Capítulo 15

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No sabía por qué, pero en aquellos momentos a Tania se le erizaba el vello y la emoción crecía en su interior. En el primer acto, Julieta aparecía en su habitación. La voz de aquella chica era espectacular, y su presencia ocupaba todo el teatro. Todo era precioso: La música, los trajes, la escenografía, la actuación... Todo en su conjunto hacía que pareciera que todo lo que ocurría era real y no una actuación. 

En un momento dado, Tania miró de reojo a Bruno y descubrió que miraba fascinado hacia el escenario: Definitivamente, no era tan durito como aparentaba. Tania volvió a mirar al frente y se concentró en no volver a mirar a Bruno. De todas formas, de vez en cuando sentía que él la observaba de reojo. Ella le devolvió la mirada, y atrapado, el miró al frente de nuevo bruscamente. Tania sonrió satisfecha al haberlo pillado desprevenido. 

Finalmente llegó el último acto: En él tan solo se reflejaba el dolor de un corazón roto, de un final trágico e injusto. Los cantantes alzaron sus voces hasta que llenaron todo el patio de butacas y actuaron dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Sin poder evitarlo, a Tania se le empañaron los ojos de emoción. La respiración se le aceleró y se le formó un nudo en la garganta mientras observaba el dramático final de aquella historia. Al final, no pudo aguantar más y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Sabía que Bruno le estaba mirando, pero rezó por que con la oscuridad no se notara. La función llegó a su fin y todo el mundo se levantó para aplaudir y vitorear a los grandes artistas. Tania se secó las lágrimas disimuladamente y aplaudió con fuerza. La verdad es que había merecido la pena ir a aquella obra: Hacía tiempo que no desconectaba de todo así. Suspiró y después de que los cantantes y actores saludaran un par de veces y el telón volviera a bajarse, salió junto a Bruno. Él era consciente de lo que ocurría, por lo que durante todo el trayecto no dijo nada. 

Cuando salieron del teatro ya era de noche, y las calles tan solo estaban iluminadas gracias a las farolas. Comenzaron a caminar en un silencio que contra todo pronóstico no era ni tenso ni incómodo.

-Bueno, ¿ha estado bien no?-Comentó Bruno.

-¿Te ha gustado?-Preguntó Tania entusiasmada.

-¿Qué? No.-Contestó secamente.- Lo que pasa es que no sabía que una ópera pudiera causar... Tantos sentimientos.-Ambos jóvenes se miraron en silencio.

-¿Tú también lo has sentido?

-¿El qué?-Preguntó él incrédulo.

-Joder, la magia.

-No.-Respondió secamente mientras miraba para otro lado.

-Borde.

-Loca.

-¿Loca?

-Sí, loca.

-Ja, lo dice el que mira mal a cualquier chica que se le acerca.

-¿Eso es malo?

-Bueno, si unas chicas guapísimas me miraran yo las saludaría: Se llama educación, aunque claro, tú no entenderás nada de eso.

-No, se llama ser inalcanzable, aunque claro, tú no entenderás nada de eso-Contestó con una sonrisa socarrona.

-Serás cabrón.

-Pringada.

-Gilipollas.

-Borde.

-Insoportable.

-Imbécil.

-Analfabeto.-Él la miró con las cejas alzadas.

-¿Perdona?

-He dicho analfabeto.-Tania sonrió al saber que ese era su punto débil.

-Ey, tú;-gritó un desconocido a sus espaldas-, ¡yo te daba!-Iba acompañado de otros dos chicos, que se rieron al escuchar a su amigo.

-¿Perdona...?-Tania se giró incrédula.

-¿Qué?, ¿qué te ha dicho?-Preguntó Bruno mirándola.

-Nada, nada... Vámonos.-La joven cogió al chico del brazo y lo arrastró en dirección contraria del que había gritado. Bruno, sin embargo, se paró en secó.

-Tania: ¿Qué coño te ha dicho?-Parecía más serio que nunca, y eso que era muy difícil.

-Nada, una gilipollez. ¿Podemos irnos ya?-Respondió ella impaciente. Pero él no le hizo caso y comenzó a caminar hacia los tres chicos. Ella lo siguió tratando de detenerlo en vano.

-Bruno, para: ¡Ha sido una tontería!, en serio, solo son un par de imbéciles, vámonos.-Pero él no le hacía caso omiso. En un par de zancadas llegó hasta los tres amigos, que parecían estar un poco borrachos.

-¿Quién coño le ha insultado a esta chica?-Preguntó con un tono seco y duro.

-Bruno, no hagas nada de lo que puedas arrepentirte, por favor.-Le susurró Tania con temor.

-Ey, ey, ey... Tranquilo, que nadie la ha insultado.

-Ah, ¿no?

-No; sólo le he dicho lo buena que está.-Tania tragó saliva y miró al suelo.

-Bien, pues ella no necesita que nadie le diga lo buena que está, ¿te enteras?

-Ja, ¿me vas a pegar?-En realidad, Bruno parecía estar a punto de darle un par de puñetazos.

Recuerdos compartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora