20. Sentimiento de un padre.

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Los años se hicieron presente y el reino fue testigo del crecimiento de los príncipes y los nuevos nacimientos, siendo que la familia real crecía en cantidad y edad, cada año que pasaba. Había una clara preferencia en cada testigo, los príncipes del rey eran adorado más por encima de los de la heredera, sintiéndose más cercanos a lo que conocían y esperaban. Claro que eso era tema de debate en la fortaleza roja.

Aegon en su ahora, siendo un adolescente de quince años ya había sido presentado a sus trece años como un Alfa, sus cuerpo se habia estirado y cabello se habia asimilado a el cabello de su madre, alborotado y difícil de manejar. Su comportamiento no había cambiado mucho y su madre no había dejado de reprenderlo.

Ahora siendo Alfa y considerado un hombre, pensaba que tendría algún poder sobre la palabra de la reina siendo más desafiante con ella y no podría estar más equivocado, si su verdadero padre no podía con el carácter de la castaña, menos lo haría su hijo.

Rhaenyra se había encontrado con la dura tarea de ser dividida en tareas estos últimos años, se le complicaba pasar tiempo más seguido con los hijos de Alicent, siendo atrapada en una burbuja de felicidad de su propia familia. Sentía que ellos necesitaban más de ella, cuando eran expuesto como si fueran hijos ilegítimos. No podía encontrar una fuente certera ya que se había corrido por toda la fortaleza como agua.

Ella personalmente intentaba atrapar a cualquiera, lo que no le daba resultados, ya que no se atreverían a decirlo ni de espaldas a ellos. No podía encarcelar a toda la fortaleza.

Hacia lo posible por estar, estar para ambas partes, incluso así, los celos se habían infiltrado en los sentimientos de sus hijos, creando conflictos entre ellos, sintiendo que los hijos de Alicent tenian menos derecho de su atención porque vendría sólo siendo su hermana. Jacaerys y Lucerys no terminaban de entenderlo y era su molestia principal al cual reclamaba a su madre.

Y sin embargo habían encontrado momentos en los que no los conseguía peleándose y tenían algo en particular dónde centrar su atención aunque no era lo idóneo, Rhaenyra siempre se enteraba tarde del abuso. En busca de molestar más a su hermano menor Aegon conspiró con los hijos de Rhaenyra en darle un cerdito como dragón, ya que el suyo nunca eclosiono, de hecho Daeron era el único con dragón desde la cuna que si nacio, pero simplemente siendo el único que no había ni si quiera reclamado uno, lo convertía en un completo inútil para su hermano mayor. Siendo que ningun dragón lo quería como ginete.

— Deberías alegrarte, al fin uno que puedas montar a menos que te rechace también.

Las burlas de su hermano mayor y sus sobrinos llenaron los oidos del pequeño niño que decepcionado miraba al animal con ferocidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas y apretando sus manos empujó el cerdo en una ataque de ira, haciendo que el animal cayera de costado y se quejara por el trato.

No queriendo ser más humillado corrió al fondo de la foza, sin importar los gritos de los guardianes detrás suyo, sus botas eran salpicadas de agua y barro por el peso de sus pasos y su corazón se aceleraba más constante sentía más calor. Sus pies resbalaron y cayó al piso rocoso, sus manos se rasparon y sus sollozo quebró el silencio.

Odiaba tanto a su hermano, él no terminaba de entender porqué trataba mejor a sus sobrinos que a él, siendo su sangre.  Su ira crecía en ellos con cada broma que solo era divertido para una parte.

Los guardias se apresuraron e interceptaron al príncipe antes de que sea una presa facil para cualquier bestia. Fue escoltado a la fortaleza a regañadientes, su hermano no desaprovechó la oportunidad de seguir burlándose en el trayecto. Al llegar a los aposentos de su hermana, su madre se acercó desesperada a el, aferrándose a sus hombros.

Una Línea Delgada (Rhaenicent)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora