Me llegó el mensaje de Valeria justo cuando entré a la habitación de David. Al parecer, Valeria estaba enferma, por lo que tendría que practicar sola con David. Le anuncié la noticia y poco después comenzamos con los ensayos. Todo iba genial: De vez en cuando nos parábamos a hablar o a reírnos, o nos queábamos más de la cuenta abrazados. La verdad es que en realidad casi ni practicamos y nos pasamos la mitad del tiempo charlando.
-¿Y por qué elegiste derecho?-Ambos estábamos sentados en la cama, y él me miraba con curiosidad.
-No lo sé, la verdad. Supongo que me gusta todo eso de la justicia. ¿Tú?
-Por mis padres.
-Vaya.
-¿Qué?
-Uno de los mejores jugadores de la universidad, estudias derecho solo por tus padres...: Eres todo un cliché.
-Ya ves, nada nuevo.
-¿Y qué te gustaría hacer si a tus padres no les importara?
-Nada. Quiero decir, nunca ha habido nada que me apasione. Por eso digo que tampoco me resulta un suplicio hacer lo que mis padres dicen. Si no, seguramente no les habría hecho caso.
-Ya.
-¿Qué?-Él esbozó media sonrisa.
-Nada.
-¿Qué pasa?
-Que no me creo que no haya absolutamente nada que te guste hacer o que te apasione.
-¿Y eso?
-No sé, no te pega.
-Pues mira, me has pillado: En realidad sí que tengo una pasión.
-¿Ah, sí?, ¿y cuál es?
-¡Hacer cosquillas a la gente!
-¿Cómo...?-En aquel momento, David se abalanzó sobre ella y comenzó a hacerle cosquillas. Ella chilló y trató de zafarse de él de mil maneras distintas, pero le fue imposible.-¡David, para, para!-gritó entre sonoras carcajadas. Sin embargó, él no cesó hasta pasados varios minutos que a Tania se le hicieron eternos. Cuando él paró, ella finalmente respiró tranquila y lo miró con una sonrisa: Ambos estaban tumbados en la cama, él sobre ella, y sus rostros se encontraban a escasos centímetros. Ella tragó saliva al ser consciente de que ambos compartían el mismo aire y de que ninguno se había movido de su sitio. Se miraron a los ojos, a los labios, y el rostro de él comenzó a acercarse lentamente: "Dios mío, me va a besar, ¡me va a besar!" Ella contuvo el aliento mientras él acortaba los milímetros que los separaban hasta que sus bocas prácticamente se rozaban. Él se acercó más, y entnces el teléfono de ella comenzó a sonar estrepitosamente, haciendo que los dos se sobresaltaran y el momento quedara perdido. David se alejó bruscamente, y ella se incorporó para sacar el móvil de su bolsillo trasero. "¡Mierda!"
Vio el nombre de Valeria en la pantalla y la maldijo silenciosamente.
-Eh... tengo que responder, es...-ella miró a David, que se frotaba el pelo.
-Sí, claro, tú tranquila.-Ella sonrió y salió de la habitación al pasillo. Descolgó y escuchó la voz de Valeria al otro lado de la línea:
-¿Y?
-¿Cómo que "y"?-Preguntó Tania extrañada.
-Que si ha pasado algo.
-¿Se puede saber a qué te refieres?
-¡A si ha pasado algo entre tú y David!
-¿Qué?, ¿cómo que...?, oye, ¿tú no estabas enferma?
-No, solo he faltado porque la química entre vosotros dos era evidente.
-¿Me estás vacilando?
-¡No!, oye, ¿dónde estás?
-Acabo de salir de la habitación de David.
-Bien, pues busca un lugar en el que no se te oiga.-Tania hizo caso a su amiga y llegó hasta una vieja puerta sin nombre, que seguramente se tratara de algún tipo de trastero. Abrió la puerta y se encerró dentro.
-Vale Valeria, más te vale explicarme todo esto.
-Verás, se supone que no te lo debería contar, pero el otro día David me dijo que le gustabas.
-¡¿Cómo?!
-Sí, como lo oyes. Me dijo que le atraías, y que bueno... no le importaría salir contigo.
-¿Estás de broma?
-¡No, claro que no!, por eso hoy he decidido no ir: Para dejaros vuestro espacio, para ver si surgía algo...-en ese momento, Tania escuchó un ruido.
-Escucha Valeria, te llamo luego.-Susurró, y poco después colgó. Aguzó el oído, tragó saliva y volvió a escucharlo. Fue entonces cuando se fijó en el lugar: Era evidente que estaba cerrado y podría decirse que casi abandonado, pero igualmente era enorme. Estaba lleno de estantes polvorientos con objetos en estados lamentables, y el suelo era de un frío hormigón. Atravesó varios pasillos con la ayuda de la linterna del móvil hasta que vio un halo de luz. Se acercó temerosa, y cuando ya se encontraba lo suficientemente cerca, apagó la linterna y se asomó por uno de los estantes: En el centro de la estancia, que se encontraba despejado, había una larga mesa con una lámpara sobre ella, y encima de la mesa, una especie de maqueta que Tania no entendía. De espaldas se encontraba un chico que parecía sumamente concentrado en aquel trabajo pero que a Tania no le costó reconocer. La pregunta era: ¿Qué coño hacía Bruno allí?
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Recuerdos compartidos
RomanceA Tania le acaba de dejar su novio, y deseando olvidarse de él y haciéndole caso a su mejor amiga, termina en una cita a ciegas desastrosa. Después de esa decepción decide que el amor debería esperar un poco, pero todo cambia cuando conoce a David:...