No seras mi principe azul

Capítulo Final

A unos cinco kilómetros a las afueras de Bang Na había sido detenido Zee Pruk mientras conducía tranquilamente hacia la casa de uno de sus antiguos amigos de la universidad.

Tras abandonar todo lo que tenía, y estando seguro de que no deseaba ver cómo Nunew se casaba con su príncipe azul y ambos vivían felices para siempre, a primera hora de la mañana había llamado su amigo, uno de los pocos con los que aún mantenía contacto después de tantos años, comentándole lo deseoso que estaba de cambiar de aires.

El ahora jugador profesional de fútbol americano no había tardado mucho en invitarlo a su lujoso hogar para que se divirtieran rememorando viejos tiempos.

Wayne, como buen amigo y compañero, le había ofrecido su casa para que descansara plácidamente mientras pensaba qué hacer con su vida, y en el momento en el que Zee decidía finalmente rendirse y dejarlo todo atrás conduciendo abstraído, aparecía Colt, un policía novato del pueblo, y lo detenía por un supuesto robo de vehículo.

¡Cómo si todo el pueblo no supiera que esa furgoneta era suya desde hacía años!

Tras intentar hacer entrar en razón al policía mostrándole los documentos del coche, frustrado e irritado por todo lo que ocurriría aquel día, le arrojó furiosamente los papeles a la cara, tachándolo de idiota.

Por ese motivo Zee permanecía ahora esposado y tumbado encima del capó de su coche, a la espera de que confirmaran su versión de los hechos.
Mientras intentaba una vez más convencer al necio novato de su error, el coche de policía del señor Philips aparcó junto al arcén;

Zee respiró aliviado pensando que al fin se solucionaría todo cuando la puerta del coche se abrió y de él salió Nunew Chawarin con un traje de novio sucio pero luciendo de lo más bonito.

Nunew podría protagonizar la portada de una revista de novios, definitivamente, era el novio más sexy e irresistible que había visto en su vida, y lo que más le dolía era que no era para él.

—Por última vez, señor policía, ¡hace años que soy el propietario de esa furgoneta! —intentó explicarse de nuevo Zee, ignorando deliberadamente la figura del chico que se dirigía hacia él.

—Hola, Zee, ¡tengo que hablar contigo! —dijo Nunew temeroso mientras intentaba acercarse a él.

—¡Hablaría contigo encantado si no fuera porque estoy siendo detenido y no puedo! —gritó ofuscado Zee.

—¡Pero es algo importante! —insistió acercándose al capó del coche, donde permanecía inmovilizado.

—¡Señorito, no se acerque más a este hombre! —repuso Colt—. Es peligroso, me lo han comunicado por radio hace unos minutos.

—Sí —confirmó Nunew—, lo sé. Lo he dicho yo, pero sólo era para que lo detuvieran rápidamente. Él nunca me haría daño.

—¡No estés tan seguro! —gruñó Zee intentando incorporarse y siendo tumbado nuevamente contra el capó—. ¿Se puede saber por qué narices has hecho que me detengan, Nunew? ¿Es que estás loco? —exclamó irritado haciéndolo enfadar.

—¡Sí! ¡Debo de estar loco para dejar plantado a Mister Perfecto en el altar por ti, porque a cada paso que daba hacia él solamente podía recordarte a ti y desear que me sacaras de allí antes de que cometiera un error! —chilló Nunew entre sollozos—. ¡Debo de ser estúpido si el único amante que he tenido en mi vida eres tú, y si el
único con el que deseo pasar el resto de mis días eres tú!

—Pero, Nunew, yo no soy tu hombre perfecto, ¿lo recuerdas? —comentó Zee sonriente, encantado por la declaración de Nunew.

—Yo tampoco lo soy. He dejado plantado al novio ideal por ti y he robado ese coche de policía al pobre señor Philips para poder encontrarte.