Capítulo 7

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Las dos amigas observaron las grandes instalaciones desde fuera. No decían nada, pero ambas estaban de lo más nerviosas. Compartieron una mirada de confidencialidad y se adentraron en los grandes jardines que rodeaban los edificios. Todo aquello parecía un sueño: Después de todo el trabajo que habían hecho, por fin estaban donde querían estar. Las construcciones eran inmensas y aunque su estética era moderna, también guardaban toques y detalles melancólicos. Las facultades de ciencias estaban situadas a la izquierda, mientras que las de letras se encontraban a la derecha. Tania suspiró al imaginar todo lo que viviría allí: Estaba dispuesta a abrir un nuevo capítulo en su vida y en hacer lo posible para que fuera mejor que el anterior. La alegría y las ganas eran los sentimientos predominantes, y el alboroto y los gritos de entusiasmo se escuchaban por todas partes.

Finalmente Tania y Marta se separaron y cada una fue hasta su clase. Cuando Tania entró en su aula vio varios jóvenes dispersados en distintos grupitos charlando tranquilamente. Sin saber qué hacer se sentó en un asiento libre y esperó a que llegara su profesor. Por suerte tan solo pasaron varios minutos hasta que un señor estirado y de traje marrón irrumpió en la sala y mandó a todo el mundo a sentarse. Tania se fijó en sus compañeros: A su izquierda tenía una chica morena que tenía pinta de ser muy maja y de llevarse con todo el mundo. A su derecha, por otro lado, había un chico de esos que quitan el aliento: Rubio, de ojos castaños claros, con la mandíbula afilada y la nariz con un perfil perfecto. Seguramente fuera uno de los populares, ya que a parte de su belleza tenía pinta de ser carismático. El chico debió de notar que Tania lo miraba fijamente, porque enseguida giró la cabeza para mirarla. Avergonzada, ella apartó la mirada rezando porque no se le notara el rubor.

-Perdona,-susurró él,-¿tú no serás Tania?

-¿Cómo lo sabes?

-Creo que te vi en un programa de parejas.

-¡¿Cómo?!-En ese momento, Tania habría agradecido que la tierra se la hubiera tragado.

-Claro, saliste en la tele.-"No, no, no; ¡no puede ser!"

-¿Y tú qué haces viendo esos programas para jubilados, David?-Se unió a la conversación la chica de la izquierda.

-Son interesantes. Pero el de esta lo fue aún más: Tendrías que ver los gritos que se pegaban.

-Entonces tendré que vérmelo.-La morena sonrió a Tania.

-¿Qué?, ¡No!-Exclamó Tania sin poder más con la vergüenza. Los dos jóvenes comenzaron a reír.

-Por cierto, yo soy Valeria.-Dijo tendiéndole una mano a la chica.

-Encantada; yo soy Tania.

-Ya, ya lo sé.

-¿Y a mí no me presentáis?-Preguntó David haciendo un puchero.

-Él es David,-comenzó Valeria con un suspiro,-el chico por el que todo el mundo se muere, al que todo el mundo ama, y al que nadie odia.

-Presentación muy acertada.-Comentó David señalando a Valeria.

-Encantada.-Contestó Tania. El chico le dedicó una sonrisa perfecta a Tania, haciendo que se derritiera por dentro. "Recuerda que el físico no lo es todo".

Recuerdos compartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora