Capítulo 21

7 6 2
                                    

-¿Bruno?-Él se sobresaltó y se giró bruscamente. La sorpresa en su expresión era evidente, como que nadie debería saber que estaba allí.

-¿Tania?, ¿qué coño haces aquí?

-Creo que eso debería de preguntártelo yo a ti.

-Tania, en serio, esto es algo serio. Por favor, vete.

-¿Qué?, no antes de que me digas qué es lo que pasa.

-Tania, de verdad, te pido que salgas y que no le cuentes nada a nadie, ¿vale?

-Ni de coña.-Ella se dispuso a salir, pero él la agarró del brazo. Tania se giró y lo miró fulminándole con la mirada.

-Tania, ni se te ocurra contar nada.

-Pues dime qué es lo que pasa.

-¡No puedo!

-¿Por qué?

-Porque es un secreto.

-Bruno, ¿no andarás con drogas?

-¿Qué?, ¡no!

-¿Entonces?

-No te lo puedo contar.

-Pues no entiendo por qué.

-¡Porque es algo que llevo mucho tiempo escondiendo!

-¡Bueno, pues ya has sido descubierto!

-Por favor...-Él bajó la cabeza frustrado, y esa imagen logró que Tania se ablandara un poco.

-Está bien, lo siento.-Él levantó la mirada sorprendido-Entiendo que es algo tuyo y yo no tengo el derecho de obligarte a que me lo cuentes. Tranquilo, no diré nada.-Tania se dio media vuelta y se dirigió a la salida cruzando los largos y oscuros pasillos. Cuando ya estaba a punto de abrir la puerta de metal, escuchó la voz de Bruno a sus espaldas:

-¡Tania, espera!-Ella sonrió y se giró para volver a donde se encontraba el chico. Bruno se encontraba apoyado en la mesa y la miraba inseguro. Ella aprovechó para fijarse en el lugar más a fondo: En los estantes había miles de objetos cuyo significado y utilidad no entendía. En la mesa, aparte de la pequeña lámpara y aquella maqueta, había varios papeles con garabatos y reglas, compases y más herramientas de medición. En el suelo, a parte de más papeles y materiales, también había muchos libros, algunos abiertos y con frases marcadas y otros simplemente apilados encima de otros.  

Tania miró a Bruno tratando de comprender qué era lo que estaba ocurriendo, aunque no logró llegar a ninguna conclusión.

-¿Vas a explicarme qué es todo esto?

-Necesito que me prometas que no se lo contarás a nadie. Sé que después de explicartelo pensarás que no es más que una tontería, pero realmente es muy importante para mí.

-Claro, no te preocupes.

-Bien, pues iré al grano: Quiero ser científico.

-¿Cómo?-Tania no pudo evitar abrir la boca estupefacta.

-Sí, como lo has oído.

-Pero... no entiendo nada: Lo único que a ti te importa es el fútbol.

-De hecho, no es así: Es lo que digo porque... no sé, no me gusta admitir lo otro.

-Espera, ¿esa es la explicación de todo esto?, lo siento, pero no entiendo absolutamente nada.

-¡Mírame!, ¿dirías que la física me apasiona?

-No... pero eso no quiere decir que no puedas dedicarte a ella.

-Esque esto no se trata de a lo que me pueda dedicar, sino de lo que piensen los demás.

-Ah... así que todo va de eso.

-Sí.

-Es decir, que lo único que te importa es dar la imagen del chico malo que nunca se enamora, que no le importan los estudios y que solo quiere dedicarse al fútbol. Así que te encierras en un trastero abandonado para hacer... ¿tus experimentos? Sinceramente, no le encuentro el sentido.

-Sabía que no lo entenderías.

-No puedo entenderlo si no me lo explicas.-Bruno se frotó la cara con ambas manos y después soltó un sonoro bufido. Parecía estar dudando de si hablar o no, pero finalmente decidió hacerlo:

-Desde niño quise ser científico. Ya sabes, trabajar en la NASA y todo eso. Sacaba buenas notas, y le hablaba a todo el mundo de mi sueño. Así fue como empezaron los abusos. Al principio tan solo eran un par de niños que se reían, luego empezaron a ignorarme mis amigos, y luego ya terminó convirtiéndose en algo mucho más serio. Lo pasé muy mal, pero aguanté hasta el instituto. Finalmente se lo conté a mis padres y decidieron cambiarme de colegio. Cuando llegué al nuevo centro, decidí que cambiaría mi imagen por completo. Se acabó eso de quedarse a la hora del recreo leyendo; se acabó eso de no salir con los amigos; y se acabó eso de dejarse llevar por los sentimientos. Así que aquí me tienes: Supongo que la jugada no salió tan mal.

-Vaya... lo siento mucho.

-No importa.

-Así que fuera de aquí prácticamente toda tu vida es una mentira.

-Más o menos...

-¿No lo sabe nadie?

-Solo tú.

-Vaya, pues... la verdad es que sigo sin entenderlo.

-¿El qué?

-Pues que sigas con esto: Entiendo que en el instituto pudiera salir bien, pero ahora... nadie te va a decir nada porque quieras dedicarte a las ciencias.

-El problema es que ya he construido toda esa mentira: Todos mis amigos, mi familia y todos los que me rodean ya saben "como soy".

-Bueno, pues puedes contarles todo esto. Seguro que tus padres estarían orgullosos, y si tus amigos lo son de verdad te aceptarían tal y como eres.

-No, no estoy preparado.-Tania asintió lentamente: No comprendía a Bruno, y tampoco se imaginaba que pudiera existir ese lado suyo, pero lo cierto es que le causaba mucha curiosidad por seguir descubriendo más.


Recuerdos compartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora