Capítulo 6

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Nunca pensé que me sentaría en el porche de la casa de mi abuela junto a Nunew y que hablaríamos tranquilamente como dos amigos mientras bebíamos una cerveza.

Cuando éramos niños siempre nos hacíamos rabiar, y en la adolescencia seguíamos igual. Tal vez dentro de unos años maduraríamos y todo cambiaría.

Por mi parte había comenzado a ver a Nunew desde otra perspectiva después de ese maldito baile: aquel beso me había mantenido en vela más de una noche. Siempre soñaba con que llegábamos más allá de unos simples besos, pero, cuando estaba a punto de acostarme con Don Perfecto, me despertaba acalorado y sudoroso, deseando tenerlo al lado para poner en práctica todo lo que había hecho en mis
sueños.

Nunca me había molestado en pensar más de dos veces en un chico, siempre iba de una conquista a otra sin importarme nada, pero el… el era diferente. ¿Qué tendría que hacer para conquistarlo?

Conociéndolo como lo conocía, lo principal era
tener paciencia y esperar a que se olvidara de esa estúpida lista.

—¿Sabes? He pensado acerca de cómo podemos deshacernos de tu padre para que no te moleste nunca más —dijo Nunew interrumpiendo mis meditaciones mientras señalaba con la botella de cerveza a mi padre, quien permanecía inconsciente y atado con un gran lazo rojo ante la entrada de casa.

—Ya lo hemos hablado, Nunew, y no puedes matarlo —repuse harto de escuchar historias de películas malas de terror en las que los tontos universitarios se deshacían de un cuerpo que luego volvía para atormentarlos.

—No, creo que podemos quitárnoslo de encima sin matarlo —afirmó pensativo mientras daba vueltas alrededor de mi padre con ese brillo malévolo en los ojos que solamente yo conocía.

—Lo dudo, mi padre es como una sanguijuela cuando huele dinero y hasta que no exprima el último céntimo de mi beca universitaria no se despegará de mí —comenté dándole un nuevo trago a mi cerveza—. Por cierto, ¿qué es lo que querías hacer conmigo? —pregunté divertido señalando el gran lazo rojo que envolvía a mi padre.

—Nada demasiado terrible: sólo dejarte inconsciente, atarte y obligarte a ver todos y cada uno de los capítulos de la primera temporada de «Sexo en Nueva York».

—¡Joder! ¡Eso sí que es tortura, Nunew! —exclamé aterrorizado ante la perspectiva de ver una serie donde solamente salían mujeres hablando de zapatos y hombres.

—Lo sé —contestó con una sonrisa llena de satisfacción en los labios. —Con respecto a tu padre… —añadió Nunew volviendo al ataque—. ¿Y si le hacemos creer que tu madre está saliendo con alguien al que él pueda llegar a temer?

—Mi padre siempre escapa de la ley y no la respeta en absoluto.

—Yo no pensaba en la policía. ¿Y si le hacemos creer que tu madre sale con alguien peligroso?

—Nunew, en este aburrido pueblo no hay nadie que se pueda tildar de peligroso.

—Pero sí hay muy buenos actores, ¿o es que acaso no recuerdas la obra de Navidad que yo dirigí en el acto de encendido del árbol?

—Sí —contesté sonriendo al imaginar lo que Don Perfecto se traía entre manos —. Nunca vi una representación mejor de El padrino que la que tú hiciste.

—¡Pues entonces vamos! —me dijo tendiéndome la mano—. Aún hay mucho que hacer antes de actuar.

—¡Qué empiece la función! —solté antes de tomar la mano de Nunew y unirme a su locura.

~•~

En cuanto Nunew Chawarin agarro el teléfono y comenzó a llamar a los vecinos del pueblo que habían participado en la obra de Navidad, todos acudieron intrigados.

No seras mi principe azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora