𝐴𝑙𝑓𝑎𝑗𝑜𝑟𝑒𝑠

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El rostro de Argentina olía a rosas,  sus labios estaban entre abiertos con sus grandes ojos puestos en él. Como amaba esa expresión en su rostro, era demaciado tentadora.

Perú, perdido en el momento, se acercó lentamente para besarla, sin embargo ella lo esquivó, rompiendo todas sus ilusiones.

—No se que pasa por tu cabeza que crees que haré lo que me pidas. —renegó curvando una ceja.

El muchacho soltó un suspiró profundo. Aún se aferraba a ella, mientras intentaba resguardarse en su cabello y su aroma.

Estaba tan cerca...

—Perú, quita tus manos de mí antes de que te parta la cara.

Él, muy a su pesar, lo hizo.

—Qué es lo que pasa con vos?!

—Nada.

Se asfixiaba. Todos los días al despertar y saber quien era, saborear lo que es la soledad y rechazo de quien ama. Saber que no está completo, de que no tiene la compañía que más desea en el día y a la que siempre busca, por quien se esfuerza cada mañana y pone su mejor sonrisa al verla. Ilusionarse cuando ella sonríe y da un mínimo indicio de cercanía. Es agonía. Es el infierno.

Amar a Argentina es el infierno.

—Perdón...

Es todo lo que salió de su boca. Se mordía las mejillas internas y apretaba sus puños con fervor. Sus ojos no querían mirarla, se sentía como un imbécil.

—Sabes que no me gusta que se acerquen a mí sin permiso. Estás mal si crees que podes besarme de la nada. —exclamó notoriamente molesta.

—Perdón.

Otra vez. No sabía que decir.

Tenía razón, lo hizo sin pensar.

—Por favor arge... —pero su corazón actuó más rápido que su cerebro. Se maldijo por dentro y se volvió a regañar porque si rogando es la única forma de conseguir lo que necesita, entonces lamería el piso si se lo pide.— Haría lo que sea...

Argentina tragó en seco. Esa faceta de Perú le parecía extraña pero curiosa, algo atrayente... Su rostro con esa expresión de súplica en los ojos le pareció... Atractiva. No entendía porqué la urgencia del trigueño para estar con ella, no comprendía el desespero de sus sentimientos.

Estar tan cerca de él le hizo dudar por un segundo, su propia cabeza ni siquiera sabía como actuar ante esta situación.

—Lo que sea...?

—Lo que tú me pidas. Sólo quiero estar cerca... Contigo. —se acercó cuidadosamente, apoyando sus manos en la mesa y acorralando a la chica.

No lo entendía nada. Por qué actuaba de forma tan intensa? Por qué con ella? Qué tenía ella en particular? Por qué hacía todas esas cosas para estar cerca de ella?

—Quiero ser tu-

—No suelo confiar fácilmente en las personas —interrumpió rompiendo el ambiente. Le asustaba lo que él le podría causar. Perú desprendía demaciado magnetismo, hacía cosas que ella no premeditaba, le confundía.— Mucho menos en un... —dió dos toques puntuales en la insignia de Gryffindor.

—Entiendo. —pronunció Perú mirando su insignia— Tienes miedo.

—A que? A vos? —soltó una risa burlona.

—Yo creo que sí.

Entonces la slytherin lo miró preocupada. Él últimamente se había hecho muy presente en su vida. Le hacía regalos y detalles que ella no pedía, le hablaba aunque muchas veces ella hacía oídos sordos, estaba ahí, presente. Y eso lo hacía diferente, porque nadie había estado tan incondicionalmente cerca de ella hasta ese momento.

𝐴𝑚𝑜𝑟𝑡𝑒𝑛𝑡𝑖𝑎 - 🇵🇪 ִֶָ 🇦🇷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora