aishiteru | tanjiro kamado

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Un anormal número de kakushi llegaron a la finca mariposa desde el Monte Natagumo y con ellos varios cazadores heridos gracias al inesperado encuentro con una familia completa de demonios, dirigidos por una luna menguante. Hanae, había ido al pueblo por un encargo de la pilar del insecto, su hermana. Al llegar vió que había movimiento anormal, lo cual le extrañó.

Sabía que habrían cientos de tareas dentro del lugar, por lo que apuró el paso para ayudar con lo necesario.

—Buenos días— saludó al entrar a la cocina, donde se econtraban Naho y Sumi preparando charolas para los cazadores internados, mientras tanto Aoi preparaba la comida y Kanao solo observaba—. ¿Qué pasó?, ¿de qué me perdí?.

—Anoche hubo un encuentro con una menguante— mencionó la de ojos azules antes de dirigir su mirada a la recién llegada—. Regresaron en la mañana junto con todos los heridos, Shinobu-san está en la sede... ah y van a juzgar a un cazador que carga a un demonio consigo.

—¿Un cazador con un demonio de mascota?— preguntó incrédula, Aoi se limitó a musitar un "mjm" con el mismo tono que la chica— Que raro.

—De hecho, él estuvo en mi selección final— comentó Kanao con voz suave.

Hanae la miró con los ojos muy abiertos, significaba que no llevaba más de dos años activo y dudaba que pasara del rango kanoto.

—Por eso no lo conoces Hanae, es novato— respondió Aoi mientras servía la sopa recién hecha.

—¡Aoi-san! ¡Aún no quiere tomarse la medicina!— llegó Sumi corriendo a la cocina.

—¡Dios ese chico me va a volver loca!— Aoi tiró un poco de la sopa que servía por lo que Kanao se dispuso a limpiar las pequeñas salpicaduras—. Ahorita vengo.

Aoi tuvo que retirarse.

—Kanao— llamó la pelimorado—. ¿Tu fuiste a esa misión cierto?— la contraria se limitó a asentir—. ¿Al menos ayudó con la menguante?.

—Pues... se nota que se esforzó.

Otros gritos comenzaron a escucharse y Hanae quiso ir detrás de estos, se notaba que Aoi necesitaba ayuda.

—No te preocupes, ve a ayudarle. Yo me quedo ayudando en lo necesario— Kanao habló con buena voluntad.

Hanae corrió a la habitación donde había un chico rubio gritando y otro acostado con una peculiar máscara.

—No puedo más con ese— decía harta Aoi.

Hanae lo miró mientras lloraba y rió de lado, estaba haciendo un drama completamente innecesario pero era divertido.

—Yo me quedo, no te preocupes— dijo decidida—. Sé lidiar con fieras.

—Uy si, claro— respondió sarcásticamente—. De todas formas, gracias Hanae.

Se marchó devuelta a la cocina y Hanae se quedó con Kiyo.

—Tranquilo, no pasa nada— dijo ella con suavidad, sobando su brazo para que se relajara y dejara de patalear.

El rubio se calmó y miró detenidamente a la chica mientras sorbía su nariz.

—¿Tienes problema con la medicina cierto?— éste anonadado asintió sorbiendo la nariz.

—Kiyo— la chica susurró algo a la pequeña que se encontraba a su lado. La niña salió del cuarto—. Ahorita trae la solución a tu supuesto gran problema.

—¿Segura que no me quieren envenenar?— preguntó asustado el rubio.

—Creéme que si fuera así ya lo hubiéramos hecho.