19. El pesar de los años.

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Rhaenyra posterior a su discusión con Alicent, se torno más distante y fría. Su mirada era dura e inflexible, no había momento en que el roce de dominio cesará cuando se trataba de Otto.

Inclusive mucho peor que antes.

Después del bautizo que no autorizado de su hijo, Rhaenyra se habría anotado para el torneo de justa. Quiso pelear y drenar su enojo con nada más que los culpables de que ahora ella no pudiera sentirse completa.

Su agresividad era tan grande que terminó tumbando a cada caballero con ferocidad, uno tras otro, mejor que el encuentro de su tío. Era diferente también pues, Rhaenyra ya era mucho más grande y su fuerza mucho mayor.

El hermano de Alicent sufrió los golpes brusco de la princesa. Su cuerpo cayó al suelo con un impacto en su hombro que podía falcilmente atravesarlo. Gwayne se había molestado por su derrota y quiso seguir la pelea, en nombre del honor y de su sobrino, pero este fue brutalmente golpeado por los incesantes movimiento de Rhaenyra.

Ella sabia de quién se trataba y cuando tuvo la oportunidad de quitarle la cabeza levantó su mirada con el filo de su espada en su cuello. Alicent estaba atemorizada y su padre sólo pudo regalarle una mirada que sólo pedía que degollara a su hijo a gritos.

Rhaenyra no lo hizo, pero si paso tentadoramente la espada por su cuello, cortando la suave piel apenas, algo que sin duda dejaría una fina cicatriz.

Había ganado en nombre de su hijo y se sentía satisfecha de poder acabar con tantos caballeros verdes que se le pusiera en frente. Laena celebro la victoria de su esposa, amargamente, sabía que Rhaenyra estaba pasándola mal, ella no tenía que hablar sobre nada porque Laena ya lo intuía.

La agresividad que mostraba era la misma que en privado, repentinamente Rhaenyra sentía un hambre por querer tomarla que no era propio de ella. A menos de la que conocía Laena y ella había demostrado. Lo único que le molestaba a Laena era el motivo que aceleró su antojo.

- La princesa tiene mucha capacidad para el combate.- Se escuchaba intercambiar alagos por parte de Otto. Rhaenyra absorta tomaba de su vino, sabiendo de primera mano que que Otto lo último que haría era aceptarlo.

El salón estaba repleto de invitados, bailaban al ritmo del tambor, sus voces resonaban y sus bocas se llenaban de vino. Había una fascinación por el porte de la princesa, comparándola con su tío en actitudes, eso hacia que pocos quisieran acercarse a entablar una conversación con ella.

Rhaenyra tampoco necesitaba llenarse de absurdas conversaciónes. Sólo se sumergía en ella y en el vino de su copa.

- Va a ser una bonita cicatriz.- se inclinó Laena, que tomaba la mano de su esposa para llamar su atención.

- Ninguna cicatriz es bonita.- respondió, acariciando su mano con cariño.

- Pensé que era algo del cual presumían los Alfas. Sumando está.- tocando la ceja cortada de su lado izquierdo, Rhaenyra se quejo, apartando su cabeza.- Llevas dos, y ambas me parecen atractivas.

Rhaenyra sonrío por el esfuerzo de Laena por hacer que se sintiera mejor. Llevo su mano hasta sus labios para darle un tierno beso.

- ¿Podemos perdernos de esta aburrido banquete...?

Laena sonrío cómplice de la picardía de su esposa. Antes de que pudieran salir del salón fueron interceptados por Gwayne, el hermano menor de la reina se acercaba para felicitar a la princesa. No había empezado de una manera cordial, su barbilla se levantaba desafiante.

- Pense que la ferocidad de las Alfas mujeres era un mito. Puedo verlo que no es así. Digna pelea debo admitir.- Alago descansando su mano en la espada enfundada en su cintura.

Una Línea Delgada (Rhaenicent)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora