🎐 || Por primera vez, las mariposas vuelven a ella.
➳ [ Tanjiro Kamado x OC Fem ; Kimetsu no Yaiba ]
❛ Sus pasados eran líneas paralelas; las estrellas se alinearon y se entrelazaron al igual que los destinos de Hanae...
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Hanae no descansó. Tuvo una de las habituales pesadillas que la atormentan desde la muerte de Kanae y para su mala suerte, combinada con un escenario en donde Shinobu pasaba la misma suerte que ella.
Se tomó su tiempo para asearse y vestirse con un kimono sencillo de color rosa claro, decorado con lirios y hojas verdes. Trataba de concentrarse en los detalles del kimono en un intento de dejar atrás las inquietantes imágenes de la noche. Sin embargo, la sensación de desconcierto aún estaba en su corazón.
—Dios, qué pálida estoy— murmuró para sí misma, pasando las manos por su rostro y estirándolo.
Miró en dirección a la taza semivacía que estaba en su tocador, la potencial culpable. Cerró los ojos por un momento y suspiró para seguir desenredando su cabello. Al terminar, acomodó un detalle de su kimono y sonrió al espejo por última vez, tomó la carta que estaba debajo de su almohada y salió por el balcón. Subió al barandal del mismo y tomó el suficiente impulso para subir a éste sin dificultad.
Desde arriba, Hanae logró ver a Tengen esperándola. Él estaba sentado con ambas piernas cruzadas y con una mano apoyada en su mentón, dándole la espalda. Aprovechando que aún no había notado su presencia, Hanae se acercó sigilosamente con la intención de asustarlo. Justo cuando estaba a punto de decir "¡Boo!", Tengen se giró rápidamente.
—¡Boo!— exclamó él, con una sonrisa traviesa. Hanae dio un pequeño salto hacia atrás.
—¡Tengen!— dijo, tratando de recuperar la compostura. Él soltó una carcajada. Hanae sonrió, aunque su corazón aún latía con fuerza.
—¿Recibiste el mensaje, verdad?
Ella mostró la carta, dedicándole una mirada incrédula.
—No, por algo no vine— respondió sarcásticamente. Tengen rodó los ojos, sonriendo de lado, y tomó la carta, guardándola en uno de los bolsillos de su uniforme.
—¿Has descansado?— preguntó, ajustándose la banda en la frente. Él podía notar que estaba pálida.
Hanae soltó un suspiro cansado y sacudió la cabeza.
—No es algo que pueda hacer estando en un edificio así— dijo mientras se sentaba a su lado. Él la miró conmovido.
—¿Sospechas de alguien?
—Solo de la Oiran— respondió desinteresada—. Dudo que parezca un demonio, es como si estuviera usando un disfraz.
—Es inteligente, da una fachada distinta a lo que realmente es— dijo el pilar. Ella suspiró.
—Sin duda es una Luna Superior, ¿no?
—Lo es— respondió, mirando el horizonte—. Aunque tengo que admitir que su habilidad para escabullirse es impresionante; logra engañar a todos, incluso casi a nosotros.
