Alexander se quedó de pie, observando a Magnus, mientras las preguntas comenzaban a agolparse en su mente. ¿Cómo había sobrevivido Magnus en esas condiciones? ¿De dónde sacaba la comida? ¿Por qué estaba encadenado en su maldito departamento?
Mientras caminaba por el lugar, sus ojos recorrían cada rincón, buscando respuestas. Magnus seguía moviéndose con dificultad, limitado por la cadena que le aprisionaba el tobillo, la cual era tan robusta que parecía indestructible. Las respuestas que esperaba encontrar en Magnus parecían desvanecerse. Todo lo que Raphael le había dicho sobre su hermano y la supuesta fascinación que tenía por Magnus ya no tenía sentido. Si Alejandro realmente se preocupaba por Magnus: ¿por qué demonios lo mantendría encadenado en su departamento, dejándolo a su suerte?
En una mesa había restos de comida. La mayoría de los alimentos estaban enlatados, y había signos de que Magnus había racionado cuidadosamente lo poco que tenía. Sin embargo, no podía evitar preguntarse cómo había conseguido esas provisiones. ¿Había alguien más que lo ayudaba en secreto? ¿O Magnus había encontrado una manera de sobrevivir por sí mismo?
La confusión y la incredulidad llenaban la mente de Alexander. Se volvió hacia Magnus, que se mostró contento y lleno de alegría, pero con un deterioro imposible de ignorar.
—Lamento todo el desastre. He estado limpio por dos semanas, aunque mi entorno diga lo contrario —comenzó Magnus, su voz sonaba temblorosa —. En un ataque de ansiedad comí todo lo que me dejaste, pero cuando tardaste más de seis días empecé a preocuparme y guarde lo demás. Pero me pondré a limpiar, dejaré todo impecable, aprendí mucho de Berenice en casa.
Algo en el aspecto de Magnus le resultaba inquietante, aunque no podía precisar qué era exactamente. Su complexión desmejorada y su piel pálida. El sudor le perlaba la frente, y sus manos temblaban incontrolablemente. Alexander notó los ojos hundidos, rodeados de ojeras oscuras, había una expresión de desesperación en su rostro, mezclada con una suerte de alivio al ver a Alejandro ahí.
—Primero déjame quitarte… —Alexander hizo una pausa, mirando la cadena —. Limpiaré la herida y después nos encargaremos del lugar, no te preocupes.
No entendía por qué mantener a una persona en ese estado, incluso en la cárcel dejaban andar libremente a los reclusos más peligrosos. La idea de que Alejandro pudiera encadenar a quien supuestamente amaba o quería proteger era difícil de aceptar. Sin embargo, la realidad frente a él era innegable. Magnus había sido dejado en una condición deplorable.
Había algo más en la situación que solo la cadena y el encierro. Sus manos temblorosas, la palidez extrema, el sudor frío... todos eran indicios de algo más profundo, algo que no decía.
Magnus tenía movimientos erráticos, como si su cuerpo luchara por mantener el control. Cada vez que intentaba moverse, un temblor recorría su cuerpo, obligándolo a detenerse y respirar profundamente.
Algunos rasguños marcaban sus brazos, del tobillo resbalaba sangre fresca, dejando el suelo manchado, cada parpadeo parecía ser un peso inmenso. Parecía demasiado cansado y hambriento.
—¿En serio me quitarás la cadena?
Alexander sintió una punzada de frustración y empatía. Todo lo que había creído saber sobre su hermano Alejandro y su relación con Magnus se desmoronaba frente a él.
—¿Por qué no lo haría? —preguntó.
Magnus sonrió, una bonita sonrisa adornó su rostro y sus ojos brillaron. —Pensé que seguías enojado conmigo.
Para este punto, las dudas sobre Alejandro y su verdadera naturaleza comenzaron a crecer en la mente de Alexander. Si su gemelo realmente había cambiado tanto, ¿qué significaba eso para él? ¿Podía confiar en la persona que una vez había admirado? ¿Valía la pena seguir fingiendo?
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descarado ¡! malec
Hayran Kurgu[ ✎ ] Dos hermanos gemelos, dos caminos opuestos. Alejandro es el hijo ejemplar, un agente secreto dedicado a proteger a los inocentes y enfrentar el mal en su forma más oscura. Alexander, la oveja negra de la familia, quién ha pasado dos años en p...