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Entre tres kakushi cargaban a Hanae, llegaron a ese acuerdo precisamente por el cierto temor ante la reacción de la Pilar del Insecto, claro que le tienen un gran respeto pero no sabían como los recibiría llegando al último después de todos los demás cazadores.

Los primeros en llegar fueron Inosuke, Nezuko y Zenitsu, el jabalí estaba en un estado crítico por lo que se apresuraron a atenderlo y estabilizarlo. El rubio fue mucho más fácil de controlar, ya que lograron parar con el sangrado abundante en sus piernas, por último, Nezuko, claramente estaba intacta pero fue encontrada junto a ambos cazadores.

Hinatsuru, Makio, Suma y Tengen llegaron un poco más tarde, para los kakushi les era imposible cargar al pilar ya que necesitarían mínimo diez de ellos para hacer el intento de cargarlo. Durante su travesía dio reclamos a los del saneamiento por tardar tanto en llegar a auxiliarlos.

—¡Veo la finca, ya casi llegamos!— anunció el kakushi que cargaba por los hombros a la cazadora, las otras dos sostenían la parte inferior de su cuerpo.

Al llegar, Aoi y Kanao sintieron un gran alivio al verla sin ninguna herida tan preocupante como las de los demás cazadores.

Después ellas solas se encargaron de todo, retiraron toda su ropa a excepción de las prendas íntimas permitiéndoles ver una vista más amplia de su anatomía la cual estaba mayormente cubierta por cortadas, manchas púrpura y moretones. Colocaron la mascarilla de oxígeno porque presentaba una agitada respiración a pesar de estar dormida.

—¡¿Cómo está?!— dijo Shinobu entrando con urgencia al cuarto donde la habían ubicado, se había tardado en la sutura de ambas piernas de Zenitsu. Miró a Hanae y algunas lágrimas rebeldes lograron escaparse por sus ojos.

Mandó a las otras dos chicas con los demás cazadores quedándose sola con su hermana. La cazadora inhaló hondamente y comenzó a toser, Shinobu la inclinó a un lado permitiéndole botar los últimos restos de sangre grumosa que quedaba en su cuerpo. Volvió a recostarla boca arriba cuando la menor se calmó y se dispuso a acomodar la dosis de antídoto que estaría suministrándole.

—¿Shinobu?— susurró con esfuerzos, Shinobu sintió como sus ojos volvían a lagrimear. Se inclinó hacia Hanae y la abrazó con la mínima fuerza para evitar lastimarla.

—Gracias por regresar con vida— dijo entre los silenciosos sollozos.

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Los rayos del sol entraban con intensidad al cuarto, obligándola a abrir los ojos por la molestia de ellos. Pestañeó unas cuantas veces para aclarar su vista, inclinó su cuerpo hacia arriba y estiró ambos brazos bostezando, miró a su alrededor y notó el lugar donde estaba, una de las tantas salas de rehabilitación de la finca mariposa.

Examinó su alrededor en busca de alguna persona conocida, pero ella era la única dentro de aquella habitación. Se recostó otra vez mentalizándose para al fin pararse de aquella camilla, aunque el suero al que estaba conectada se lo impediría.

El sonido de la puerta abrirse la hizo incorporarse de nuevo, ganándose un ensordecedor grito por parte de Naho, la pequeña salió corriendo de la habitación antes de que Hanae pudiera decir algo.

Un rato después volvió con todas las habitantes de la finca y todas la envolvieron en un cuidadoso abrazo.

—Por fin despertaste— dijo Kanao suavemente acariciando su mano, ella le dio una mirada confusa.

—Uhmm, solo dormí una horas...— preguntó confundida mirando el reloj que estaba en un mueble el cual marcaba las once de la mañana—. ¿No?

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⏰ Última actualización: Aug 02 ⏰

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aishiteru | tanjiro kamadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora