La doctora corazón

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Hayley o La Doctora Corazón es una fantasma amable y bondadosa que le gusta ayudar a los niños que están tristes y a los que van mal con la enfermedad una vez ayudo a una niña que se llamaba Wendy a sentirse mejor.

Historia

¿Qué puede ser peor a que te digan que tu hija está en etapa terminal? Para un padre o una madre, nada puede ser peor. Ese era el caso de Lilly Carter, una pequeña niña de nueve años. Cuando debería estar riendo, jugando con sus muñecas o sus amigas; ella se la pasaba en una camilla de hospital, debido a la leucemia linfoblastica aguda, lo que sería cáncer en la sangre. Iba a cumplir ya casi un año de que le detectaron la enfermedad y de que empezó con el tratamiento.

Desde que todo eso empezó la pequeña Lilly se había vuelto agria y amarga, era descortés y no le gustaba ver a nadie. Sobre todo, porque siempre le tenían malas noticias. La más frecuente era que estaba respondiendo negativamente al tratamiento. Pero esa actitud cambió hace un mes. Cuando la doctora corazón llegó a su vida. Se le veía más animada y alegre.

Sin embargo, su madre, que era madre soltera; cada día perdía más las esperanzas. Su hija ya había perdido todo el cabello, y cada vez se veía más delgada y más débil. Aunque Lilly seguido le contara sobre la doctora corazón y que eso la hacía muy feliz... su madre siempre supo que su hija tenía mucha imaginación.

— ¿Cómo te sientes mi amor?

Preguntó la madre, entrando al cuarto de su pequeña.

— Bien mami. La doctora corazón está conmigo y eso me hace sentir bien.

Otra vez esa doctora corazón. Su hija la mencionaba mucho. Aunque entendía que la falta de amistades la hiciera crear amigos imaginarios.

— Me parece genial hija.

— Mamá, no la ignores, ella está aquí parada.

La señora le sonrió con ternura. Se acercó a ella y le besó la mejilla antes de salir del cuarto. Una vez afuera rompió en llanto. Todo esto era demasiado para ella. La niña miró a su izquierda y una chica de cabello extrañamente rosa bastante joven le sonrió. Traía puesta una bata de doctora con un gran corazón en medio.

— Creo que ella no puede verte.

Le mencionó la niña. La doctora rio un poco.

— No todos pueden cariño. Se necesita tener un corazón puro como el tuyo.

Lilly sonrió ante esta respuesta, pero después su cara se tornó seria.

— Mamá se veía algo triste...

La doctora la miró por unos segundos y después se sentó a un lado de la camilla.

— ¿Solo ella está triste?... —preguntó seriamente y a la pequeña le salió una lágrima. Tenía miedo. Tenía miedo de morir, pero nunca lo decía.

— Doctora corazón... no quiero morir... no quiero... tengo miedo... no quiero que mamá se quede sola... —la niña ahora estaba llorando aún más.

La doctora la miró con demasiada ternura. Le recordaba bastante a ella misma cuando pasó todo aquello...

Flash back*

— No quiero morir... en verdad no quiero morir... tengo tanto miedo... —le lloraba una chica castaña de diecinueve años a su amiga.

Esa amiga era la única familia que tenía en la vida. La castaña llevaba por nombre Hayley Good. Y en estos momentos estaba en un estado muy crítico. Ella a punto de lograr su amado sueño, terminar su carrera en medicina, los doctores le habían dicho que su corazón andaba mal. Estaba creciendo demasiado. Vivió meses esperando un donante, pero la lista de espera era larguísima y su tiempo de vida se acortaba cada vez más. Además, que ambas amigas eran de bajos recursos y eso lo hacía más difícil. Hasta que llegó ese día en que se sintió relativamente mal. Sentía que literalmente el corazón le explotaría.

— No tengas miedo, yo estoy contigo...—su amiga Melannie la tomó de las manos, aunque estaba llorando a mares. Lo que menos quería era perder a su mejor amiga.

— Al final así lo quiso Dios... —Hayley sonrió diciendo estas palabras y siguió hablando.

— Mi corazón sería tan grande que no me cabría en el pecho.

Y siempre lo había sido. Siempre había sido una chica bondadosa, era amable y aconsejaba a todo el mundo. Y lo poco que tenía siempre procuraba compartirlo. Todos siempre le decían que su corazón era muy grande. Rió. Y así murió. Riendo. El pulso en la electrónica máquina dejó de sonar.

— ¡Hayley!

Fin del flashback.*

Hacía ya varios años de eso. Lilly notó que la doctora se había quedado ida y la llamó.

— Doctora corazón... —la muchacha reaccionó y miró a la niña. Le sonrió dulcemente y la abrazó.

— No tengas miedo. Te aseguro que todo va a estar bien. Tu solo nunca pierdas la sonrisa.

La pequeña correspondió el abrazo fuertemente y limpió sus lágrimas.

— ¿Estás segura? —preguntó Lilly y la doctora la miró a los ojos.

— ¿Confías en mí?

— Sí.

— Entonces todo va a estar bien. —le besó la frente con dulzura y después se acercó a la ventana.

— Debo irme Lilly. Mi tiempo aquí terminó.

La pequeñita la miró algo entristecida. Llevaba un mes conviviendo y jugando con la doctora corazón y no quería que se fuera. La peli rosada miró a través de la ventana y vio a un chico al que le habían arrojado unas rosas en la cara. Se le veía bastante mal.

— ¿A dónde irás?

— Creo que iré a solucionar problemitas que ocasiona Cupido. —sonrió divertida.

En los siguientes días los médicos estaban sorprendidos de que Lilly por fín estaba respondiendo de manera positiva al tratamiento, era casi como un milagro. Como si de magia se tratara.

Y también ciertos corazones rotos estaban comenzando a sanar. Sin darse cuenta que era gracias a abrazos invisibles y a susurros escuchados. A veces las cosas se escuchan y se ven con el corazón.

Curiosidades

· Hayley es creación de NeoChocolate

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