámbar se encontraba en el suelo con su mano en su mejilla mientras yo me encontraba también en el suelo, pero porque me caí al no poder mantener mi equilibrio

—¿Qué pasó aquí?.— cuestionó la jefa preocupada

Ellos entraron y mientras todos los de mi equipo me ayudaron a levantarme dejaron a Ámbar tirada a un lado

Sabía que había cedido a mi impulso violento y había golpeado a Ámbar con tal fuerza que la había tirado y me había caído. Estaba mal lo que estaba por hacer, pero ya no quería ser buena, yo no era mala persona simplemente había personas que no merecían que las trataran bien

—¡Ella me tiró!.— mentí dramatizando un poco, Abraham y Antonio miraron mal a Ámbar, los demás solo estaban sorprendidos

—¡Claro que no!.— se defendió —Esa loca me golpeó.—

La jefa mantenía su mirada en ambas, como si no supiera qué creer

—Ámbar está mintiendo, ella hizo que todos saliéramos para quedarse sola con la chica fresa, es probable que sea porque quería hacerle algo.— teorizó Velkis

Tenía eso de mi lado, al menos se vería más creíble que ella me haría más daño

—Yo no...— iba a defenderse la rubia

—De hecho para eso la cité, quería poner una queja en contra de Ámbar y si no procede será una denuncia formal.— la interrumpí —Antonio tiene las pruebas de como por su culpa me rompí la pierna.—

La jefa miró a Ámbar esperando explicaciones, pero no podía salvarse esta vez, la tenía entre la espada y la pared... no sabía que después aquella rubia se las ingeniería para joder mi vida.

𝐑𝐎𝐌𝐀 [Aldo Geo X Tú]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora